Una «vieja» reflexión de T.W. ADORNO para una «nueva» crisis.
Se habla y escribe estos días, más interesada que analíticamente, sobre la crisis de PODEMOS. Y se refleja, por desgracia también por algunos de sus dirigentes, con palabras que no atienden a lo que deben ser los principios, fines y problemas políticos e ideológicos que pueda tener la organización, sino a cuestiones más referidas a sus estructuras políticas, formas de gobierno e intereses partidistas.
No se ahonda en reflexiones y discusiones que dentro de ella tengan que ver con su desvinculación de los poderes económicos y dependencias internacionales y sus imposiciones brutales al servicio de los bancos y en contra de la mayor parte de los ciudadanos en el Estado español, sea el que sea; tampoco sobre el papel alienador que en la educación, los hábitos y las culturas, las costumbres y la moral, juega la Iglesia Católica con su poder alienante; ni de la necesaria independencia respecto al imperialismo militar norteamericano y el uso que de él hace en España con sus bases y el papel determinante que juegan en sus guerras de domino e intereses estratégicos; ni de la cultura, su mediatización y al servicio de la publicidad y el papel que juegan las televisiones y los medios de comunicación, parece que lo importante es ocupar un espacio en ellas y no criticar el carácter depndiente de las multinacionales y el papel desconcienciador y embrutecedor que provocan en los ciudadanos; la corrupción no tratada de forma sensacionalista sino en su más profundo alcance, corrupción que afecta desde ídolos deportivos, culturales, sociales y no digamos económicos o políticos; la manera de combatirla incluso más allá de las leyes siempre al servicio de los poderosos; el papel que juegan los sindicatos con las imposiciones de empresarios y su leve actividad reivindicativa, etc…
Por ello traemos a nuestra reflexión unas palabras ideas de T.W. Adorno, escritas hace ya años, mucho antes de que surgiera Podemos, pero que pueden aplicarse, desde mi criterio, a la discusión que no se tiene sobre el proceso transformador de la sociedad y no el crecimiento y desarrollo de un partido político. Escribía Adorno:
Ni el marxismo ni el socialismo son válidos, dogmáticamente, para un nuevo concepto de civilización y libertad, propio de la utopía. Que debe comenzar abominando de la herencia de la moral judeocristiana.
No existe la clase trabajadora como sujeto de la revolución. La transformación histórica han de realizarla grupos no encuadrados en partidos: estudiantes, intelectuales, trabajadores no integrados en el sistema.
Una lucha contra la moral dominante y contra quienes se integran en el sistema
La Nueva Izquierda no es marxista ortodoxa ni socialista. Se caracteriza, al contrario, por una profunda desconfianza respecto de toda ideología, incluso la socialista por la que se cree, en cierto modo, traicionada.
E incluimos otra reflexión suya para los adoradores de los nuevos medios técnicos de comunicación y el culto a Internet:
La técnica moderna, tomada en sí misma, puede convertirse en un medio espantoso de dominio, y hoy vemos que efectivamente se ha convertido en eso