La figura de Kate O’Brien en España

Por Román Álvarez[1]

Es incuestionable el hecho de que Kate O’Brien es una de las novelistas más relevantes en la Irlanda del siglo XX y también en el vasto mundo de la literatura de expresión inglesa. Sus obras han merecido rigurosos estudios por parte tanto de académicos como de traductores y críticos literarios.

Por otro lado, la vinculación de la escritora con España es evidente. Una buena parte de su vida y de su obra están impregnadas de la admiración y el amor que siempre sintió por nuestro país desde que llegara a Bilbao a los 24 años para ejercer de institutriz, en el año 1922, en el seno de una de las familias de mayor renombre de Portugalete: los Areilza.

José María de Areilza publicó en El País (13 de agosto de 1985) un largo artículo, titulado “Mary Lavelle”, en el que describe las relaciones familiares con la recién llegada institutriz cuando Kate contaba apenas 25 años: “…de complexión atlética, que andaba a grandes zancadas, llevaba el pelo, negro, cortado a lo garçon, su rostro era de tez muy blanca y de perfil griego… tenía una mirada inquisitiva…”

La joven irlandesa fue descubriendo poco a poco –y mientras enseñaba lengua y literatura inglesas a José María y Eloísa, los vástagos del doctor Enrique Areilza— la cultura española desde la perspectiva de una familia acomodada. Pero también su curiosidad le hizo ampliar el campo de observación paseando por los muelles y departiendo con gentes de todas las clases sociales. En realidad, en Bilbao pergeñó sus primeros relatos.

Con este fermento inicial, Kate O’Brien horneó su futuro como hispanista, tal como reflejan sus muchas obras tanto poéticas como de ensayos, sin olvidar la reputada vertiente narrativa. Los personajes místicos cautivaron su atención, y ciudades como Ávila supusieron auténticas fuentes de inspiración literaria.

Muchas fueron las visitas de Kate O’Brien a España, y muchos fueron también sus lectores. Sus novelas no se libraron del filtro de la censura, acaso por las inclinaciones republicanas que nunca ocultó. En este sentido, Farewell to Spain, constituye una crónica fidedigna de sus sentimientos por un país en el que se sentía integrada a pesar de los conflictos y de una Guerra Civil de la que, en parte, fue testigo.

Kate O’Brien se aseguró un público fiel y entregado. Entre los honores que póstumamente se le tributaron cabe señalar el nombre de una calle en Ávila, ciudad que por siempre perpetuará la memoria de esta irlandesa enamorada de España. No es exagerado aventurar que cualquier otro galardón o reconocimiento que esa ciudad le tribute estará sobradamente merecido.

  1. Artículo difundido por José Antonio Sierra Lumbreras

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