Todos los medios de comunicación tienen, hoy en día, varios soportes. Se han convertido en auténticas corporaciones, incluso cuando se trata de proyectos modestos en lo económico. Es una tendencia, más que una moda, una necesidad, una manera de actuar en los actuales tiempos de “multi-oferta”, de “multi-media”. Intentan su incardinación en varias posibilidades, habida cuenta de que buscan disponer de cuantas más opciones mejor para captar audiencia.
Recordemos, en primer término, que la misma competencia a través de los diversos canales, arropados por las nuevas tecnologías, conduce a una fragmentación que ocasiona que cada vez haya que pugnar por un menor número de consumidores de información en un trecho de faena por llegar antes y en las mejores condiciones posibles. Además, con las TIC´s, todos los medios de comunicación que se tildan de masivos convergen en Internet, en sus portales digitales, como algo ineludible. Igualmente, todos aspiran a tener su hueco y a cubrir sus objetivos de informar, formar y entretener.
La mejoría es evidente: las informaciones que observamos en la Red de Redes tienen de todo: imagen, audio, textos, opiniones de los ciudadanos, pareceres de las diversas fuentes… Son, obviamente, más completas que nunca, pero también necesitamos, en paralelo, para llegar a ellas, más tiempo y esfuerzo que nunca antes, pues hay que buscar entre mucha oferta, y no siempre disponemos de esas horas fundamentales para poder otear todas las aristas de una noticia, reportaje, informe, o lo que fuere.
La información, con la convergencia de todas las tecnologías de la información, con el avance de las telecomunicaciones y de la informática y de sus programas, es más inmediata. Llega casi al mismo tiempo que se produce. Todo se conoce en minutos. La existencia se presenta mucho más precipitada, con lo que ello supone de ventajas y de desventajas. Las tecnologías permiten el volcado paulatino de todos los eventos y de sus circunstancias conforme van llegando los datos, a medida que se conoce lo que va ocurriendo y en cuanto se dispone de información, de fotografías y de imagen y audio. El salto que se ha dado ha sido exponencial. No podíamos imaginar tiempo atrás que pudiera ocurrir algo así. El progreso invita a lo infinito.
Por otro lado, la información es también más asequible, más rápida, más barata. No se necesitan los soportes costosos del papel, ni las grandes ni cuantiosas instalaciones de un periódico tradicional, de una radio o de una estación de televisión. Estas flamantes condiciones tienen sus pros y sus contras. Conviene que haya un equilibrio: la información ha de tener un justo precio, ya sea a través de pago, de patrocinios y/o de publicidad. La inmediatez está bien, pero debemos emplear el tiempo necesario para poderla contrastar. No nos equivoquemos, no por no hacer bien los deberes.
La accesibilidad de la información es una clara evidencia que universaliza en el mejor de los sentidos lo que han dicho hasta ahora las Constituciones democráticas. Lo que no nos debe faltar, en esta tesitura, es una conveniente contextualización, así como hemos de defender el avance, en las rutinas cotidianas, de un aprendizaje que ahonde más y más en las diversas cuestiones que podemos considerar principales. Optimicemos, pues, las tecnologías en el Periodismo, eso sí, bajo la presencia de la ética. Los resultados serán, son ya, palpables. Por mucho que digan algunos agoreros, hay muchos motivos para la esperanza.
Boletín de titulares de Periodistas en Español
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