La voz interior

No es fácil componer la vida, y menos cuando somos víctimas, que, de alguna manera, todos lo somos. Hemos de esperar, no obstante, todo, incluso lo inesperado, desde el positivismo. Las virtudes no siempre son percibidas, y a menudo ni siquiera nos ponemos de acuerdo sobre las que son o cómo interpretarlas. La música, obviamente, no suena para todos por igual, y debemos ser conscientes de que en ocasiones ni siquiera suena. Por eso la empatía es un concepto tan relacional y comunicativo.

Los compromisos, los aprendizajes y las obligaciones son en todo instante cúmulos de relatividad que nos han de conducir por vericuetos de los que únicamente hemos de aguardar la oportunidad de formarnos y de mejorarnos como personas. Es lógico que sea así. A todos nos suceden eventos que nos sangran de algún modo. Las excepcionalidades en las interpretaciones penden de nosotros mismos.

Lo colectivo es una caja de opciones. Las tenemos cada jornada. La mirada es fundamental para hallarlas y aprovecharlas. Todos los días vemos ejemplos de valor, de fuerza, de gallardía, de coraje, de entrega, de avance, de progreso, de felicidad… Son auténticos regalos. En la adversidad se presentan con más entereza y han de ser valorados con mayor empeño.

Lo ideal, así lo hemos de asumir, es que seamos capaces de sentir cosquillas en el estómago, en el corazón, en todo nuestro ser, con cambios de actitudes cuando las cuestiones no surtan los efectos fundamentales que nos brindan la dicha con vigor. Ser víctima no es un rol es una actitud, que hemos de mudar. Para ello, para recorrer esa senda de ilusión que proponemos, debemos tener coraje interno, pero precisamos, en paralelo, la contribución de toda la sociedad. Dice mi amigo y poeta Carlos Gargallo que “no se siente solo únicamente cuando está con él mismo”. Es cuestión de reconocerlo. Hay que otearse, obviamente.

Por ende, el consejo es reconocer la mañana, nos hallemos como nos hallemos. Es pura rutina, en ocasiones, en muchas (la mayoría), pero lo relevante es que todo vaya gratamente en la óptica, y, por lo tanto, que lo que vivamos sea bueno. Sintamos a las gentes que nos quieren. Podemos hacer sencillo lo que funciona, mas para eso nos hemos de despojar de aquello que no nos aporta jovialidad.

Equilibrio

Sí, sé que la vida golpea en ciertas oportunidades sin piedad. En tales casos, esa piedad la hemos de poner nosotros, fundamentalmente con nuestros corazones. Escuchemos lo que ha hecho posible que todo sea en este instante. La historia nos recompensa con intenciones y hechos, Procuremos que haya equilibrio. Los sueños se cumplen porque nos amoldamos a la realidad circundante, incluso con el riesgo consustancial que surge en cada segundo. La sensatez y la pasión fluyen con calma y fortaleza, con gratitud e impulsos cargados de dinamismo. Subamos al barco que nos aleja de los efectos perversos de una catástrofe.

El documento existencial lo suscribimos cada hora, y por ello la tarea es continua. Nos hemos de declarar del mejor modo, con moderación y vehemencia, no siempre a partes iguales. Los problemas y los éxitos nos hacen, o deben, tomar iniciativas de aprendizaje. Presentar un poco de balance es lo deseable. Nos disponemos y somos con aquellas causas que nos unen, o deben. Me encanta que sea así. Procuremos fagocitar los resultados nocivos cuando seamos víctimas de circunstancias, de errores, o de la fatalidad, que provocan tanto dolor.

No nos acostumbremos a los datos, a las cifras de pérdidas, de ausencias, de rupturas. El destino lo redactamos constantemente. Mostremos cariño y transformaciones para avanzar, y no dejemos que la soledad nos hiera más de la cuenta.

Sepamos, intentemos percibir, que la recurrente mañana es la esperada. Las opciones son muchas, todas. Hay suficiente valor para compartir. La idea es que no faltemos a las citas establecidas o espontáneas. Sea como fuere, éste es un día irrepetible, y con seguridad será para prosperar. ¿No os parece? Hay fuerza en la felicidad, así como justificación y explicación a mucho de cuanto sucede. La categoría es una voz interior, y por ella, hacia ella, hemos de caminar.

Juan Tomás Frutos
Soy Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid, donde también me licencié en esta especialidad. Tengo el Doctorado en Pedagogía por la Universidad de Murcia. Poseo seis másteres sobre comunicación, Producción, Literatura, Pedagogía, Antropología y Publicidad. He sido Decano del Colegio de Periodistas de Murcia y Presidente de la Asociación de la Prensa de Murcia. Pertenezco a la Academia de Televisión. Imparto clases en la Universidad de Murcia, y colaboro con varias universidades hispanoamericanas. Dirijo el Grupo de Investigación, de calado universitario, "La Víctima en los Medios" (Presido su Foro Internacional). He escrito o colaborado en numerosos libros y pertenezco a la Asociación de Escritores Murcianos, AERMU, donde he sido Vicepresidente. Actualmente soy el Delegado Territorial de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) en Murcia.

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