Este 2019 ha estado marcado por la incertidumbre desde su comienzo y parece probable que esta será la tónica general para el resto del año. La situación política y económica a nivel mundial presenta importantes desafíos que, de momento, siguen sin resolverse.
¿Estaremos ya en la antesala de la próxima gran recesión? ¿Podría ser todavía peor que la grave crisis que sacudió al mundo en la pasada década?
Los desequilibrios en los mercados de divisas
Las discrepancias entre las políticas de la Reserva Federal estadounidense y del Banco Central Europeo están teniendo efectos indeseados. Los gráficos del par de divisas EURUSD así lo reflejan. El billete verde no para de apreciarse, al calor de las políticas monetarias de la FED, mientras que la moneda única europea no deja de caer, debido a la incapacidad del BCE para revertir sus políticas monetarias posteriores a la crisis. Esto encarece las exportaciones estadounidenses y ralentiza su economía, al tiempo que debilita todavía más la europea. A la batalla euro vs dólar se le suma el problema del Brexit, que introduce a la libra esterlina como tercer protagonista en discordia, debido a las incertidumbres generadas por el interminable proceso del Brexit.
La sombra de una nueva crisis de la deuda soberana
Estas tensiones en las divisas internacionales pueden desencadenar otra crisis de la deuda soberana europea. A nivel interno, Italia está oficialmente en recesión, España afronta un escenario político lleno de incertidumbres, Reino Unido parece ser incapaz de salir del hoyo que ha cavado con su decisión de salir de la Unión Europea, Alemania ve cómo su economía se ralentiza y a la Francia de los chalecos amarillos le ha afectado la confianza en el gobierno de Macron.
A nivel externo, Europa se ve afectada negativamente por las guerras comerciales de Donald Trump. Cada vez son más las exportaciones europeas sometidas a los aranceles desorbitados que está aplicando el gobierno trumpista, con las consecuencias negativas que ello acarrea. Todos estos ingredientes forman el caldo de cultivo perfecto para una nueva crisis en Europa.
Un problema nacido en el seno de la Unión Europea
La anterior crisis financiera que afectó prácticamente a todo el mundo tuvo su origen en Estados Unidos y en la crisis de las hipotecas basura. El pinchazo de esa burbuja afectó a amplios sectores del capitalismo internacional y se produjo un inevitable efecto contagioso debido a la gran interrelación de las economías mundiales modernas.
En esta ocasión, la situación es más preocupante si cabe, ya que la mayor parte de los posibles catalizadores de una nueva crisis se encuentran dentro de Europa. Por lo tanto, parece razonable estimar que el impacto que podría tener será mucho más intenso en la coyuntura europea actual.
Para evitar el desastre, las autoridades europeas deberán aplicarse mucho con el fin de desactivar los graves problemas que amenazan hoy en día a la estabilidad política y financiera de Europa. A la luz de fracasos anteriores, parece difícil confiar sin reparos en su capacidad real para hacerlo.