Madres que sufren, madres que esperan, madres que lloran, madres que sueñan, madres que entierran, madres que penan, madres que aman, madres que vuelan, todas ellas son únicas; todas, sin dejar una, hicieron lo que pudieron en tiempo de guerra o tras ella; con viandas o sin ellas; con las manos vacías o las manos llenas; todo, porque la madre da todo y siempre espera.
En el día que llaman de la madre, el primer domingo de mayo, se dedica esta fiesta ya desde la antigua Grecia. En 1870, Julie Wars Howe proclamó el día de la madre aunque tras ella, Anna Jervis lo hiciera en 1907 en los Estados Unidos de América el segundo domingo del mes de mayo. En España hasta el año 65 fue el día 8 de diciembre, aunque en el resto de Europa se sigue haciendo coincidir con el dia de la mujer, 8 de marzo, (Albania, Montenegro, Rumanía, Bulgaria, Bosnia y Herzagovina, mientras que otros países, lo hacen el día de la primavera; (Arabia Saudí, Marruecos, Argelia, Siria).
El que más y el que menos tiene las emociones a flor de piel. Los que la conservan porque creen que será el último año; los que la perdieron porque suponen que fue pronto; los que la tienen demente porque la recuerdan; los que no la conocieron porque se imaginan cómo era; y así, todos y cada uno de nosotros, pensamos que cualquier tiempo pasado fue necesariamente mejor; cualquier tiempo futuro nos es ajeno y esperamos el devenir porque puede que sea la última vez; puede que sea el último momento; puede que sea…
En este día me vienen a la memoria las mujeres que perdieron a sus hijos víctimas de la barbarie humana. Ora en un atentado; ora en un secuestro; ora en una violación; ora en un abuso de poder y todas perdieron lo más valioso. Eso que nunca será sustituible porque a una madre nunca le ha de preceder un hijo; por pronto que sea, se ha de ir primero. Todas ellas vieron su vida quebrada; rota; y siguieron adelante porque la vida no nos permite pararnos a llorar. A todas ellas, en especial a la madre del niño Gabriel; a la madre de Diana Quer; a las madres que han visto a sus hijos saltar por los aires por ETA; a todas las que han visto su vida quebrarse; gracias por ser el ejemplo en mayúsculas a seguir. Esas madres que sufrieron, esas que hoy también sufren.
A mi amiga, María José, a quien un cáncer le arrebató a su hija sin mediar palabra. A todas vosotras, gracias.