Mario Diament es sinónimo de periodismo de primer nivel en Argentina. Y ahora dentro del panorama teatral mundial es considerado uno de los dramaturgos más interesantes del “Teatro de ideas”. Su teatro es provocativo, con temas que llevan al espectador a la duda o a la controversia. Sus obras se representan en Japón, Europa, Estados Unidos y Latinoamérica con éxito de cartelera y un público que disfruta del teatro de pensamiento y reflexión.
En su carrera periodística fue jefe de redacción del diario La Opinión y cubrió la Guerra de Yom Kippur, en Israel. Trabajó para el diario Clarín de Argentina y actualmente es columnista del diario La Nación de Buenos Aires. Vivió en Nueva York, Europa y actualmente reside en Miami donde es profesor y director de Periodismo y Medios de Comunicación de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
Paralelamente a su labor periodística incursionó como guionista de cine, en el film «Qué es el otoño» de David Kohon y en otros proyectos televisivos. Es en su carrera teatral donde alcanza éxitos internacionales y sus obras se representan a nivel mundial. Mereció varios premios entre ellos: el Premio de Teatro Florencio Sanchez (2013), el prestigioso premio Konex-2014, en Argentina; en Estados Unidos en 1982, el Premio La Wee- Los Angeles; en 2002, el Premio Carbonell, por su obra Esquirlas.
Entre su producción teatral se encuentran: Escenas de un secuestro (1971), Tango perdido (1994), Esquirlas, El libro de Ruth (2000), Cita a ciegas (2003), Un informe sobre la banalidad del amor (2008). Por amor a Lou (2010), Tierra del Fuego (2011) y su reciente obra «Franz y Alberto», basada en un supuesto encuentro de Alberto Einstein y Franz Kafka en Praga, donde ambos vivieron. Asistimos al estreno, en inglés, en el New Theatre del Centro Cultural de South Miami-Dade.
Conversamos con Mario para conocer su filosofia teatral y aspectos del panorama artístico actual.
Mario Diament: El teatro siempre ha estado en transformación a lo largo de su historia. Fue, tal vez, el siglo XX, el periodo donde se renovaron los canones teatrales pero siempre el teatro ha tenido cambios. En la actualidad vivimos una etapa de gran experimentación en varios aspectos, es la etapa postmoderna donde se mezcla lo tradicional con lo altamente experimental e innovativo. No podemos hablar de vanguardia en el teatro de hoy porque ya no existen las vanguardias, son casi permanentes y existen diferentes formas de expresión teatral.
Adriana Bianco: Es un fenómeno mundial, donde tenemos el teatro comercial y el teatro off o alternative con nuevas concepciones y propuestas…
MD: Si, y es muy interesante que pase eso, que no haya solo una línea a seguir. El teatro clásico existe, como la Comedie Française de París o el Teatro Cervantes de Buenos Aires donde hay una cartelera con obras de repertorio clásico. Shakespeare, sigue vivo en Estados Unidos, en Inglaterra, en Australia. Pero tambien coexiste otro teatro.
AB: Eres un periodista con una carrera profesional consagrada. Cómo surge esta intención de escribir para teatro, de indagar este género tan distinto?
MD: La tarea periodística es de indagación. Creo que utilizo como vasos comunicantes mi visión teatral, la imaginación que te permite el teatro, con el rigor investigativo que te exige el periodismo. Esa fusión en mi funciona muy bien. En la obra Franz y Albert, por ser dos personajes tan conocidos: Kafka y Einstein, hay mucha investigación, horas de lectura, consulta de libros, documentación.
AB: En tu obra Tierrra del Fuego, que parte de un hecho real, sobre el caso de un musulmán y su situación con un judio, también hay mucha información para llevar a cabo esa dramatización.
MD: Si, justamente porque era un hecho real, que había sucedido.
En esta obra donde convoco a Franz Kafka y a Alberto Einstein, me vi exigido porque tuve que trabajar con ideas que no conozco como la teoría de la relatividad, la teoría de la fisica teórica, y que deben tornarse comprensibles para el público. La época hay que respetarla, este encuentro sucede en 1911, en Praga, un período de Europa cercano a la Guerra; por otra parte, son dos personajes famosos y muy distintos. Para eso tuve que consultar biografías, ahondar en sus vidas y aunque uno luego se libere de tanta información, no se puede ir contra el rigor histórico.
Es ficción, pero es una ficción que tiene que ser creíble y para éso apelo a la historia y sigo con rigor los hechos y me acerco a lo que realmente los personajes son. Como me pasó cuando escribí Tierra del Fuego o Un informe sobre la banalidad del amor, donde hablo de la relación entre Martin Heidegger y su estudiante judía Hannah Arendt, estas obras tienen una base histórica pero lo que me interesa va más allá de la historia.
A mi me interesa el teatro de ideas, me interesa que se expongan en el escenario ideas, no necesariamente mis ideas, conceptos provocativos que puedan llevar a la gente a reflexionar, discutir, debatir.
AB: No es un teatro de acción dramatica o de entretenimiento, es un teatro de texto, apoyado fundamentalmente en la palabra, pienso en Durrenmatt, en una concepción teatral filosófica…
MD: Es un teatro textual, lo cual no le quita que sea teatral. Es un teatro que se apoya fuertemente en el texto. Tampoco es un teatro donde impongo ideas o uso el teatro para exponer ideas o enfatizo un determinado punto de vista. Yo dejo que las ideas surjan y provoquen.
AB: Tratas temas filosóficos, los temas del hombre: el amor, la muerte, el deber, la identidad, la religión, encarnados en el actor.
MD: El actor me importa, me importa que es lo que va a hacer con el personaje, por lo tanto lo tomo muy en cuenta. Es importante escribir de manera que al actor le resulte natural el diálogo. Aunque el lenguaje no sea cotidiano, de todos modos tiene que ser un diálogo que el actor sienta como suyo, aunque sea, incluso de otra época, como es el caso de Franz y Albert.
AB: Cuáles crees son los desafios que tiene un dramaturgo actualmente en el teatro contemporáneo?
MD: Los mismo de siempre: hacer un teatro interesante. Para mi, es fundamental hacer un teatro provocador, donde se vuelquen temas que lleven a la reflexión, incluso a la confrontación. Escribir de una manera que tenga sentido. Para mi, no basta el propósito de “entretener”. Si uno no sale de una sala reflexionando, pensando en lo que vio, sintiendo algo, es como una pompa de jabón, ese teatro pasatista no me interesa.
AB: Cada una de tus obras tiene un enfoque filosófico. Recuerdo El libro de Ruth, sobre tu madre donde hay aspectos autobiográficos pero donde se cuestiona el tema del amor, la infidelidad, la identidad personal, lo femenino…
MD: El libro de Ruth es una obra donde aparece lo autobiográfico y otras cosas. A través de un personaje que era mi madre me permití ir más allá, ver otros temas, otros aspectos…en casi todas mis obras hay una intención de “algo más”, de tocar temas comprometidos con nosotros, con nuestro ser.
AB: Podríamos pensar que los autores teatrales latinoamericanos tiene un campo de acción global, que el teatro no está muerto y que en los países latinoamericanos, la creatividad se impone a la falta de dinero en las producciones?
MD: Sí, creo que sí. Depende de la calidad de lo que se produce, no es una cuestión regional sino de calidad, de temas y de interés en el teatro. Yo escribo un teatro de ideas porque me interesa y las obras han tenido éxito, se siguen representando, en Rumania, en Argentina, en Estados Unidos; como ves, Adriana, hay un público interesado en el teatro de ideas.