Más de la mitad de la humanidad carece de cobertura de servicios de salud esenciales

«El hecho de que tantas personas no puedan beneficiarse de servicios de salud esenciales, asequibles y de calidad no sólo pone en riesgo su propia salud, sino también la estabilidad de las comunidades, sociedades y economías», afirma Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

Además de quienes no acceden a la cobertura básica, otros dos mil millones de personas se enfrentan a graves dificultades financieras a la hora de pagar de su bolsillo el tratamiento médico necesario, según el estudio.

Para Tedros es claro que «necesitamos urgentemente una voluntad política más fuerte, inversiones más agresivas en salud y un cambio decisivo para transformar los sistemas de salud basados en la atención primaria de salud».

La crisis de cobertura se considera una amenaza para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con la salud global y los cuales apuntan a «lograr la cobertura sanitaria universal para todos para 2030».

En las últimas dos décadas, menos de un tercio de los países han mejorado la cobertura de los servicios de salud y reducido los niveles «catastróficos» del gasto de bolsillo en salud, sobre el umbral de diez por ciento de los ingresos de los hogares pero que a menudo pasa de veinticinco por ciento.

Durante ese período, más de mil millones de personas (alrededor del catorce por ciento de la población mundial) se vieron obligadas a desembolsar al menos esas cantidades de su bolsillo, a pesar de que, en términos absolutos, incluso un gasto inferior puede ser devastador para las familias con pocos ingresos.

Unos 1300 millones de personas cayeron en la pobreza o incluso vieron agravada esta situación debido a estos pagos, entre ellas trescientos millones de personas que ya sufrían pobreza extrema.

El informe recoge que 96 de los 138 países de los que se dispone de datos sobre las dos dimensiones de la cobertura sanitaria universal (la cobertura de los servicios y la protección financiera) están lejos de alcanzar los objetivos fijados para una de estas dimensiones o para ambas.

Para volver a encaminarse hacia los ambiciosos objetivos, el informe plantea inversiones sustanciales en el sector público por parte de los gobiernos y socios para el desarrollo.

Enfatiza la necesidad de una «reorientación radical» de los sistemas de salud, dando prioridad a la atención primaria y mejorando la equidad y la protección financiera.

La reforma también es vital para abordar plenamente el impacto devastador de la COVID-19 en los sistemas de salud y la fuerza laboral sanitaria mundial, al mismo tiempo que se prepara contra los desafíos que plantea la recesión económica.

Por otra parte, el Banco Mundial reconoce que «lograr la cobertura sanitaria universal es un paso fundamental para ayudar a las personas a escapar y mantenerse fuera de la pobreza», según dijo la vicepresidenta de desarrollo humano de la entidad, Mamta Murthi.
«Sin embargo, las dificultades financieras siguen aumentando, especialmente para las personas más pobres y vulnerables», lamentó Murthi.

Admitió que «este informe presenta un panorama terrible», pero «también ofrece evidencia sobre formas de priorizar la salud en los presupuestos gubernamentales y fortalecer los sistemas de salud para lograr una mayor equidad tanto en la prestación de servicios esenciales de calidad como en la protección financiera».

El informe fue publicado antes de una reunión de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas prevista para el 21 de septiembre, en la cual se espera que los líderes mundiales renueven su compromiso de actuar y hacer de la cobertura sanitaria universal una realidad para todos.

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