El periodista ruso Maxim Borodin ha muerto el 15 de abril de 2018 a consecuencia de las heridas sufridas al caer del balcón de su vivienda, un apartamento en el quinto piso de un edificio de Ekaterinburgo, una ciudad de los Urales, según información que hoy publica el digital francés L’Obs.
Maxim era un periodista de investigación que recientemente había escrito, en el periódico Novyi Dien (Nuevo Día), acerca de la muerte de algunos mercenarios rusos en Siria, empleados de una sociedad militar privada llamada “Grupo Wagner”. También escribía frecuentemente sobre la corrupción y el crimen organizado en su país.
Según los investigadores rusos, de momento “no existen elementos que hagan pensar en un crimen. Se están estudiando distintas opciones, según declaración del comité investigador a la agencia Tass. Sin embargo, el diario británico The Times asegura que en la muerte de Maxim Borodin hay algunos elementos inquietantes, como que la víspera de su muerte, el periodista dijo a unos amigos que había personajes con ropa de camuflaje delante de su portal, y que una de ellas iba armada.
Y, por otra parte, según el también británico The Mirror, su amigo Vyacheslav Bashkov, ha escrito en Facebook haber recibido una llamada de Borodin a las 5 de la madrugada, en la que le dijo que había hombres armados en el pasillo y en el balcón, aunque después volvió a llamar para decir que se trataba de “ejercicios de entrenamiento”.
El socialista francés Harlem Désir, representante para la libertad de los medios de comunicación en la OSCE (Organización para la seguridad y la cooperación en Europa), ha dicho que la muerte de Borodin le parece muy preocupante.
Con relativa frecuencia llegan noticias de periodistas rusos abiertamente asesinados, o fallecidos en extrañas circunstancias. Según la información de la agencia France Presse, el Comité de Protección de los Periodistas (CPJ), una organización no gubernamental con sede en Nueva York, tiene contabilizados 58 periodistas asesinados en Rusia desde 1992.