Médicos Sin Fronteras (MSF) informa de que el número de muertes en el centro de tratamiento de COVID-19 que dirige en Adén denota una catástrofe mayor que no está siendo atendida por la ONU, y que los países donantes deben movilizarse urgentemente para responder a esta pandemia.
El centro que MSF[1] gestiona en la ciudad de Adén es el única estructura dedicada a la COVID-19 para todo el sur de Yemen.
Del 30 de abril al 17 de mayo 2020, fueron ingresados 173 pacientes y al menos 68 de ellos han muerto porque llegan al centro demasiado tarde, cuando ya han desarrollado síndrome de dificultad respiratoria aguda, lo que limita sus posibilidades de supervivencia.
MSF sostiene que este hecho sugiere además que hay un número muy alto de personas que están enfermas en sus casas sin recibir atención médica.
Los datos de entierros que proporciona el Gobierno también van en la misma línea: hasta ochenta personas murieron diariamente en la ciudad la semana pasada, la mayoría en sus casas, frente a las diez que morían al día antes de la epidemia. Otro indicador de la extensión del brote es el alto número de profesionales sanitarios que están siendo tratados en el centro, incluidos muchos trabajadores de MSF.
«Lo que vemos en nuestro centro de tratamiento es solo la punta del iceberg de las personas que se están contagiando y muriendo en la ciudad», afirma Caroline Seguin, responsable de Operaciones de MSF en Yemen: «La gente llega demasiado tarde y sabemos que hay muchas personas que simplemente no vienen; se están muriendo en casa. Es una situación desgarradora».
«La ONU y los estados donantes deben hacer más y de forma urgente, y no solo en Adén sino en todo Yemen», declara Seguin. «Los sanitarios tienen que recibir un salario y se les debe proporcionar equipos de protección personal. El país también necesita urgentemente más concentradores de oxígeno para tratar a los pacientes que tienen dificultades respiratorias. Y las autoridades deben hacer todo lo posible para facilitar el trabajo de organizaciones internacionales como MSF para responder a la epidemia, permitiendo la entrada de equipos y de personal internacional de refuerzo».
En el centro de tratamiento, que MSF gestiona desde el 7 de mayo, un equipo de trabajadores yemeníes e internacionales trabaja las veinticuatro horas del día para garantizar la mejor atención posible para los pacientes de COVID-19.
«La alta mortalidad que estamos viendo entre nuestros pacientes es equivalente a la de las unidades de cuidados intensivos en Europa, pero las personas que vemos morir son mucho más jóvenes que en Francia, España o Italia: en su mayoría hombres entre cuarenta y sesenta años», explica Seguin.
Adén ya tenía un sistema de salud muy debilitado tras cinco años de guerra. Antes de que llegara la COVID-19, las autoridades no contaban ya con medios para responder adecuadamente al brote. No hay dinero para pagar al personal, hay pocos equipos de protección personal y muy poca capacidad para hacer pruebas diagnósticas, por lo que no se puede conocer el número exacto de casos. Sin embargo, los pacientes que MSF está viendo morir tienen claramente los síntomas de la COVID-19.
Enfermedades como la malaria, el dengue y la chikunguña son endémicas en la ciudad, pero nunca se habían producido tantas muertes en tan poco tiempo.
«Los hospitales han tenido que cerrar en otros lugares de la ciudad o están rechazando cierto tipo de pacientes porque el personal carece de equipos de protección personal para protegerse. Los efectos de este brote en la atención médica de pacientes que sufren otras enfermedades pueden ser devastadores», dice Seguin.
El hospital de traumatología de MSF en Adén todavía está abierto y ha visto un aumento en el número de ingresos desde que otros hospitales comenzaron a cerrar. MSF ha instaurado un triaje y otras medidas de protección en el hospital para mantener al personal y a los pacientes lo más seguros que sea posible. Cualquier miembro del personal que comienza a mostrar síntomas es enviado de inmediato a casa para autoaislarse.
«Estamos haciendo todo lo que podemos, pero no podemos hacer frente a este virus solos», asevera Seguin, quien señala que «Sería inaceptable que el mundo dejara a Adén y al resto de Yemen enfrentarse solos a esta crisis».
- MSF trabajó por primera vez en Yemen en 1989 y está presente de manera ininterrumpida en el país desde 2007. En 2019, la organización trabajaba en doce hospitales y centros de salud y brindó apoyo a más de veinte centros de salud en trece provincias de Yemen.
MSF está ayudando a las autoridades locales a tratar a pacientes en un centro de tratamiento de COVID-19 en Saná, además de ofrecer otro tipo de apoyo a las autoridades en su respuesta en varios lugares del país, como Hudaida, Hajja, Haydan y Khameer.