En España tenemos un comportamiento social extraño contra quien destaca. Buenos, malos y mediopensionistas caen arrollados por el palafrén de las medianías que saltan cada vez que alguien se muestra abanderado de cualquier cosa.
Recuerdo ahora a Blanco White, declarado Persona non Grata por la Junta Suprema de España y que tuvo que exiliarse; o a Isaac Peral, quien dejó la Marina tras ver como el gobierno mismo hundía el proyecto del submarino. Ahí quedan para la reflexión nombres como Blas de Lezo, el mejor y más disciplinado marino de nuestra historia; Ángel Sanz-Briz, quien dio pasaportes a más de 5000 judíos a escondidas del gobierno español; Hernando de Soto, descubridor de Nicaragua; Antonio Escobar Huertas, general de la Guardia Civil y católico profundo que defendió la legitimidad de la II República; Manuel de Irujo, ministro de Justicia con Negrín quien salvó docenas de religiosos de la muerte; o Jerónimo de Ayanz quien en el XVI diseñó una máquina de vapor. Carlos Palanca Gutiérrez, Mencía Calderón, Consolación Azlor, Ruy González de Clavijo… hombres y mujeres comunes que sobresalieron por desviarse del rebaño, unos para bien de los rojos, otros de los franquistas, algunos a favor del imperio de Felipe II, otros contrarios al poder establecido; unos inventores, todos visionarios, ninguno cobarde. Y entre todos los mantenemos ocultos, negándoles la gloria que ganaron.
Cualquiera que intente destacar, zasca, palos hasta que caiga física o moralmente. Estoy viendo a dos y van a por ellos: Artur Mas y Pablo Iglesias. El próximo, si descolla, será Albert Rivera.
No los voy a defender ideológicamente –de ser así no habría nombrado antes a Blas de Lezo, bête noir del independentismo catalán, o al franquista Sanz-Briz-; defiendo su derecho a ser cómo les venga en gana, a cambiar el statu quo y a intentar mejorar las cosas según su visión.
Ahora el chuletón de Ávila poco hecho, Pablo Casado, se despacha a gusto desde su nuevo juguetito –viceportavocía- contra tirios y troyanos y llama mesías e irresponsable a Mas por su deriva que, a juicio de muchos españoles entre los que me incluyo, se basa en la legalidad vigente, de hecho, su penúltimo movimiento plebiscitario también es legal, retorcidamente legal. Pero el de Cataluña no es un problema de leyes sino de política.
Casado, Rajoy y la ranciedumbre oficialista ofenden con mayor o menor gravedad a muchos catalanes solamente por satisfacer a lo más rancio de su parroquia, desde que el Parlament aprobó un estatuto que no les pareció bien. Seguidamente intentaron que les traspasaran las competencias pendientes, y tampoco. Luego Mas pidió un sistema fiscal como el de vascos y navarros y tampoco les pareció bien a pesar de que hasta ese faro intelectual que es Sánchez Camacho lo defendió.
Si en vez de un hombre aislado de lo que pasa en la sociedad hubiéramos tenido el talento colectivo de elegir a alguien con talento individual -¿Es posible que no lo hubiera/haya?- habría dedicado sus esfuerzos a solucionar un problema que, hasta hace relativamente poco, dos años, requería política, diplomacia y consenso y seguramente lo habríamos arreglado. Ahora, tal como escribí cuando empezó la legislatura, el presidente Rajoy está a punto de pasar a la historia como el presidente que disolvió España.
El otro mesías, atacado desde la derecha hasta la izquierda, es Pablo Iglesias. Tacticismo al margen, es un tipo de acción, inteligente y con una capacidad de liderazgo muy sobresaliente. Es, en cierto modo, el modelo estadounidense en el que los principios políticos se dan por sentados y los candidatos muestran un perfil similar al de Iglesias. A ellos les va bien porque buscan poner al mando al mejor a su juicio. Nosotros no, de ahí argumentos del jaez “como todos roban, mejor que roben los míos” o “y tú más” o “el que se mueve no sale en la foto” que acaban cristalizando en presidentes como Rajoy o Zapatero.
Creo en el talento y creo en el talento para incorporar talento: Mas no es un mesías, en absoluto, es un político hábil y lábil y con alguien más empático enfrente no habríamos llegado a este punto de no retorno. Tampoco Iglesias es un mesías, solo es un profesor universitario con capacidades y voluntad suficiente para aprovecharlas. El problema es la mediocritas circundans, particularmente cuando está en el gobierno y el partido que lo sustenta.
Apreciado señor,
Desde mi punto de vista el gobierno central (PP) está haciendo muy poca labor política en la cuestión del nacionalismo catalán. El Sr. Artur Mas va inventando formas de proponerle a España que los dejen independizar. Mientras tanto el PP sólo contesta que es inconstitucional. No lo dudo, en breve el independentismo catalán encontrará un argumento que sea constitucional. Ese día España se desmembrará.
En cuanto al Sr. Julio, digo Pablo, Iglesias opino igual que el expresidente Felipe Gonzales cuando dijo que es totalmente respetable la libertad de la gente para votar a Podemos o a quien quieran, pero que el 99% de quienes votaron por Podemos en las últimas elecciones no tiene ni idea de qué está pasando en Venezuela.
Espero haber enfocado acertadamente ni comentario. Aprovecho para enviarle mi saludo.
Charly Agonías Freak
gracias por leer y comentar, solo una cosa: ¿De dónde sale que votar a Podemos es apostar por una Venezuela en España? En cualquier caso, no discuto la propuesta política ni de Mas ni de Iglesias ni de ninguno de los que cito, solo su derecho a intentar cambiar las cosas según su visión personal. Y no me llames de usted, es bastante claro para todos que somos parientes, no te parece?