“Mi hija, mi hermana” (Les Cowboy) cuenta la historia de un padre que, acompañado por su hijo, se dedica a buscar a la hija, evaporada en algún lugar de oriente medio, en una red integrista.
La película supone el debut en la dirección de Thomas Bidegain, reputado guionista de títulos como “Un profeta” o “De óxido y hueso”, por los que ganó el Cesar al Mejor Guion, además de ser el autor del libreto de “La familia Belier” o “Saint Laurent”.
En los papeles principales, el belga François Damiens (“La familia Belier”, “Los seductores”), Agathe Dronne, (“El pabellón de los oficiales”) y el joven Finnegan Oldfield (“Gang bang: una historia de amor moderna”).
En 1994, en una gran pradera del este de Francia, los amantes del country se reúnen en un gran festejo. Después de subir al escenario a cantar “Tennessee Waltz”, Alain (François Damiens) baila con su hija Kelly, de 16 años, mientras su mujer y el hijo pequeño de ambos, Kid, les miran divertidos. Más tarde, ese mismo día, Kelly desaparece, y la vida familiar se hunde: piensan en un secuestro hasta que llega una carta de la chica, diciendo que se ha marchado voluntariamente y que no intenten buscarla.
A partir de ese momento, Alain no hará otra cosa que buscar a la adolescente, arrastrando con él al niño -por lugares remotos, desconocidos e incluso siniestros-, que acabará sacrificando su juventud: entre Bélgica y distinto países de oriente medio, la búsqueda habrá durado quince años, y al final se habrá convertido en el nexo de unión entre dos culturas.
Un algo de thriller, un poco de melodrama y otro poco de western, en un tema sensible y delicado, con trasfondo político, al que sobra un final love story, decididamente folletinesco.
Sobre una base de hechos reales, que lamentablemente suceden con más frecuencia de lo que pensamos en nuestras modernas sociedades occidentales y laicas (un miembro de la familia se convierte, inexplicablemente, al islamismo y abandona todo para trasladarse a otro país donde, en muchos de los casos, acabará participando en acciones terroristas, cuando no en una guerra), se ha construido esta ambiciosa historia de un padre desesperado.
“Thomas Bidegain nos ofrece una primera película llena de ideas que no siempre están a la altura de las ambiciones”. Sin duda, la primera parte es mucho más convincente que la segunda.