Undécimo día del undécimo mes de 2023. Hemos recibido un correo electrónico de nuestro antiguo oficial de mantenimiento que ahora reside en Gaza. Nos ha dejado conmovidos, con una rabia infinita. Estas son sus palabras:
«Como recordaréis siempre estuve dedicado a labores de mantenimiento de la nave hasta que tuve que jubilarme anticipadamente por problemas de salud. Aunque abandoné la nave, el tratamiento médico caro, con medicación diaria de inmunosupresores y mensual del tratamiento biológico, me lo sigue cubriendo el sistema sanitario público de la federación.
Desde mi retirada vivo en la franja de Gaza, de donde eran originarios mis padres. Las medicinas me han llegado regularmente por las valijas habilitadas al efecto hasta el estallido de la guerra de Israel con Hamás, cuyas consecuencias está sufriendo todo el pueblo palestino; el bloqueo, los bombardeos y la invasión de la franja de Gaza están destruyendo el país. Los muertos por los ataques se cuentan por miles, sobre todo civiles, hombres, mujeres, niños y niñas.
Los hospitales, en una muestra de crueldad sin límites, no se libran de los ataques, algunos han sido destruidos, y la mayoría apenas pueden funcionar por la falta de energía y material médico. La gente se está muriendo porque no pueden ser atendidos. El personal sanitario está desesperado. Las escenas son dantescas en toda la franja, pero en los hospitales resultan especialmente crueles. Lugares donde se debe sanar convertidos en la antesala del infierno.
En mi caso, llevo todo el tiempo sin poder tomar la medicación porque justo tenía que recogerla cuando empezó el bloqueo. Sin medicación en esta enfermedad la recaída es segura y ya han empezado los primeros síntomas del brote que se está produciendo, si no se remedia la situación tengo los días contados.
Quizás no me mate una bomba o un derrumbe pero me matará mi propia enfermedad. Así que mi compromiso con las distintas ONG de ayuda humanitaria se han incrementado en todos los frentes hasta que mis fuerzas aguanten, dando un paso al frente en las labores más delicadas y expuestas, yo sí estoy sirviendo de escudo humano para proteger y ayudar a mis compatriotas, donde haya más peligro o donde haya que parar a las fuerzas de ocupación allá que voy, porque si hay que perder alguna vida más que sea la mía, que dentro de muy poco habrán conseguido que no valga nada.
Fue un honor servir en la nave, pero el sueño de un mundo más justo está completamente quebrado».