Si hubo una película que hizo llorar a los niños de mi generación esa fue Bambi. El patio de butacas del cine del barrio era un océano de lágrimas y mocos cuando la madre de Bambi se moría y el cervatillo quedaba huérfano, aunque muy bien acompañado por Flor. Bambi fue nuestra primera incursión al mundo de los adultos y a la realidad de que también la muerte forma parte de la vida; porque los niños –de todas las generaciones- se creen inmortales.
Hoy la memoria se me llena de recuerdos y los ojos de agua al conocer la muerte del conocido como “papá de Bambi”, el chino Tyrus Wong, fallecido en Los Angeles el 31 de diciembre de 2016, después de conseguir ser casi inmortal, a los 106 años.
Nacido el 25 de octubre de 1910 en Taishan (Guangdong, China), Tyrus Wong abandonó China siendo muy niño, junto con su padre, para instalarse en Estados Unidos donde consiguió destacar como pintor, ilustrador, ceramista, litógrafo, dibujante y decorador. En 1938 fue contratado como dibujante en los estudios Walt Disney, donde realizó un centenar de episodios de las aventuras del ratón Mickey.
Pero la obra maestra de su carrera – y del primer cine de animación- fue, y seguirá siendo, Bambi, la historia de un cervatillo que pierde a su madre y descubre en sus paseos por los bosques mil y una razones para maravillarse de la suerte de estar vivo. En 1942, justamente cuando la película “Bambi” se estrenaba en las pantallas de medio mundo, Wong se despedía de los estudios Disney y fichaba por la productora Warner, donde siguió trabajando como ilustrador hasta 1968.
Tras su jubilación, Tyrus Wong se dedicó a la creación de cometas (en general animales como osos pandas, peces rojos o cienpiés), que los sábados volaba erguido en la escollera de Santa Mónica.
En 2001, Tyrus Wong fue nombrado “Disney Legends”. En 2011 “Bambi” entró a formar parte de los fondos de la prestigiosa Biblioteca del Congreso, como “tesoro cultural, artístico e histórico” del patrimonio de Estados Unidos.
El cervatillo Bambi fue creado en la década de 1920 por el novelista húngaro Felix Salten, amigo de Sigmund Freud. Fue el premio Nobel de Literatura Thomas Mann quien ofreció el cuento a Walt Disney que decidió adaptarlo para el cine.