Como se ha banalizado tanto día dedicado a diversas conmemoraciones, no hemos puesto suficiente atención a dos de ellas, que se constituyen en pilares fundamentales del desarrollo y en la lucha contra la pobreza y la desigualdad: el derecho a la alimentación y el Día de la Mujeres Rurales, celebrados en este mes de la gesta revolucionaria de Octubre, hecho histórico que nos da un baño de energía y de esperanza en estos azarosos escenarios en que vivimos.
Las mujeres rurales juegan un papel indiscutible para garantizar el derecho a la alimentación, realizan una enorme contribución con su familia, sus comunidades y con el país, al ser parte de las cuidadoras de la tierra, sembradoras de surcos y semillas, resistentes a sequías, inundaciones y cualquier plaga que amenace el producto que garantizará la vida de sus familias.
Son un pilar de la economía familiar y nacional, papel que injustamente no se les reconoce. Buscan garantizar, prevenir, proteger la vida de quienes aman. Muchos ojos las ven como parte del paisaje y del folclor, acarreando agua en tinajas en sus cabezas, erguidas con la fortaleza que da la fuerza interior para llevar también en la espalda a su pequeño(a), o con tercios de leña, arando la tierra o sacando su producto.
Probablemente están enfrentando la misma desnutrición que sus hijos(as), seguramente se han curado de enfermedades de manera milagrosa; tal vez no saben leer ni están enteradas de que hay un día dedicado a ellas. Solo saben que deben seguir adelante, enfrentando este mundo que las ha mantenido en la exclusión, en la desigualdad.
Son rescilientes, tienen esa increíble capacidad para enfrentar los riesgos y los daños, son capaces de adaptarse a los cambios, recuperarse y seguir adelante. Guardan en su memoria la herencia de sus ancestras para emerger una y otra vez. Saben cómo reforestar las orillas de los ríos, cómo proteger las cuencas, pueden crear bancos de semillas criollas, que ya otros pretendían patentar, conocen formas de preservar los alimentos y hacen magia para que se reproduzcan.
Este es el año internacional de la Agricultura Familiar y tal vez una forma de desagraviar a quienes viven en el área rural sería la aprobación de la iniciativa 4084, ley de desarrollo rural integral, que contribuiría a atenuar la explosiva situación que estamos enfrentando y a iniciar una nueva ruta en la que las mujeres tengan un espacio para participar y tomar decisiones.
La Política Nacional de Desarrollo Rural Integral fue el resultado de un proceso participativo que fue aprobado en 2009, y está destinada a mejorar la vida de la gente que vive en el campo y define entre los sujetos priorizados a las mujeres indígenas y campesinas. El plan para impulsar esa política está en marcha, el mismo debe ser consecuente con esta definición, ya que la política establece el rol principal de la mujer en la reproducción y fortalecimiento de la economía campesina.
La Institucionalidad del Estado debe garantizarles tierra, activos productivos y servicios públicos para combatir la pobreza y las condiciones a las que ellas han sido encadenadas.