El adolescente Ángel Santiago habla en una de las variaciones de la lengua zapoteca que hay en el estado de Oaxaca, en el suroeste de México, y pide un modelo educativo que «respete nuestra cultura y nuestras lenguas», parado ante el candidato presidencial con mayor opción de triunfo en las elecciones de julio, informa Daniela Pastrana [1] (IPS) desde Guelato.
El profesor Juan José García Ortiz, también presidente municipal (alcalde) de Guelatao, un pequeño pueblo de este estado suroccidental, habla en zapoteco y español sobre los problemas de la educación en México y finaliza con un mensaje: «Nunca más un México sin los pueblos indígenas».
Lo mismo hace la poeta Irma Pineda López, quien lee los compromisos elaborados por el grupo magisterial más organizado del país, el de Oaxaca, que también es el que cuenta con mayor población indígena de México y donde 418 de sus 570 municipios son de mayoría indígena y se rigen por los usos y costumbres originarios.
El candidato presidencial, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, asiente. Junto a él está Susana Harp, una destacada cantante internacional de música tradicional zapoteca, quien es candidata al Senado por el partido del aspirante presidencial, Morena.
Y poco detrás, Esteban Moctezuma, propuesto por López Obrador para ser secretario (ministro) de Educación de su gabinete en caso de ganar los comicios del 1 de julio.
La escena ocurre el 12 de mayo en el pueblo donde nació el único presidente indígena que ha tenido México, Benito Juárez. Allí presentó López Obrador su propuesta para cambiar la educación en el país y, llamativamente, todos los participantes hablaron primero en su lengua materna originaria y luego en castellano.
Entre los compromisos del candidato está el de establecer las escuelas bilingües en todas las regiones con mayoría indígena.
Lo sucedido en Gualatao es la señal de un fenómeno que ha comenzado a registrarse, muy lentamente aún, en todo el país: la recuperación de lenguas nativas.
Más hablantes
En la última década, de acuerdo con los censos poblacionales que hace cada cinco años el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el número de hablantes de lenguas indígenas en México aumentó 20 por ciento, prácticamente al mismo ritmo que el crecimiento poblacional.
De hecho, por primera vez en 80 años se detuvo la tendencia a la baja en la población hablante de lenguas originarias.
Una buena parte de este fenómeno se debe a la labor de jóvenes indígenas que están trabajando por recuperar la identidad, la lengua y el territorio que habían perdido sus padres.
«Estamos tratando de recuperar nuestra lengua y de convencer a los mayores de que no vendan la tierra, porque ya no estamos dispuesto a avergonzarnos de nuestra identidad indígena», explica a IPS José Koyoc Ku, integrante de la radio comunitaria Yúuyum Radio, que difunde la voz maya en Yucatán, en el sureste del país.
Los mayas son junto con los zapotecas y loa nahuas los tres pueblos originarios más numerosos actualmente en México.
En México hay actualmente 68 pueblos originarios y 364 derivaciones de once familias lingüísticas, que sobrevivieron a la colonia española, donde se perdieron 143 lenguas, según la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Durante décadas, la narrativa oficial, recuerdan los activistas, replicó el discurso de la unidad nacional y el argumento de que, a diferencia de otros países, en México no hubo un exterminio ni segregación de los indígenas.
Además, México nunca tuvo políticas multiétnicas y la primera forma de segregación de los pueblos fue la lengua, pues se estableció el castellano como único idioma oficial, a pesar de que cuando el país nació como Estado independiente, casi la mitad de la población era indígena.
La Encuesta Intercensal de Población y Vivienda 2015 de Inegi indicó que de los 119 millones de mexicanos de aquel año, 15,7 millones que se consideraban indígenas, aunque solo la mitad hablaba alguna lengua nativa.
«A nuestros padres y a nuestros abuelos les enseñaban el español con una cruz en una mano y un garrote en la otra y tenían prohibido hablar en su lengua», cuenta a IPS María de la Luz Villa Poblano, indígena cochimí del noroccidental estado de Baja California Sur, que a sus 71 años dirige una batalla por el reconocimiento de su pueblo.
En la práctica, hay coincidencia en que los indígenas mexicanos fueron ignorados hasta que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional hizo su aparición pública, en enero de 1994, y marcó un parteaguas con su lema: «Nunca más un México sin nosotros».
En mayo de 2017, el Congreso Nacional Indígena decidió participar en un proceso electoral y postular a una mujer indígena como representante del Concejo Indígena de Gobierno para buscar la candidatura presidencial por una vía independiente de los partidos políticos.
«Sabemos que tenemos enfrente quizá la última oportunidad, como pueblos originarios y como sociedad mexicana, de cambiar pacífica y radicalmente nuestras formas propias de gobierno», dijeron los zapatistas entonces en un comunicado.
María de Jesús Patricio, la representante que se registró en la contienda, no logró pasar a la siguiente fase porque solo pudo recopilar un tercio de las firmas requeridas para obtener el registro. Pero en los distintos foros habló de que su participación era por un asunto de sobrevivencia.
Ello debido a que la situación para los pueblos nativos de México es crítica, coinciden estudios, especialistas y representantes de pueblos originarios.
Más pueblos en extinción
Según los datos de la estatal Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 23 de los 68 pueblos nativos se encuentran en «extinción acelerada» y, de ellos, 14 de esos que ya están en vías de desaparecer, pues tienen menos de 500 integrantes.
Por su parte, el gubernamental Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), reconoce que si el contexto no se transforma, 64 lenguas se encuentran en extinción y la mayoría se convertirán en referencia histórica antes de 20 años. De hecho, de las 364 derivaciones lingüísticas que hay en el país, solo 185 no están en riesgo inmediato de extinción.
«Las lenguas están amenazadas porque tienen poca presencia en los medios de comunicación y en el ciberespacio, no han sido tomadas en cuenta por diversas instituciones públicas (en los tres órdenes de gobierno)», ha planteado Javier López Sánchez, director de Inali.
De hecho, ha denunciado, «se han relegado al uso familiar, comunitario, se ha disminuido el uso. Por políticas públicas mono linguales dejaron de transmitirlas también a sus hijos. Y a todo eso hay que agregarle la discriminación».
Pero los pobladores de esos pueblos han decidido dar la batalla por su supervivencia como pueblos nativos.
De acuerdo con los datos oficiales, la tendencia a la baja que durante 80 años registró el porcentaje de población hablante de lenguas indígenas en México se detuvo en 2005 y desde entonces se ha mantenido igual que el crecimiento poblacional: de seis millones de hablantes en 2005, pasaron a 6,6 millones en 2010 y 7,3 millones de hablantes en 2015.
En esos años, el porcentaje de hablantes de lenguas originarias se ha mantenido en 6,5 por ciento de la población total del país.
«Dicen que estamos en extinción, pero no lo estamos, y no lo vamos a estar mientras nosotros queramos mantenernos siendo indígenas», asegura a IPS con convicción Susana Hernández, en uno de los viajes de IPS por el país al encuentro de comunidades originarias, en el nororiental estado de Coahuila.
Ella es una mujer perteneciente al pueblo kikapú que se casó con un pa ipai, al que pasó a pertenecer. Son dos de los pueblos del norte de México que, de acuerdo con los datos oficiales, están por desaparecer.
- Edición: Estrella Gutiérrez
- Publicado inicialmente en IPS Noticias