“Mi arte es un acto de confesión”. Edvard Munch
Edvard Munch ( 1863-1944), el gran artista noruego, precursor del Expresionismo, creador de un estilo propio, exponente de los conflictos del hombre moderno, audaz narrador del tema del amor y la muerte, vivió y murió solo, buscando en el arte la verdad y la luz.
Sus obras son el testimonio de sus angustias y desvarios pero también del espíritu de cambio e innovaciones del siglo XIX. Pudimos ver su legado en el Museo Munch, museo que se trasladará a una nueva sede en el 2019, un gran complejo cultural, en el área de Bjorvika, Oslo, donde se encuentra Den Norske Opera & Ballett.
En el testamento de 1949, Munch dejó sus obras como legado a la ciudad de Oslo. Con este acerbo se creó el Museo, inaugurado en 1963, enclavado en el parque del barrio Toyen.
“La donación de Munch alcanza 1100 pinturas, mas de 15 000 dibujos, grabados y esculturas.”- comenta la jefa de prensa, informándome de que no hay una exposición permanente de obras del artista sino que se organizan curadurias de exhibiciones con las obras del patrimonio.
Munch fue artista solitario, se aferró a su arte con convicción y no se dejó tentar por las influencias, él fue precursor del Expresionismo alemán, también se autoclasificó pintor simbolista y experimentador del “Realismo Psíquico”.
El cuadro El grito fue el mas famoso de su amplia trayectoria, después del robo acontecido en este museo que visito, fue trasladado a la Galeria Nacional de Arte. Alcancé a verlo en un viaje anterior y sin duda, es una obra sobrecogedora. Pero son varias las obras impactantes que pudimos apreciar en esta exposición: Munch entre el reloj y la cama, Madonna, Ansiedad, Amor y Psiche, La Danza de la vida, Ashes, y una serie de autorretratos que se hizo el pintor a través de su vida y que marcan los distintos momentos de su estética.
Munch sufría de depresión y neurastenia pero, según referencias, no deseaba curarse porque consideraba que ésa era la fuente de su arte. En verdad, la muerte de su madre y de su hermana, acontecida en su infancia, lo afectó y siempre estuvo unido al dolor y a la muerte, que fueron temas de sus obras.
Decidió ser pintor abandonando sus estudios de arquitectura, para cursar los de Artes Plásticas, siguiendo la escuela pictórica del Realismo, pero pronto se revela contra la técnica académica. Al viajar a París descubre a los impresionistas, renuncia a la perspectiva y comienza su estilo personal. Lo hace a partir de su experiencia de vida, como testigo del siglo. Lo que podría ser un arte narrativo, se torna un arte psicológico, donde trata de expresar los sentimientos, la duda, la angustia, el drama del hombre moderno.
Confluyen en Munch el amor, la muerte, las pasiones, además de algo morbido y decadente de fin de siglo y el deseo de expresar y de innovar, forzando al límite su técnica. En muchos de sus obras practica una suerte de puntillismo, en otras, raspa con pinceladas verticales y horizontales el cuadro, en algunas, violenta la visión con colores que ondulan en la tela. Coloca los personajes en primeros planos, separados, ausentes unos de los otros, acentuando la soledad. No le importa la distorsión de la figura sino expresar el sentimiento y el espíritu que ahonda en estos personajes.
Haciendo el recorrido por las salas de la muestra que abarca una centena de obras y que fue organizada conjuntamente con el Museo de Arte de San Francisco (SFMOMA) y el Museo Metropolitano de Nueva York, se aprecian las técnicas mixtas y los temas que rondan tanto en sus cuadros mas famosos como en otros casi no exhibidos.
Munch viajó mucho en su vida y expuso en casi toda Europa. Logró exito en Alemania, en Berlin, donde se vinculó a un grupo de artistas y escritores escandinavos, entre ellos el dramaturgo sueco August Strindberg, en esas tertulias surgen los temas del amor y del sexo, la psicología y la incomunicación. Realiza entonces la serie Friso de la vida, y escribe sobre su arte como “Realismo Psíquico”, también conoce al filósofo Nietzsche, a quien retrata.
Durante esos años, hace trabajos para el teatro por encargo de Max Reinhardt y lee a otro celébre noruego: Ibsen, quien, como él, experimenta “el sentimiento trágico de la vida”.
Frente al cuadro Madonna, algo se quiebra, emana una mezcla de sensualidad, erotismo y melancolía. Es una mujer seductora o es la presencia de la muerte, es el símbolo del erotismo o de la soledad? O es acaso el ideal de algo inalcansable…
Se pueden apreciar estudios sobre la naturaleza, pintura simbolista y autorretratos de su últimos años, como el cuadro Entre el reloj y la cama de 1940-43, donde se observa una composición casi geométrica, estática, solo movilizada por el color, tiene como eje al hombre, al artista, entre el reloj, símbolo del tiempo que lo inmortalizará y la cama, espacio del amor y de la muerte.
Cuando regresa a Noruega en 1909, crea pinturas para la Universidad de Cristiania, se interesa por los movimientos de los trabajadores, pero se refugia en su casa de Ekely, aunque asiste a todas los honores que le ofrecen y a los premios que le otorgan. Ya es artista consagrado. Muere el 23 de enero de 1944.
La inauguración del nuevo Museo Munch será una maravillosa ocasión para visitar nuevamente la bella ciudad de Oslo y revivir el misterio y la fuerza de los cuadros de este artista nórdico, creador de un mundo de pasiones, interrogantes y delirios.