En el festival Different 11 [1] que se celebra en el cine Majestic de París hemos visto “No se decir adiós”, opera prima del joven director madrileño Lino Escalera, galardonada ya con numerosos premios: el Goya de mejor actriz para Nathalie Poza, y en el festival de Málaga los premios de mejor actor de reparto para Juan Diego, y mejor guion a Lino Escalera y Pablo Remón.
Me ha encantado la película de Lino Escalera por varias razones. En su tratamiento agridulce me ha hecho pensar en otra película del mejor cine español que era “Mi vida sin mi” de Isabel Coixet, aun siendo bien genuina y diferente de aquella. Escalera y su guionista Remón abordan con valentía y sobriedad el grave tema de cómo hacer frente o de cómo prepararse para la muerte, tanto uno mismo, como los seres queridos que te rodean.
Por la estructura del guion, puntuado de fundidos en negro para separar las secuencias y provocar cierta distanciación en la inevitable emoción, como por la austeridad de su puesta en escena y el buen uso de la música adicional, la película de Lino Escalera logra progresar en su tensión dramática, si caer nunca en el melodrama lacrimógeno.
Las situaciones y los diálogos que acompañan la agonía de José Luis ( magistralmente interpretado por Juan Diego), están puntuados de ironía y de humor. La película cuanta el reencuentro de Clara con su padre enfermo y con su hermana, un relato de silencios y de viejos rencores familiares, sobre la dificultad de la comunicación entre padres e hijos, que Escalera filma con tacto, humor y sensibilidad.
El anuncio brutal de un cáncer en fase terminal es el punto de partida de este drama, en el que sus tres personajes principales se enfrentan y se niegan a aceptar en un primer momento la idea de la muerte. El padre enfermo que tarda en comprender y aceptar lo inevitable, y las dos hijas tan diferentes, que oponen la negación de los hechos al diagnostico médico.
Brillante trio de actores
La película cuenta con un excelente trio de actores: Juan Diego, Lola Dueñas y Nathalie Poza, aunque es esta última la protagonista, pues todo el relato se articula en torno a su personaje, Clara es la hija independiente y luchadora que se fue de Almería a Barcelona, y que va a pasar de esa negación de los hechos a la lucha contra la enfermedad y su aceptación, en ese triste aprendizaje por el que pasan sus tres personajes y que resume en su titulo “No sé decir adiós”.
Aunque Nathalie Poza es hoy ya una gran actriz de teatro, televisión y cine español, tras haber sido nominada tres veces a los premios Goya como mejor actriz, esta es la primera vez que la Academia de cine le otorga el Goya a la mejor interpretación femenina, por su papel en “No se decir adiós”.
En el cine la habíamos visto en el reparto de películas como “Julieta”, “Días de futbol”, “Truman”, o “Lo mejor de Eva”, pero es Lino Escalera quien le ha ofrecido ahora en “No se decir adiós” un papel protagónico en el que la cámara se enamora en cada plano de su personaje, en lucha con los otros y consigo misma. Un papel poblado de silencios y de introversión, que le permite mostrar plenamente su talento de actriz.
Lola Dueñas es Blanca, la hija más conformista de José Luis, que tiene una hija y vive con su marido y con su padre. Una mujer resignada a su propia suerte y resignada ante la vida. Lola Dueñas, quien se dio a conocer con Javier Rebollo, en sus cortometrajes y su excelente “Lo que se de Lola”, ya no necesita hoy presentación. Desde “Mar adentro” a sus películas con Almodóvar, su brillante filmografía ha acumulado numerosos premios, entre ellos dos Goya de mejor actriz.
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José Luis es el veterano Juan Diego, un rostro familiar e indispensable del cine español, que en papeles secundarios o protagónicos sabe siempre aportar un valor añadido a las películas en las que participa, con pasión y entusiasmo.
Un papel a sus 76 años y con cinco décadas de teatro, cine y televisión a sus espaldas, en el que afirma haber aprendido a decir adiós, es decir a mirar la muerte cara a cara.
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Dífferent 11: Encuentros de Cine español en París, homenaje a Juan Diego
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