Gabriel García Márquez Gabo murió el 17 de abril de 2014 a las 12.08 horas en su casa de Ciudad de México mientras sonaban los vallenatos de Rafael Escalona, que su mujer Mercedes Barcha había puesto en el tocadiscos de la habitación para que esa música, que tanto había amado, acompañara los últimos instantes de la vida del escritor.
Lo cuenta el poeta y periodista Gustavo Tatis Guerra en “La flor amarilla del prestidigitador” (Navona), un libro sobre las relaciones entre Tatis y Gabo en el que el periodista desvela aspectos poco conocidos del Nobel colombiano y analiza su obra a la luz de vivencias y memorias compartidas.
La mirada del amigo
Un día en que Gustavo Tatis acudió a reclamar la pensión de su abuela Escolástica Flórez en los bajos de la Gobernación de Bolívar en Cartagena de Indias, cuando el bedel voceó el nombre y la localidad de Sincé (de donde había venido para acudir a la cita), de entre el grupo de personas que estaban esperando para otras gestiones se levantó un hombre que le preguntó “¿Tú qué eres de Escolástica?”. “Soy su nieto”, respondió Tatis.
El hombre que se le había acercado era Gabriel Eligio García Martínez, padre de Gabriel García Márquez y amigo desde la infancia de los abuelos y los tíos de Tatis en Sincé, Sucre. Desde entonces se inició entre ellos una relación que llevó varias veces al periodista a la casa paterna del escritor, donde lo conoció personalmente y en la que era considerado como de la familia. Gracias a este episodio Tatis inició una amistad con García Márquez que trascendió la relación periodística y sólo se interrumpió con la muerte del escritor.
Gustavo Tatis le hizo dos grandes entrevistas a García Márquez, la primera el día de jueves santo del año de 1992 y la segunda el jueves santo de 1993, las dos sin fotos y sin grabadora, como siempre exigía Gabo (García Márquez falleció también otro jueves santo, como Úrsula Iguarán, uno de los personajes de “100 años de soledad”).
Los materiales de estas entrevistas, que Tatis publicó en el periódico “El Universal” de Cartagena de Indias, donde también había trabajado García Márquez, forman parte de este libro junto a los testimonios del propio García Márquez, de Gabriel Eligio, de algunos hermanos del escritor y de Luisa Santiaga Márquez Iguarán, la madre de Gabo, a quien prometió no publicarlos hasta su muerte (murió a los 97 años, “perdida en las lagunas de la memoria”).
En su libro Tatis recoge el recuerdo, según el testimonio de Gabo, de cuando su abuelo el coronel Nicolás Márquez lo llevó a conocer el hielo que había llegado en bloques a la compañía bananera y le puso las manos sobre el espejo de la superficie, una experiencia que para aquel niño fue “el asombro para una novela infinita”.
Hay otros episodios más conocidos de su infancia, como el suicidio de Emilio el Belga, el fascinante descubrimiento de “Las 1001 noches” en un ejemplar descuadernado que se guardaba en una buhardilla de la casa, el origen de los nombres de Macondo y del general Buendía, las génesis de las novelas de dictadores y patriarcas y de la “Crónica de una muerte anunciada” o sus vivencias en Aracataca y Cartagena de Indias.
Tatis dedica también capítulos a las relaciones de García Márquez con Fidel Castro y a la fascinación del escritor por el poder (“porque resume toda la grandeza y miseria del ser humano”), al episodio de su enemistad con Vargas Llosa, a la concesión del Nobel (que sirvió para que a su madre le arreglasen ese día el teléfono de casa), a su pasión secreta de jugar al tenis a las seis de la mañana, a su oficio de periodista en “El Universal”, “El Heraldo”, “El Nacional” y “El Espectador”, a las lecciones impartidas en su Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, a la presencia de las flores amarillas en todos los momentos importantes de su vida, al último homenaje en 2007 en Cartagena de Indias en su 80 cumpleaños y en el 40 de la publicación de “Cien años de soledad”… hasta la aparición de la neumonía crónica, y del alzheimer, que le impidió escribir los dos últimos tomos de sus memorias. Y de su muerte hace ahora cinco años.
Parecía imposible que después de las biografías que sobre García Márquez escribieron Gerald Martin (“Gabriel García Márquez. Una vida”), Dasso Saldívar (“El viaje a la semilla”), Plinio Apuleyo Mendoza (“El olor de la guayaba”) y de las propias memorias del escritor (“Vivir para contarla”) quedasen aún cosas ignoradas de la vida de Gabo.
Y sin embargo algunas de las que aquí recoge Gustavo Tatis no se habían contado antes y tienen ese valor de lo inédito y lo desconocido que tanto apreciamos de los personajes que nos fascinan.
[…] Cuando se cumple un lustro del fallecimiento de García Márquez un nuevo libro revela aspectos desconocidos del Premio Nobel colombianoPor Francisco R. Pastoriza -16/04/20190 […]