Estamos tan inmerso en las tormentosas coyunturas que lo positivo nos pasa por encima. Como cada gobierno, cada Congreso y cada etapa del Organismo Judicial es peor que la anterior, solo estamos a la espera de las próximas elecciones para seguirnos lamentando de nuestros males y calificando a esa próxima administración, en todos los ámbitos, como la peor. Por lo menos eso es lo que priva tanto en conversaciones privadas como en publicaciones de prensa en Guatemala.
Sin embargo, una encuesta realizada por el grupo Gallup en 138 países reveló que Guatemala, en mayo, tenía una población con mayores emociones positivas a nivel mundial, solo detrás de Paraguay y Panamá; un 83% de guatemaltecos (as) afirmaron haber experimentado una o más emociones positivas en el transcurso del día anterior de la encuesta.
Hay un gran asidero que cobija esos sentimientos de agrado; tenemos razones por las cuales nos debemos sentir privilegiados. Nuestra incomparable geografía, la belleza del paisaje, el clima, el entorno, la riqueza multiétnica, pluricultural y multilingüe podrían conjuntarse para irradiar ese orgullo de pertenecer a este país.
El ballet moderno y folclórico nacional, recientemente homenajeado, que a pesar de que el Estado no le garantiza el presupuesto, ofrece espectáculos extraordinarios cargados de historia, tradiciones, belleza, colorido y arte; las orquestas sinfónicas, incluyendo el Sistema Nacional de Orquestas, que con centavos mantienen una calidad extraordinaria de músicos; todo ese capital humano, bailarines, directores, coreógrafos y personal de apoyo, que con entrega hacen vibrar las almas de los espectadores. Y de valores y estrellas podemos también formar nuestro propio firmamento. Menciono solo a algunos pocos.
Nos iluminan de lejos: Tito Monterroso, Luis Cardoza y Aragón, Efraín Recinos, Carlos Mérida, Miguel Ángel Asturias, Manuel José Arce, Gloria Méndez Mina, José Milla y Vidaurre y Enrique Gómez Carrillo; y otros luceros a quienes todavía podemos ver, admirar y reconocer: María Teresa Martínez, actriz de estirpe, orgullo del Teatro Nacional; don Tonito García Urrea, escritor y periodista; Luis Domingo Valladares, polifacético y ser humano extraordinario.
Y de jóvenes talentos también está colmada nuestra esencia guatemalteca, genios visionarios como Luis von Ahn; voces privilegiadas como la del tenor Mario Chang y Gaby Moreno. La actriz Karen Martínez y el actor Brandon López, jóvenes estrellas de la pantalla grande; Domingo Yojcom, matemático; Elizabeth Zamora, experta en taekwondo; Sergio Flores, ingeniero, primer extranjero contratado en la planta Samsung en Korea; Luis Juárez Quixtán, guitarrista reconocido en Francia; Fabricio Díaz, fotógrafo reconocido por la National Geographic; Alfredo Leal Quej, ganador en la competencia de talento e innovación de las Américas; Ana Sofía Gómez, gimnasta; Mirna Ortiz y Érick Barrondo, marchistas; Carolina Barillas Mury, científica; Marcos Antil, q’njobal dueño de empresas en Estados Unidos, Colombia y México.
Gracias a ellos y a todos los grandes talentos y valores por esos actos que inspiran nuestras vidas.