Our town, la epopeya de gente corriente

Empieza fuerte, por qué tanto ardor. El título Our town significa «nuestro pueblo», pero qué es lo que me quieren decir vocalizando así, alzando la voz de esa manera y arrastrando las sílabas después, encarándome como si yo fuera también protagonista, una más del pueblo, ¿por qué?

our-town-cartel Our town, la epopeya de gente corrienteSi total lo que me están contando es de lo más normal, todos sabemos cómo es un pueblo por dentro (lo que marca las relaciones entre vecinos, las hortalizas que mejor se dan, sus flores más tempranas, la puesta de sol), y sus coordenadas nos tienen absolutamente sin cuidado, Norte, Sur, hemisferio arriba o abajo, qué sé yo, pero no. Se trata de un pueblo en particular, uno llamado Grover’s Corner pero cuyas características son extensibles a cualquier pueblo: nacimiento, vida y muerte. Los oficios son los que ya conocemos (granjeros, labradores, mineros, el médico, el editor del único periódico); los afanes y porfías de la gente también.

Entonces, a qué viene este comienzo que parece que me lo quieren meter por los poros y no solamente por los ojos y la piel, hablándome de dónde se sitúa, las fechas en que se fundó, el nombre de algunos de sus moradores cuyo número se acrecienta en cada generación.

Luego lo entenderemos, a medida que el relato avance y gane en profundidad, el por qué nos lo subrayan de esa manera casi cruel.

Porque lo que se nos va a representar es de tal calado que abarca la vida del pueblo, y a lo largo de tres actos sin descanso, tres generaciones veremos desfilar, no conviene perderse ni una tilde aunque sigamos creyendo que no va con nosotros. Y porque del nacimiento (primer acto) se desliza hacia la muerte (tercer acto) a través de la vida y del amor (segundo acto). Y aún se atreve a mirar las vidas en perspectiva desde la atalaya de la eternidad, chapeau, la mayor novedad. Es así como va ganando en hondura e intensidad dramáticas, si bien no depone nunca el brío inicial, yo diría que lo matiza. Son 14 los protagonistas, jóvenes en su mayoría, brío no es precisamente lo que les falta y así lo transmiten.

Elogiemos ahora a hombres famosos, reza el título irónico del libro de los autores Walker Evans y James Agee que sobre el mismo tema tengo entre manos, y convendría tenerlo en cuenta porque es también norteamericano y la ironía se debe precisamente a eso: Con lo que ha sufrido la gente corriente entre guerras y no guerras, venme tú a mí ahora a cantar las hazañas de los grandes hombres. En Our towb ni siquiera se habla de guerras, sólo lo corriente: Nacer, crecer, casarse, trabajar, tener hijos y morir. La vida y la muerte, vivir y morir.

Ése es el tema de Our Town y, como reza La canción del mar, “hay en el mundo más llanto del que puedas entender”. Pero la historia con mayúsculas prefiere siempre centrarse en los grandes hombres cuya vida tiene al menos un punto de gloria que equilibra poéticamente el sufrimiento. Our town (Nuestro pueblo) se centra precisamente en todo lo contrario: reivindicar la vida de la gente que conforma un pueblo y que es la que escribe de verdad su historia, la intrahistoria, aunque a veces haya que gritarla para que te atiendan porque nadie atiende. Estos chicos lo saben, he ahí su afán recreador.

Una de las cosas más mágicas de la obra es que tienes que deducir su actividad en escena por sus palabras y sus gestos. Por ejemplo: si comen, no hay comida; si el organista toca el órgano, lo hace sin órgano; si la madre prepara el desayuno, sólo sus actitudes y sus palabras te lo indicarán. Y el escenario no existe, no hay entradas ni salidas, sólo un cuadrilátero en el centro rodeado de público con unas cajas metálicas desmontables que lo mismo sirven para mesas, sillas, camas, tumbas o el amor.

  • Título: Our town
    Autor: Thorton Wilder 1938 (1957 The Wilder family LLC.)
    Dirección: Gabriel Olivares
    Reparto: Raúl Peña, Chupi Llorente, Alejandro Pantani, Mónica Vic, Ángel Perabá, David García Palencia, Efraín Rodríguez, Eduard Alejandre, Eva Higueras, Javier Martín, Gemma Solé, Elena de Frutos, Paco Mora, Roser Pujol.
    Escenografía: Felype de Lima
    Iluminación: Carlos Alzueta
    Vestuario: Paco Mora
    Espacio sonoro: Ricardo Rey
    Centro Cultural de la Villa
    Fecha: 1 de mayo (hasta el 17 de mayo)
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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