La realizadora brasileña Laís Bodanzky (Brainstorm, Bicho de siete cabezas, Las mejores cosas del mundo) ha dirigido con maestría la película “Como nuestros padres”, una historia de búsqueda personal en la que la actriz Maria Ribeiro (Tropa de élite 2, Vidas secas), da vida a Rosa, una mujer que acaba descubriendo que su “perfecta” manera de plantearse la vida como madre, hija, esposa y amante, no es más que un espejismo.
De padres intelectuales comprometidos y madre de dos preadolescentes, se encuentra atrapada entre las dos generaciones. Cuando su madre le confiesa un secreto se enfrenta con su auténtica realidad y la necesidad de descubrir quién es ella realmente.
Sin ser una proclama feminista, “Como nuestros padres” nos mete de lleno en una reflexión sobre los enfrentamientos intergeneracionales, en una sociedad como la brasileña que sigue apegada al patriarcado. Presentada en la 67 edición del Festival de Berlín, la intención de su realizadora era denunciar lo que define como “la opresión invisible”, cuyo referente encontró en la obra “Casa de muñecas” del dramaturgo noruego Henrik Ibsen (un ambiente familiar estructurado en torno a un personaje femenino aparentemente muy frágil que acaba encontrando el valor para abandonar esa realidad), y plantear cuál puede ser la respuesta a esa situación que, en el caso de la protagonista, no pasa por la contestación generalizada sino que opta por replegarse en sí misma y buscar la solución que pueda satisfacerle.
Lamentablemente, el cine brasileño que, a juzgar por las escasas últimas producciones que nos llegan (“Aquarius”, “Casa grande”…) ha recuperado al menos parte de la potencia que tuvo a mediados del siglo XX, sigue relegado a los festivales y son muy pocas las películas que llegan al público en nuestro país.
Ir a ver “Como nuestros padres” puede ser la forma de familiarizarse de nuevo con él gracias, fundamentalmente, al trabajo de la actriz Maria Ribeiro en el papel de esa mujer decepcionada, persona y profesionalmente.