Imran Jan vence en las legislativas del 25 de julio de 2018
En las elecciones generales de Pakistán, la ciudadanía rechazó de plano a los partidos políticos de tendencia extremista y a candidatos con vínculos con organizaciones terroristas y, en cambio, optó por alternativas liberales, apostando a la paz, informa Ashfaq Yusufzai [1] (IPS) desde Peshawar.
«Ninguno de los partidos vinculados al terrorismo consiguió ni uno de los 272 asientos de la Asamblea Nacional porque la gente no les quiso dar el poder de legislar», explicó el analista Mohamad Junaid en diálogo con IPS.
El sábado 28 de julio, los funcionarios de la oficina electoral anunciaron que la exestrella de críquet Imran Jan, del centrista Movimiento por la Justicia (PTI), fue el ganador al quedarse con 115 de los asientos parlamentarios en disputa en los comicios del día 25.
La hasta ahora gobernante centroderechista Liga Musulmana de Pakistán (Nawaz), se quedó con 64 asientos, y el centroizquierdista Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) con 43. Los restantes asientos se repartieron entre agrupaciones más pequeñas e independientes.
Junaid, profesor de ciencia política en la Universidad de Peshawar, recordó el enorme sufrimiento que ha soportado Pakistán a causa del terrorismo, y la gente claramente rechazó a las agrupaciones con vínculos terroristas.
El partido extremista Allah-o-Akbar Tehreek dio su apoyo a candidatos extremistas, vinculados con el autor intelectual del atentado de Mumbai en 2008, cuando murieron 108 personas, Hafiz Mohamad Said, quien encabeza la proscrita Jamaat-ud-Dawa (JuD), una de las mayores organizaciones terroristas de Asia meridional. Pero la ciudadanía lo rechazó de plano, pues no obtuvo ni un escaño en la Asamblea Nacional.
El hijo de Said, Talha Said, impugnó las elecciones desde la provincia de Punyab, pero perdió. Y su yerno, Jalid Walid, siguió un destino similar.
Los resultados ofrecidos por la Comisión Electoral de Pakistán muestran que los candidatos de ese partido solo recibieron 171 441 votos, una ínfima proporción de los más de 49 millones contabilizados.
El partido Tehreek-i-Labaik Pakistan (TLP), con un claro perfil sectario, presentó más de 150 candidatos a la Asamblea Nacional y cientos más a las asambleas provinciales.
El partido recibió solo dos millones de votos y solo dos de sus candidatos resultaron elegidos para la asamblea provincial de Sindh, una de las cuatro provincias de Pakistán.
La ciudadanía también rechazó a los candidatos de Jamiat Ulemai Islam Sami, por su vinculación con la organización terrorista Tehreek Taliban Pakistan (TTP).
El líder del partido, Maulana Samiul Haq, es conocido como el padre del Talibán, y su seminario Darul Ulum Haqqania, como la Universidad de los Yihadistas.
Pakistán recibió muchas críticas tanto de los medios locales como internacionales, de organizaciones de derechos humanos y de gobernantes por tener a cientos de candidatos con claros vínculos con extremistas haciendo campaña abiertamente.
Y en junio, la organización Grupo de Acción Financiera puso a este país en su lista de los que financian el terrorismo.
Estados Unidos encabezó la iniciativa para que Pakistán figurara en esa lista como forma de presionarlo a cubrir los vacíos legales que permiten la financiación de organizaciones terroristas. Washington ya había acusado en otras oportunidades a Islamabad de ofrecer refugio a los terroristas.
Sin embargo, este país no ha sido inmune a los atentados terroristas.
El 10 de julio de 2018, Harun Bilur, candidato del Partido Nacional Awami, fue asesinado en Peshawar junto con otros 30 dirigentes políticos. La organización terrorista TTP arguyó que el atentado era razonable. Y dos días después, otro candidato del PTI murió en otro ataque.
Luego, el 13 de julio, Siraj Raisani, junto a otras 130 personas, fue asesinado en un atentado suicida en Balochistán, otra de las cuatro provincias pakistaníes. Y el mismo día de las elecciones, hubo otro atentado en esa provincia, donde murieron 30 personas.
Pero los ataques no lograron disuadir a la gente que hacía largas colas para votar. Alrededor de 55 por ciento de los 100 millones de votantes registrados pudieron sufragar, la mayor participación en la historia de Pakistán, con más de 200 millones de habitantes.
Junaid señaló que los insurgentes buscaban promover su agenda y gobernar con mano dura, recurriendo al miedo y sin democracia.
En su discurso tras la victoria, Jan condenó al terrorismo y se comprometió a instalar la paz en la región: «Queremos una mejor relación con nuestros vecinos, India, Irán y Afganistán, así como con China y Estados Unidos, para tener paz en la región», subrayó.
El ejército de Pakistán desplegó 350 000 soldados para garantizar la seguridad de los centros de votación el día de las elecciones en el marco de su apoyo público a la democracia: «Los combatientes quieren instalar la anarquía en nuestro país, pero el país está unido contra la insurgencia. Nuestro ejército y los gobernantes civiles están en la misma línea y decididos a continuar con la guerra contra el terrorismo hasta su final lógico», declaró el portavoz del ejército, general Asif Ghafur.
El analista Khadim Hussain opinó que el resultado de las elecciones revela el odio que la gente le tiene al terrorismo al punto que participaron de una «campaña de altos decibeles» para derrotarlo: «Se veían largas filas de personas esperando afuera de los centros de votación. La gente estaba animada y alegre, una señal de que quieren democracia y rechazan el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones», añadió.
A pesar de los atentados terroristas, el humor era muy animado, y los pueblos y ciudades estaban adornados con banderas y pasacalles partidarios, invitando a la gente a votar por sus candidatos. El mensaje fue fuerte y claro: la gente quiere democracia a cualquier costo, explicó Hussain.
Los observadores extranjeros consideraron que las elecciones fueron libres, justas y transparentes, a pesar de los muchos incidentes.
«Numerosos atentados violentos contra partidos políticos, gobernantes, candidatos y funcionarios electorales impactaron en el ambiente electoral», declaró el jefe de la misión de observación de la Unión Europea, Michael Gahler, en conferencia de prensa el 27 de julio.
La mayoría de los interlocutores reconocieron un esfuerzo sistemático por socavar a la hasta entonces gobernante Liga Musulmana de Pakistán (Nawaz), acusándola de corrupción, desacato a la autoridad y de terrorismo contra sus dirigentes y sus candidatos.
A los partidos religiosos también les fue mal en los comicios del 25 de julio.
- Traducción: Verónica Firme
- Publicado inicialmente en IPS Noticias