Gracias a un indulto presidencial y tras varios meses de presiones internacionales, los periodistas de la agencia Reuters Wa Lone y Kyaw Soe Oo han salido de la cárcel de Rangún el 7 de mayo de 2019, al mismo tiempo que otros 6000 presos bimanos.
Los reporteros fueron detenidos en diciembre de 2017 cuando investigaban una masacre de rohinyás en Inn Din, un pueblo al norte del estado de Rakhine, que les valió ganar el Premio Pulitzer, el mayor galardón periodístico concedido en Estados Unidos. También recibieron una felicitación de la Unesco y fueron designados, junto a otros colegas, personalidades del año 2018 por la revista Time.
Fueron condenados por infringir la ley birmana de secretos de estado -una norma que data de la época colonial- por estar en posesión de documentos clasificados relativos a operaciones de las fuerzas de seguridad birmanas en el estado de Rakhine, región del noroeste del país y escenario de abusos y persecución de la minoría musulmana rohinyá.
Los periodistas habían perdido dos recursos de apelación, el segundo ante el Tribunal Supremo, calificado de “farsa” por los observadores internacionales.
En la vista, un policía reconoció haber tendido una trampa a los periodistas, entregándoles documentos confidenciales para inmediatamente después detenerles.
Tras su detención, tanto el gobierno de Estados Unidos, como la Unión Europea y la ONU se dirigieron en varias ocasiones a la dirigente gubernamental y Premio Nobel de la Paz Aun San Suu Kyi, pidiendo su libertad. Pero ella se había negado a intervenir, invocando la independencia de la justicia y argumentado la condena “no porque eran periodistas sino porque habían infringido la ley”.
Posteriormente, el ejército reconoció la masacre y varios mandos fueron condenados a diez años de cárcel.
“Soy un periodista y voy a seguir trabajando”, ha declarado Wa Lone a su salida de la prisión, “tengo prisa por regresar a la redacción y volver a ver a mi familia y colegas”.
En un comunicado, la ONU ha aplaudido su liberación diciendo que «se trata de un paso hacia una mayor libertad de prensa y una señal del compromiso del gobierno con una transición democrática en Birmania”, donde según algunas fuentes quedan 48 presos políticos encarcelados.