Ileana Alamilla[1]
En medio de la crisis política que afecta a Guatemala, que de no solucionarse podría llevarnos a consecuencias indeseables, los periodistas, como profesionales de la información que cumplen un papel crucial en la sociedad, se convierten en un blanco de quienes, incitados por sentimientos perversos o motivados por los temores de ser descubiertos en sus acciones punibles, llevan a cabo, de manera conjunta, individual, concertada, planificada o espontánea, hechos que atentan contra su seguridad, violan la Constitución Política y atropellan el derecho a informar y estar informado.
Desde el principio del año, cuando dos periodistas fueron asesinados, hemos reiterado que hay un escenario no idóneo para el trabajo de la prensa en Guatemaal que cada día se contamina más. Hace semanas, varios medios denunciaron que estaba circulando una campaña para desacreditarlos, entre ellos Plaza Pública, Soy 502; el periodista Juan Luis Font ha estado bajo hostigamiento; Guatevisión denunció una campaña para bloquear la señal y evitar que los usuarios puedan recibir la información que ellos transmitieron cuando el Presidente encendió esta chispa.
La Asociación de Periodistas (APG) denunció en un comunicado que en Guatemala se está censurando información difundida por Guatevisión y llamó a las entidades nacionales e internacionales que velan por la libertad de expresión a estar alertas ante estas flagrantes violaciones. También indicó que intereses aviesos han pretendido limitar y censurar la información que ese noticiero difunde, que además está siendo atacado por redes sociales y páginas falsas. Rechazó los bloqueos que ha tenido el citado medio de comunicación en varios departamentos, entre ellos Petén, Retalhuleu, Quetzaltenango y Sololá y que según su director, Haroldo Sánchez, los sistemas de cable donde han ocurrido dichas acciones están vinculadas con alcaldes y diputados.
En coyunturas tensas, lo primero que los depredadores de la libertad de expresión hacen es intentar censurar o intimidar a los medios y periodistas para que no cumplan con su misión de llevar información a sus audiencias; los periodistas somos un eslabón vulnerable en esa cadena que se resiste a sucumbir. El Procurador de Derechos Humanos abrió un expediente por los intentos de desestabilizar a la prensa independiente.
Otra de las intenciones de los responsables de esos ataques e intentos de censurar, es que las personas pongan en duda la veracidad de las informaciones, introducir elementos de confusión, noticias falsas, desinformación, que llevan a conclusiones erróneas en relación con aspectos de la realidad.
Con mucha preocupación se ha detectado, en algunos casos, que la ciudadanía cae en esa trampa y ha arremetido contra los periodistas; en otros se ha dañado su prestigio personal y profesional.
El martes, a plena luz del día, la redacción de Canal Antigua fue impactada por un disparo que afortunadamente no provocó más que daños materiales; sin embargo, este hecho nos alerta aún más.
Desde el poder, hay una enorme responsabilidad, no sólo en la polarización que se profundiza, sino en los riesgos que estamos corriendo todos, tanto institucionales como personales. La prioridad debe ser el interés nacional y no los beneficios personales
Plataformas falsas, call centers y publicaciones anónimas o sin firma, acusaciones y las campañas difamatorias, buscan crear un estado de opinión negativo contra los medios y periodistas. El ente investigador debe actuar con agilidad para encontrar a los que están escondidos detrás de esos hechos y el Presidente y su equipo deben ser reflexivos en sus declaraciones.
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.