Enero ha terminado como empezó: con el asesinato de un periodista. Ya son cuatro. El clamor de la profesión de hace unos días denunciando la situación no ha desalentado a los criminales: ayer 31 de enero volvió a suceder.
Se llamaba Roberto Toledo, también era bogado, tenía 55 años, y hacía tres que colaboraba con Monitor Michoacán, cuya sede se encuentra en Zitácuaro, en el Estado de Michoacán. Tres personas le dispararon a quemarropa en el aparcamiento donde está situado el periódico. Le acertaron cuatro de los impactos y no pudieron hacer nada por su vida.
Según comunicó la Fiscalía General del Estado, alrededor de las 13:26 horas, el personal de la Unidad Especializada en la Escena del Crimen (UEEC) fue informado sobre del deceso de Roberto, a consecuencia de las heridas producidas por disparo de arma de fuego que sufrió cuando se encontraba en el aparcamiento del periódico, compartido por otras empresas.
Por su parte, el director del Monitor informó del suceso en un vídeo en el que indicaba que «solo queremos dar a conocer lo que hace unos días dijimos: el equipo de Monitor Michoacán ha venido sufriendo una serie de amenazas de muerte, el día de hoy, finalmente estas amenazas se cumplieron y el día de hoy asesinaron a uno de nuestros miembros de nuestro equipo, hace unos minutos atentaron contra su vida, perdió la vida hace unos minutos».
Linares asegura, al igual que todos los comunicadores, que «exhibir corrupciones de gobiernos corruptos, de funcionarios y de políticos corruptos, el día de hoy nos llevó a la muerte de uno de nuestros compañeros. No puedo hablar mucho, no puedo decir mucho que no vamos a dejar las cosas así, las vamos a llevar hasta sus últimas consecuencias».
#ÚLTIMAHORA Confirma el medio Monitor Michoacán el asesinato del periodista Roberto Toledo.
Es el cuarto colega asesinado en México en lo que va de 2022.
En breve más información, en https://t.co/BjdELZkpfR pic.twitter.com/zuKZvwxD63
— Joaquín López-Dóriga (@lopezdoriga) January 31, 2022
El colaborador del portal digital ya había denunciado amenazas y se había acogido a la protección que brinda el Gobierno Federal.
La policía, corrupta
Armando Linares, el director del medio donde trabajaba Toledo, publicó el pasado 26 de enero que el director de la policía del municipio de Morelia (en el mismo Estado), José Sixtos Verduzco, había sido detenido por su posible relación con el secuestro sufrido por una mujer en septiembre del pasado año 2021. Según contó, la mujer en cuestión, de la que no indicaba el nombre, fue detenida en el lugar donde trabajaba, y su familia recibió una llamada solicitando dinero por ponerla en libertad.
Puesta la denuncia, las investigaciones vincularon al referido policía, quien fue detenido y encarcelado. De la víctima no se ha sabido nada hasta la fecha, aunque parece que las autoridades siguen en ello.
Los comunicadores no se callan
Hace unos días, concretamente el martes 25 de enero, los periodistas de todo el país fueron convocados a una gran protesta por los tres compañeros que han sido silenciados este mismo mes: José Luis Gamboa en Veracruz y Margarito Martínez y Lourdes Maldonado en Tijuana, Baja California, así como la impunidad que hace demasiados años cubre como un sudario el recuerdo de los periodistas que han sido asesinados en el país. Con el lema «Periodismo en riesgo», respondieron de más de 40 ciudades.
Para Paula Saucedo, del Programa de Protección y Defensa de la oficina mexicana de Artículo 19, son varios los fallos que contribuyen a este ciclo violento. «La violencia se genera y se reproduce por diversos factores, desde la precariedad laboral, que aumenta los riesgos, hasta la impunidad. Hay una ausencia del estado para prevenir la violencia y generar mecanismos y estrategias de prevención. Más del 40 por ciento de agresiones anuales fue perpetrado por servidores públicos. Además, hay casos de contubernio entre crimen organizado y autoridades», ha asegurado.
La experta ha advertido de que «casi ningún delito se investiga o se llega a una condena, o solo se llega a autores materiales, no hay reparación del daño, ni prevención. Se violenta a la prensa para silenciarla, para causar miedo o autocensura. Sigue siendo rentable silenciar a la prensa, porque quienes más agreden son funcionarios públicos».