El fotoperiodista holandés Jeroen Oerlemans, de 46 años, murió por disparos de un francotirador el domingo 2 de octubre en Sirte, Libia, cuando cubría los combates entre las fuerzas del gobierno de unión nacional (GNA) y el Daesh (ISIS, por sus siglas en inglés) según informó la agencia AFP.
«Un periodista holandés murió alcanzado por un disparo de un francotirador del ISIS mientras cubría los combates en Sirte», declaró el doctor Akram Gliwan, portavoz del hospital de Misrata, donde son atendidos los heridos de las fuerzas gubernamentales.
El semanario belga Knack, para el que trabajaba Oerlemans, entre otros medios, confirmó la muerte. Estaba colaborando también con el diario holandés, De Volksrant, y había cubierto anteriormente la guerra civil de Libia.
Mohamad Ajnuf, médico del hospital de campaña, indicó que la víctima recibió una herida mortal cuando estaba cerca del llamado «distrito uno» y nada se pudo hacer por salvar su vida. Aunque llevaba casco y chaleco antibalas fue alcanzado en la cara, por lo que murió de forma instantánea.
Los restos del fotógrafo «se encuentran actualmente en el hospital» de Misrata, a unos 200 kilómetros al oeste de Sirte, precisó Gliwan.
El domingo 2 de octubre los combates entre yihadistas y fuerzas libias alrededor de Sirte dejaron 18 muertos, de los cuales 10 en las filas del Daesh.
El ministro de Exteriores de Holanda, Bert Koenders declaró: “un gran fotógrafo se ha ido”. La directora de Asuntos Europeos e Internacionales en el Ministerio de Economía de Holanda, Yvettev Eechoud, escribió en una red social, “gracias por tu brillante luz sobre la miseria de otros”. El embajador holandés en Libia, Eric Strating, apuntó que sus fotografías “vivirán siempre”.
Oerlemans nació en Vught, estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Amsterdam y fotoperiodismo en Londres, en el London College of Communication. Había cubierto conflictos árabes como Iraq, Irán, Líbano, Sudan, Israel y territorios palestinos, además de en Afganistán, Haití y Pakistán. En julio de 2012 fue detenido en Siria junto al fotoperiodista británico John Cantlie y pasó una semana secuestrado.
Había recibido distintos premios, el último en 2011 en su país por una serie de fotos sobre la vida cotidiana en Libia.