Perry Fellwock, el hombre que reveló la existencia de la NSA

Ocurrió hace 41 años, “cuando el enemigo no era el salafismo yihadista sino el comunismo que parecía extender su imperio en Asia, cuando los contestatarios no estaban guiados por una lógica libertaria, como puede que ocurra con Snowden y Assange, sino por un anticapitlismo tercermundista”, escribe Rémi Noyon en el digital de referencia de la izquierda francesa Rue 89, haciéndose eco del artículo (de pago) publicado por Jean-Marc Manach en la publicación online Arrèt sur images, donde se cuenta una vez más el recorrido vital de Perry Fellwock, que fue la primera persona que reveló la existencia de la National Security Agency (NSA), mantenida en secreto durante mucho tiempo, hasta el punto de que se la conocía también por el mote de “No Such Agency” (la agencia que no existe).

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Perry Fellwock

La historia fue desvelada en diciembre de 2013 por Adrian Chen, un periodista de Gawker.com, blog perteneciente a Gawker Media, un grupo estadounidense de publicaciones digitales fundado y dirigido en Nueva York por Nick Denton, quien consiguió contactar con Fellwock, quien de entrada desconfía de los periodistas –“muchos de sus colegas han trabajado para las agencias de inteligencia”, le dijo nada más conocerle- y en la actualidad es propietario de un discreto negocio de antigüedades en Oceanside, Long Island.

Según los hechos relatados en Rue 89, Fellwock estudiaba arqueología cuando decidió ingresar en el ejército del aire, en 1966. Contactado por la NSA, trabajó en Turquía en un puesto de escuchas. En 1968 le enviaron a Vietnam, justo antes de la ofensiva de Têt, punto álgido de la guerra entre el Vietcong y las tropas estadounidenses. Asqueado por los combates y por la muerte de cuatro estudiantes pacifistas que protestaban contra la guerra en 1970, en Ohio, ingresó en el movimiento de protesta.

“Cuando, en 1971, Daniel Ellsberg publicó los “Papeles del Pentágono”, Fellwock contactó con Ramparts Magazine, un mensual de la izquierda radical, progresista y antimilitarista, donde pasó horas explicando qué era la NSA. Una parte de la prensa del país, espoleada por la CIA, intentó desacreditarle pero el escándalo del Watergate acabó por levantar (un poco) el velo sobre las prácticas de la CIA, el FBI y la NSA”.

Pero el relato que publicó Adrian Chen en 2013 es mucho más detallado, y merece la pena conocerlo porque forma parte de la historia reciente que nos afecta a todos y cada uno de los habitantes del planeta. Además, es mucho más interesante que muchos de los best-sellers de espionaje que tanto nos apasiona leer, o que las películas del género que tanto apreciamos, porque unos y otras nos facilitan muchas claves de nuestra propia existencia.

El reportaje publicado en Gawker.com comienza explicando que en el Brownstone, un edificio de cuatro plantas situado en el 141 de la calle 37 este de Manhattan –»un edificio de color claro en una arbolada calle tranquila, a la sombra del Empire State Buildin”-, en el verano de 1920, Herbert O. Yardley, un codificador del gobierno contrató a una banda de genios en matemáticas y empezó a descifrar los telegramas diplomáticos japoneses interceptados. Aquello se llamó la “Cámara negra” y fue la primera agencia de descodificación civil de Estados Unidos. Aquello dio lugar al «estado de vigilancia y finalmente a la tentacular National Security Agency».

Hace cuatro décadas, Perry Fellwock, conocido también como Winslow Peck, se convirtió en el primer hombre que denunció las actividades de la NSA, que se dirigió a la prensa para explicar el enorme alcance de la agencia estatal de espionaje. “Sus revelaciones pasaron de las páginas de Rampart a las del New York Times, fue uno de los protagonistas clave en los movimientos de los años 1970 y, junto a Norman Mailer, también uno de los objetivos de la propaganda de la CIA”.

(Un paréntesis para explicar que cuando, en junio de 2013, el diario británico The Guardian comenzó a publicar los documentos de la NSA filtrados por Edward Snowden, la página Cryptome.org -una publicación con sede en estados Unidos, creada por el enigmático arquitecto neoyorquino jubilado John Young, quien desde 1996 colecciona miles de documentos “delicados” censurados por diversos gobiernos, sobre temas de espionaje y vigilancia- volvió a publicar el artículo original de Ramparts de 1972, en el que Fellwock denuncia las actividades de la NSA, y donde se le presentaba, con el pseudónimo de Winslow Peck, analista principal de la agencia en Estambul, donde llevaba más de dos años en un puesto de escuchas. “Pensaban que nadie se atrevería a escribir sobre el asunto”, declaró el periodista James Bamford, autor de tres libros sobre la NSA, incluido el primero que fue un éxito, Puzzle Palace. “Era un organismo que existía aparte del resto del gobierno, o casi”. En 1972, el joven Winslow Peck aseguró que la NSA había descrifrado todos los códigos sociéticos, que la cuenta oficial del gobierno sobre la guerra del Vietnam era una mentira y que la agencia era un marco de corrupciones varias, de actividades ilegales –como el contrabando, el tráfico de drogas e incluso la trata de personas- amparadas por las ventajas del empleo).

Volvamos al relato principal. Adrian Chen leyó la historia publicada en Ramparts y decidió contactar con Fellwock. Consiguió su teléfono a través de John Young y al otro lado de la línea respondió un hombre desconfiado que aseguraba no tener nada que decir, que consultaba todo con sus abogados, concertaba citas, exigiendo que fueran en sitios abiertos desde los que pudiera “controlar a la gente de alrededor”, y las deshacía a los pocos minutos; que incluso pedía al periodista que no volviera a intentar contactarle porque no quería que le pasara “como a los otros que han denunciado”. Solo el tesón de Chen consiguió finalmente, y después de muchos días, un cita en mitad de una calle de Manhattan.

Fellwock tiene ahora 67 años y el pelo blanco. En 1972, cuando tenía 25, sentado en la mesa de un IHOP de Berkeley (International House of Prayer, cadena de restaurantes propiedad de una iglesia evangélica), contó todo lo que sabía de la NSA a Peter Collier y David Horowitz, coeditores de Ramparts. Antes les había enviado una carta, firmada como Winslow Peck, explicando que era un veterano de la Fuerza aérea y quería denunciar a la agencia donde había trabajado: «Lo que yo quería era parar la guerra, y estaba dispuesto a hacer de todo para conseguirlo. Estaba loco”.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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