Picasso entra en el Prado

Diez cuadros de Picasso procedentes del Kunstmuseum de Basilea se exponen en la galería central del Museo del Prado

El 18 de septiembre de 1936 el presidente de la República Manuel Azaña nombraba a Pablo Ruiz Picasso director del Museo del Prado. Se trataba de llamar la atención de la opinión pública internacional sobre la amenaza que la guerra civil suponía para la continuidad de la II Republica Española.

La guerra impidió que Picasso tomara posesión del cargo, que aceptó más por solidaridad que por lo que suponía el desempeño del puesto, ya que vivía en París desde hacía años. Pero el hecho de que el Museo del Prado recordase su figura iba más allá de un simple acto protocolario y despertó en el artista los recuerdos de cuando este museo era uno de sus recorridos favoritos y Velázquez, Goya, Rembrandt o Rubens, que tanto influyeron en su pintura, ocupaban buena parte de sus sueños de adolescente.

Estos días Picasso ha vuelto al Prado para ocupar parte de la galería central de esta pinacoteca, en compañía de algunos de sus viejos maestros: Tizziano, Tintoretto, Rubens… En este espacio privilegiado se exponen diez de sus mejores cuadros, procedentes del Kunstmuseum de la ciudad suiza de Basilea.

La lección de Basilea

Picasso-Los-dos-hermanos Picasso entra en el Prado

En 1947 el coleccionista Rudolf Staechelin donó al Kunstmuseum en calidad de depósito dos obras de Picasso, “Los dos hermanos” y “Arlequín sentado”. Según el acta del préstamo, los cuadros sólo serían recuperados si los descendientes del coleccionista se encontraban en algún momento en graves dificultades económicas. En 1967 el accidente de un avión de la Globe Air puso a esta compañía de vuelos charter en concurso de acreedores y a Peter Staechelin, uno de los hijos de Rudolf, su propietario, en la situación a la que se hacía referencia en el contrato. El museo no tenía más remedio que poner a la venta los dos cuadros de Picasso por 8.4 millones de francos suizos. La movilización de la ciudad de Basilea en defensa de sus picassos fue histórica. Un referéndum obligó al Gobierno del cantón a financiar con 6 millones la compra de las dos obras para el museo, mientras los ciudadanos completaban con donaciones populares los dos millones restantes. El gesto conmovió al propio Picasso, que decidió donar al museo otras cuatro de sus obras: “Hombre, mujer y niño”, “Venus y Amor”, “La pareja” y un estudio a pastel de “Las señoritas de Avignon”. Todos, excepto este último, están en esta exposición del Museo del Prado.

10 Picasso de 10

Los cuadros del 67 (la coleccionista y mecenas Maja Sacher donó ese mismo año “El poeta”) se sumaban a otros 70 picassos que el Kunstmuseum ya poseía, de los que aquí se exponen diez que resumen un recorrido fascinante por la obra del pintor, desde la etapa inicial de la localidad pirenaica de Gósol, en Lérida, pasando por las tres etapas cubistas, hasta los que cierran la exposición, pintados en dos días consecutivos durante los últimos años de la vida del artista.

“Los dos hermanos”, de 1906, es la mejor obra de la etapa de Gósol, perteneciente a su periodo ibérico. Se inspira en una escena que Picasso vio en el pueblo, de un joven llevando a hombros a su hermano pequeño, y está despojado de todo elemento que no sean los dos personajes del cuadro, que se mueven sobre un suelo en el que se proyecta una incierta sombra. Algunos estudios interpretan la obra como una metáfora del paso de la infancia a la juventud.

Picassso-mujer-niño Picasso entra en el Prado“Hombre, mujer y niño”, también de 1906, adelanta ya los paradigmas artísticos de lo que sería la gran revolución picassiana de “Las señoritas de Avignon” y de la primera fase del cubismo, así como la utilización del blanco y negro, que también estará en el “Guernica”. La escena transmite misterio a través de los rostros inexpresivos y enigmáticos de los personajes. Es un cuadro sobre maternidad y familia que podría representar al propio Picasso y a su pareja Fernande Olivier, su compañera durante los días de Gósol, quien le habría manifestado su intención de tener un hijo.

“Panes y frutero con fruta sobre una mesa” era en su origen un estudio de personajes en torno a una mesa, que posteriormente Picasso convirtió en bodegón (por debajo de la mesa asoman aún las piernas de uno de los comensales, mientras los brazos de otro se han convertido en dos barras de pan). Se trata de una de sus magistrales metamorfosis experimentadas en otras de sus obras. Una de las interpretaciones alude a la Eucaristía como proceso de transformación/transustanciación por el que unos personajes acaban convertidos en objetos de naturaleza muerta.

Picassso-arlequin Picasso entra en el Prado“El aficionado” (1912), inspirado en una corrida de toros que Picasso presenció en Nimes, y “Mujer con guitarra” (1911-14), representan las dos primera etapas cubistas de Picasso, el cubismo analítico y el cubismo sintético. La tercera etapa puede estar representada por “Mujer con sombrero sentada en un sillón” (1941-42), un retrato de su amante Dora Maar pintado durante la segunda guerra mundial mientras los nazis ocupaban París, posiblemente en el mismo estudio en el que Picasso había pintado el Guernica, cuyo proceso creativo documentó Dora Maar en sus fotografías. “Muchachas a la orilla del Sena, según Courbet” (1950) es un homenaje de Picasso a quien algunos consideran como el pintor que está en los orígenes del cubismo.

“Arlequín sentado” (1923), de la época neoclásica de Picasso, es un retrato de su amigo, el pintor catalán Jacinto Salvadó, vestido con un traje de arlequín que le había regalado Jean Cocteau a Picasso en 1915 en agradecimiento a su colaboración en los ballets rusos de Sergéi Diaghilev. El arlequín es uno de los temas más repetidos en la obra de Picasso (entre 1901 y 1927 pintó más de 50 cuadros con este tema, algunos de ellos autorretratos), al que volvió en los últimos años de su vida.

Con más de 85 años Picasso había entrado en una de sus etapas más prolíficas, en la que había días en los que pintaba varios cuadros. “Venus y Amor” fue pintado en un solo día, el 9 de junio de 1967. Su referente remite a la obra de Tiziano “Venus ante el espejo” y su ejecución manifiesta una fuerza inusual en un artista de avanzada edad, por la seguridad de sus trazos, el dinamismo de sus figuras y la temática erótico-amorosa. Al día siguiente, el 10 de junio, Picasso pintó “La pareja”, inspirada en personajes y vestidos del XVIII, en la que el erotismo está sugerentemente presente en la relación que mantienen los protagonistas. Son estos los dos cuadros que cierran esta gran exposición.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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