El gobierno polaco ha concedido un visado humanitario a la atleta bielorrusa Krystsina Tsimanouskaya, quien el domingo 1 de agosto de 2021 pidió protección a la policía en el aeropuerto de Tokio diciendo que se sentía amenazada porque querían obligarla a regresar a la fuerza a su país.
Este lunes, el viceministro polaco de Asuntos Exteriores, Marcin Przydacz, ha confirmado en un mensaje de Twitter que Tsimanouskaya está «en contacto directo con diplomáticos polacos en Tokio» y que «Polonia va a hacer todo lo necesario para ayudarle a continuar con su carrera deportiva».
El canal informativo polaco TVN24 ha asegurado que la atleta «se encuentra segura en el recinto de nuestra embajada» y ha añadido que «Polonia ofrece su apoyo a los ciudadanos bielorrusos que por razones políticas no quieran regresar a su país».
Mientras el canal estatal de televisión bielorrusa la calificaba de «vergüenza de la nación», las autoridades polacas anunciaban que esta misma semana podrá viajar a Polonia.
Tras las críticas a las autoridades deportivas de su país, Krystsina Tsimanouskaya, de veinticuatro años, tenía que competir por los doscientos metros femeninos en los Juegos Olímpicos y, sin que nadie la consultara, la Federación de Atletismo bielorrusa la inscribió para correr los relevos de 4×400 metros. Con su rechazo, y a partir del momento en que unos miembros del comité olímpico bielorruso la acompañaron al aeropuerto de Tokio, con intención de hacerla regresar al país a la fuerza, y su negativa a subir al avión, se ha convertido en el símbolo de la contestación en su país.
No es la primera vez que Krystsina Tsimanouskaya, campeona nacional de 100 y 200 metros en 2016, manifiesta públicamente su desacuerdo con las autoridades de su país. Durante la oleada de protestas de 2020 contra el presidente Alexandre Lukachenko, «el último dictador de Europa», firmó junto con otros doscientos deportistas una carta abierta denunciando la violencia de las fuerzas del orden contra los manifestantes a favor de un cambio democrático.
El movimiento de contestación de 2020 en Bielorrusia, que durante meses reunió en la calle a miles de manifestantes, se saldó con detenciones masivas, denuncias de torturas y el exilio de muchas figuras de la oposición.
En mayo pasado, las autoridades detuvieron al periodista exiliado Roman Protassevitch, y a su novia Sofia Sapega, desviando el avión de línea en que se dirigían a su domicilio en Vilnius, y haciéndole aterrizar en Minsk, con la excusa de que llevaba una bomba a bordo.