Fedra, de Lourdes Ortiz, en Ediciones Irreverentes

El director de Ediciones Irreverentes, Miguel Ángel de Rus, ha presentado en el Café El Espejo de Madrid la obra Fedra, de Lourdes Ortiz. Este editor joven tiene, entre otros empeños, dar a conocer obras que ya fueron representadas en su día pero de las que no quedó constancia escrita porque no se editaron.

Lourdes-Ortiz-con-Miguel-Ángel-de-Rus-RNE Fedra, de Lourdes Ortiz, en Ediciones IrreverentesTal es el caso de Fedra, de la que es autora Lourdes Ortiz, representada en 1984 en el Teatro Lope de Vega de Sevilla.

En la presentación, la autora habló de las circunstancias que dieron lugar al nacimiento de esta obra, versión moderna de un clásico como es Fedra. Todo un reto, puesto que grandes autores (Séneca, Racine) han creado y recreado esta tragedia griega con resultados memorables, pero a ella le interesaba la recreación de una época (años 60, 70 y parte de los 80), la de la liberación sexual, en España. Una época -explica- que cambió la historia del pensamiento de manera irreversible, aunque luego haya que lamentar el retroceso actual de las libertades.

Una época en la que el cuerpo era libre y hermoso, sin condones ni promesas, para desnudarse y cumplir su deseo. Fruto de esta época es Fedra o, mejor dicho, fue, pues esta Fedra que ahora se publica por primera vez y que fue estrenada en 1984, sería una pieza difícil de escribir hoy en día, y más difícil aún de representar.

En aquellos días se vivían aún los rescoldos del mayo del 68 francés, pero también en España se vivía una gran apertura de ideas nada dependiente de las influencias exteriores aunque muy conectada, por otra parte, con las corrientes que se vivían en Europa y en el mundo: manifestaciones contra la guerra del Vietnam, minifalda, píldora anticonceptiva. En España, en el año 67, se llegó a hablar de una auténtica «primavera de Fraga», con leyes muy aperturistas que luego se quedaron mutiladas y arrepentidas.

En Fedra, la expresión de la pasión adquiere a veces tintes lorquianos, y casi oímos a Adela cuando Fedra dice: “Cuando galopa sobre mis espaldas, cuando pone espuelas sobre mi vientre, crea cruces de tomillo que florecen como candelas encendidas…”. Así habla Fedra, símbolo literario del obligado acatamiento al orden patriarcal, que, al desatarse, se llena de deseos de placer y libertad. Lourdes Ortiz trata el cuerpo de la mujer como objeto de deseo, y de su reivindicación como sujeto activo del deseo, nace Fedra, en plena oposición al papel que la sociedad le ha conferido. Lourdes Ortiz despoja al lenguaje de la simbología opresiva de la literatura histórica y convierte el deseo en el único mandamiento de obligada satisfacción.

Ese mismo día, el miércoles 30 de octubre de 2013, ya por la tarde, se hizo la presentación al público de Fedra. Fue en Función Lenguaje (Doctor Fourquet, 16), y en el evento se presentó también la obra Trilogía idiota , también en Ediciones Irreverentes, del actor Chema Rodríguez-Calderón.

Durante la fiesta, interpretaron fragmentos de las obras la actriz Marta Ochando y el actor y dramaturgo Daniel Sarasola, protagonista en 1984 de Fedra en el papel de Hipólito.

En el Café El Espejo (Recoletos, 31, Madrid), se ha presentado Fedra, de Lourdes Ortiz, el miércoles 30 de octubre, a las 11horas.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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