Proscribir la violencia contra la mujer

Ileana Alamilla[1]

Los escenarios cotidianos que muchas mujeres viven encerradas en sus viviendas o en sus centros de trabajo, en círculos sociales o en la calle, salieron a relucir hace algunos años, gracias al denodado esfuerzo de organizaciones de mujeres que con mística y empeño han denunciado, han hecho presencia en espacios públicos y creado un ambiente de conciencia social que permite abordar, analizar y repudiar la violencia.

Los medios han jugado un papel importante en este cambio. Lo que antes era “ámbito privado”, en donde nadie podía intervenir, porque las mujeres, así como la casa, el carro, los muebles, lujosos o humildes, eran considerados propiedad del hombre, hoy es de interés colectivo y la violencia contra ellas, en todas sus manifestaciones, está tipificada como delito.

En el 2001, Cerigua inició un trabajo para analizar cómo se visualizaba en la prensa escrita el asesinato de mujeres, que ya en ese año era evidente el aumento del fenómeno; había poca información documentada en este campo y las autoridades no facilitaban estadísticas oficiales que revelaran el número de víctimas, sus características o detalles relevantes que permitieran el análisis. Era usual ver en las imágenes de los telenoticieros o en las páginas de los periódicos, cuerpos explícitos de las asesinadas, yacentes y lacerados, sin ningún tipo de recato, censura o muestra de respeto por los derechos de las familias y de las propias víctimas.

Tampoco existía la Ley de Acceso a la Información Pública; obtener cifras e información en las instituciones del Estado era casi imposible; para las/los investigadores resultaron fundamentales las mediciones mediáticas sobre este drama. Nuestro principal propósito fue tener documentadas las muertes por mes o por año y, posteriormente, se agregaron otros indicadores a nuestra base de datos, lo que permitió el estudio de los lugares desde donde se reportaron las muertes y algunas otras características de redacción de esas noticias.

Durante los 10 años en que llevamos a cabo la investigación esta facilitó la identificación de algunos puntos críticos de la relación entre las fuentes de información, organizaciones o instituciones del Estado o de gobierno y la prensa, y puso en relieve retos en materia de información y comunicación en el tema de violencia contra las mujeres y el femicidio.

Para el 2006, el estudio abordó lo relacionado con el morbo, el sensacionalismo y el amarillismo implícitos entonces en la mayoría de publicaciones. Esta forma de transmitir las noticias sin duda es expresión de discriminación basada en el género, reflejada por las autoridades y replicada por algunos medios de comunicación.

En el documento hay una recopilación de experiencias de Cerigua en materia de cobertura informativa, casos emblemáticos que cobraron relevancia mediática, esfuerzos de las organizaciones de mujeres por colocar las temáticas en la agenda del Estado, entre otros.

El silencio y la indiferencia son cómplices de la reproducción de los sufrimientos de las mujeres; los medios tienen la posibilidad de influir, de construir imaginarios y de difundir la parte de la realidad que se cubre o se publica. El abordaje de la violencia contra la mujer, tanto física, económica, sexual o psicológica, desde un enfoque mediático distinto, es un aporte para combatir su “naturalización” y contribuye a promover el respeto a la vida y dignidad de las mujeres. Entre todas y todos podremos revertir este tormento que hoy nos abruma.

El estudio está por publicarse.

  1. Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.
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