¡Qué broma con la tilde!

En Venezuela acaba de terminar una campaña electoral, destinada a elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional, gobernadores y legisladores a los consejos estadales, y sin que muchos lo esperaran, incluidos los que serán postulados, el CNE (Consejo Nacional Electoral) anunció el cronograma para proceder a la elección de los alcaldes e integrantes de los concejos municipales, cuya fecha será el 27 de julio del año en curso. Vamos de elección en elección.

Es una elección atípica desde el punto de vista de los lapsos para la inscripción de los candidatos y para la campaña, lo que hizo que los involucrados en el asunto tuvieran que emplearse a fondo para cumplir con lo establecido. Lo cierto que el efecto electoral se mantiene. Los partidarios de las corrientes en pugna, de manera extraoficial, ya han comenzado la campaña electoral, hecho que no sorprende, pues siempre ha sido así. Unos lo hacen de manera subrepticia para evitar sanciones por parte del ente rector; en tanto que otros de manera abierta.

Las redes sociales y grupos de WhatsApp están invadidos de publicaciones en las que resalta la intención de invitar a votar por los diferentes candidatos que participarán en la contienda. Lo que también resalta es el uso inadecuado de las más elementales reglas de ortografía. Hay contenidos muy llamativos y aun creativos desde el punto de vista gráfico; pero en lo lingüístico son una antología de impropiedades, entre ellas la falta de tilde y palabras escritas de manera incorrecta, como por ejemplo boto en lugar de voto.

Me llamó la atención uno en el que se leía: «Voto y ganó». Sin dudas que la intención fue decir «gano»; pero se le marcó la tilde a una palabra que en ese contexto no la lleva. Han aparecido tildadas las palabras yo, ya y otros usos inadecuados que serán materia para otra entrega. Eso me dio pie para hablar, una vez más, y de manera muy volandera, del uso de la tilde, con especial énfasis en los monosílabos. Espero que le saquen el mayor provecho a este aporte, sobre todos los que de manera regular escriben para el público.

La regla general en el uso de la tilde establece que los monosílabos no la llevan; pero exceptúa de ella a los que cumplen más de una función en la oración, de donde nace el acento diacrítico, que es el que se usa para distinguir el uso. Por ejemplo: Dé (verbo dar, imperativo) y de (preposición). Sé (verbo saber, presente de indicativo) y se (pronombre reflexivo). Té (bebida) y te (pronombre personal).

Hay otros casos como él (pronombre): «Él sabe que está metido en un gran problema». El (artículo determinativo masculino): «El teléfono estuvo sonando toda la noche».

Mí (pronombre personal tónico): «Me da igual lo que pienses de mí». Mi (adjetivo posesivo): «Mi casa está la orden».

Sí (adverbio de afirmación): «El pueblo le dijo sí al candidato». Si (conjunción condicional): «Eso será posible si cumples con lo acordado».

En este último caso la mayoría de las personas no sabe distinguir entre una y otra forma. El procesador de palabras de los llamados teléfonos inteligentes y los computadores (ordenadores) por lo general lo colocan con tilde. Entonces, no está demás recordarle que usted tenga presente que el (con tilde) es para afirmar; en tanto que si (sin tilde) tiene otro uso. Con que sepa que el afirmativo lleva tilde, es suficiente.

Además de esos ejemplos, están el aún y el aun, con los que ocurre algo parecido con lo que les comenté sobre los teléfonos inteligentes y los computadores.

La palabra aun lleva tilde cuando equivale a todavía: «Aún (todavía) estás a tiempo de tomar una decisión». No la lleva en casos de incluso, hasta, también o (ni) siquiera: «Al final acudieron todos, aun los que habían dicho que no irían»; «Aun los niños saben que eso no debe hacerse»; «Aun dormida (‘incluso estando dormida, hasta dormida’) te recita la lista de los reyes godos»; «Ni aun su padre (‘ni siquiera su padre’) consiguió convencerla».

Como habrán podido notar, el asunto no es complicado como a algunos les parece. Solo se necesita sentido común y poner en práctica los conocimientos que se adquieren en las diferentes etapas de la educación formal. Lo demás, si se lo proponen, llegará por añadidura.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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