Con sus ojos de comadreja. Su miserable sonrisa. Su dedo pulgar alzado al cielo y tocando la campana, Rato es la mayor pesadilla que nos legó el final del siglo XX y nos persigue en el siglo XXI, en fotos y sobre todo en las pantallas de televisión. Espejo de un tiempo no sólo de corrupción, sino de feísmo, de lenguajes espurios, reiterativos, zafios y embusteros, más propio para una comunidad de batracios que de seres humanos.
Mariano Rajoy con Rodrigo Rato en BankiaÉl, bendecido por su Dios y dirigiéndose amenazadoramente a sus víctimas, representa la maldición del capitalismo salvaje a sus súbditos.
Él y sus ricos colegas. Él y las mujeres víctimas del machismo imperante informativo y cada vez más vivo en la conformación de la sociedad publicitaria. Él en la degradación cultural, social, que nos está destruyendo. Él y quienes le amparan, gobiernos, colaboradores, o lacayos políticos que aceptan el sistema en que reina a cambio de las migajas que les conceden por contribuir a condenarnos a este infierno-
La burbuja inmobiliaria es el capitalismo, una de sus consecuencias, pero es igualmente el PP, el PSOE, y muchos de los burócratas de Izquierda Unida, que no comunistas, y es echar más cal viva sobre las fosas en que yacen los combatientes que lucharon por impedir se llegara a una España como la presente y que con escarnio encima usurpan sus nombres y sus siglas para que ellos sigan derrotados, olvidados, para que la tierra que los acoge derrame lágrimas invisibles que impidan fructifiquen para sus hijos las flores y los alimentos ante la vergüenza es que se sume. Y nos sume.
Y cuando volvamos a abrir los ojos ahí seguirán los telediarios ofreciéndonos imágenes de este ejemplo del poder y de los Aznar, Felipe González y demás sicarios del poder de los bancos que marchan a tierras extranjeras para hablar de democracia, esa palabra que pisotearon y prostituyeron en nuestro país.