Red Army: la guerra fría en las pistas de hielo

Red Army es una película documental con enorme carga ideológica, acerca del papel de los “héroes” (de todo tipo, en este caso deportivos) en los regímenes totalitarios.

cartel-red-army Red Army: la guerra fría en las pistas de hieloRed Army, que antes de su estreno ya ha cosechado aplausos de público y crítica en los festivales de Cannes, Toronto y San Sebastián 2014, narra los destinos cruzados de la Unión Soviética y del equipo de hockey sobre hielo conocido como “el ejército rojo”, en la que el antiguo capitán del equipo Viatcheslav Aleksandrovitch Fetissov, “Slava” Fetisov, evoca una trayectoria fuera de lo común: primero adulado como héroe nacional, después condenado como enemigo político y finalmente rehabilitado y hasta Ministro de Deportes de Rusia.

Este ejército rojo es un fascinante documental de guerra fría, incluso helada, dirigido por Gabe Polsky (estadounidense hijo de emigrantes rusos, él mismo jugador de hockey) y producido por Werner Herzog, que comienza con uno de los habituales discursos belicosos de Ronald Reagan y se detiene especialmente en la manera en que las dos grandes potencias de la posguerra mundial conducen sus particulares batallas en el terreno deportivo del patinaje sobre hielo, haciendo del deporte una metáfora de la guerra, cualquiera que sea su género; el equipo de hockey de la Unión Soviética ganó tres medallas olímpicas y ocho campeonatos del mundo entre 1978 y 1992.

En la pista de hielo, los rusos ganaban casi todas las batallas, los encuentros entre los dos grandes eran una representación en miniatura de lo que ocurría en los despachos diplomáticos. Cuentan las crónicas de la época que cuando el entrenador estadounidense Herb Brooks consiguió ganar un partido, llamó al presidente Carter y le dijo: “Esto demuestra que nuestra forma de vivir es la buena”. Cosas de deportistas y vaqueros.

Red Army es también un canto a la amistad y en cierta manera un simpático resumen de la historia de un imperio que más tarde caería, de lo que significaba el individuo en el sistema totalitario del comunismo ruso y el lugar de las “estrellas” (los héroes) en un sistema donde no había vedettes y se exaltaba el trabajo colectivo del deporte que también se utilizaba como propaganda: altos funcionaros soviéticos seleccionaban a los jugadores adolescentes, casi niños, destinados a ganar en el futuro a “los occidentales”.

Y en el centro de esta apasionante historia, Slava Fetisov, reclutado a los ocho años, capitán del equipo de ganaba juegos y campeonatos que, en conflicto constante con un tiránico entrenador, fue uno de los primeros en saltar el telón y jugar en la liga americana, LNH, tras la disolución de la Unión Soviética y la llegada de la glasnost de Gorbachov; pero las cualidades que hicieron de los soviéticos fantásticos jugadores de hockey, el trabajo en equipo y la cooperación, no funcionaban bien al otro lado del Atlántico, donde el juego, como la vida, se basaba en los individualismos. De regreso al país, Fetisov fue ministro de Putin hasta 2008 y ahora es miembro de la Asamblea Federal de Rusia (parlamento bicameral).

A lo largo del documental, construido con imágenes de archivo y las entrevistas que el realizador Polsky ha efectuado con varios de aquellos jugadores que un día constituyeron un equipo emblema de un país, hay momentos en que los entrevistados –que mantienen intactas sus antiguas aureolas, ahora formando parte de la nueva nomenklatura- se revuelven contra las preguntas y, a su vez, interrogan al director, recriminándole por detenerse en los tópicos, por mucho que contengan su parte de verdad, y criticándole por no hacer “las buenas preguntas”.

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