Renovación

Los milagros, los concibas como los concibas, siempre vienen por amor. La vida es un milagro, como también lo ha sido este verano, y lo será este otoño. Todo va rápido, como si jamás se hubiera ido del todo, que seguramente así es y será. Por eso albergamos un punto inexplicable a cuanto sucede. Toca decir, pese a todo, un hola como si el tránsito hubiera sido real, que lo habrá sido. Y con una dosis, insistamos, de cariño.

La existencia es un ciclo. Lo hemos dicho cientos de veces, y las que quedan. La prontitud, las prisas, el no terminar e iniciar de nuevo, el no parar… nos llevan por sendas que no registran como antes el paso de los períodos de tiempo. Todo sucede como a medias, fundiéndose como las imágenes en las películas.

En esta tesitura, pues, viene el día, la semana, el mes, con sus mejores deseos. Por favor, no olvidemos activarlos. De no hacerlo corremos el peligro de no poner paréntesis, puntos y comas, cambios de párrafos a las travesías y las mudanzas del destino. Amagar, incluso detenernos, analizar el rumbo, rectificar (cuando convenga) y seguir han de constituirse en divisas de esperanza.

Y todo, con amor, que nos sobrepone a las circunstancias, que nos intentan devorar con sus ansias de silencios, que vienen y van con brumas y partes de ganancias relativas. En todo caso, lo que importa de verdad es la alegría que cada jornada lleva con premisas de frutos de libertad. El amor nos pone en una briega que todo lo dispensa en materia de ilusión, de grandeza, de ser, de vivir, de estar sin esperas. El amor, si lo es, lo da todo, y con él podemos.

Y si es factible… también acompañemos el día con la magia (el verano también la tuvo), que siempre es perfecta. Lo es porque es misterio y fe. Si alimentamos sanamente la una y la otra iremos por un buen camino. Puede que no sea el mejor, pero malo no será. Habrá divertimento, actividad, interacción y aprendizaje. Son ingredientes superlativos.

Nace una nueva etapa, y con ella renovamos nuestros votos por estar bien. Supone esfuerzo. No olvidemos que no hablamos de la perfección, que, a menudo, es enemiga de lo bueno.

Juan Tomás Frutos
Soy Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid, donde también me licencié en esta especialidad. Tengo el Doctorado en Pedagogía por la Universidad de Murcia. Poseo seis másteres sobre comunicación, Producción, Literatura, Pedagogía, Antropología y Publicidad. He sido Decano del Colegio de Periodistas de Murcia y Presidente de la Asociación de la Prensa de Murcia. Pertenezco a la Academia de Televisión. Imparto clases en la Universidad de Murcia, y colaboro con varias universidades hispanoamericanas. Dirijo el Grupo de Investigación, de calado universitario, "La Víctima en los Medios" (Presido su Foro Internacional). He escrito o colaborado en numerosos libros y pertenezco a la Asociación de Escritores Murcianos, AERMU, donde he sido Vicepresidente. Actualmente soy el Delegado Territorial de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) en Murcia.

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