Algunos retos de las noticias del servicio público

Regreso de Andalucía tras intervenir en un congreso titulado “Frente a la brecha representativa: servicio público y activismo por la democratización de los medios”, que se ha celebrado en la Facultad de la Comunicación de la Universidad de Sevilla (15-17 de marzo de 2017). Me habían propuesto que hablara de los ‘retos de las noticias del servicio público’.

Lo que sigue, más o menos, es el resumen de mis propuestas a los asistentes:

Describiré algunas líneas de reflexión que considero imprescindibles para intentar rectificar un cierto rumbo de las noticias del servicio público. Y ateniéndome al título que me propusieron, descarto aquí resaltar la discusión sobre modelos y formas de financiación de la radiotelevisión pública; aunque pueda hacerse aquí una referencia a eso, así como a los mecanismos de control social, parlamentario e institucional que son necesarios para asegurar la mejora del servicio público audiovisual.

Cabe también recordar que –en realidad- hablamos de “modelo europeo”, pero verdaderamente no hay un único modelo audiovisual en Europa. En algunos países, en la mayoría, los ciudadanos pagan una cuota o un canon -y otros no- para la financiación del servicio público audiovisual. Algunos consideran una forma de elección de los Consejos de Administración distinta de los demás.

Pero en las distintas estructuras de que hablamos persiste un objetivo común de defensa de las radiotelevisiones públicas como espacio mediático común a toda la ciudadanía, frente a los medios comerciales o privados. Eso incluye la idea de impulsar y apoyar de manera pública el desarrollo de los cambios tecnológicos y digitales.

En principio, hablamos también de establecer un núcleo de defensa de la neutralidad informativa como elemento que sirva para contrarrestar la creciente concentración de medios privados.

Estoy convencido de que la defensa de ese objetivo está en el corazón de la defensa de una cierta Europa democrática y plural.

En algún momento, habría que citar el caso específico y la evolución de Euronews, que es hoy una cadena privada, aunque mantenga vínculos con las instituciones europeas y siga contando con una cierta financiación de la Unión Europea.

Así que para este debate tendré ese contexto sólo como fondo y me concentraré en mi propia experiencia como periodista, en España, en primer lugar; pero también en otros países de Europa, preferentemente en Francia. Estas ideas y reflexiones surgen sobre todo de un período de 24 años en los que trabajé en RTVE:

  1. Evitar que las noticias de servicio público se conviertan en un canal preferentemente destinado a la clase política y/o institucional.

Ejemplo: la sección política (con frecuencia, sólo politiquera) que parece haberse impuesto en los telediarios. Se rellena de declaraciones falsamente trascendentes y ‘para la eternidad’. Se presenta al espectador, se impone más bien, como si fuera una obligación diaria imprescindible. La vinculación mental y política de ese espacio con los programas de “tertulianos” (españoles o de los “cumulards” franceses) resulta nefasta. La conjunción de esos dos fenómenos no contribuye al verdadero debate político, sino que constituye una especie de puzle de propagandas partidistas y que se repiten.

2. Distanciarse de las fuentes oficiales. No repetir esas versiones administrativas sin precisar su origen y contexto.

Véase la información frecuente sobre bellas previsiones económicas habituales. Eso afecta tanto a las fuentes gubernamentales como a otras, que se presentan como complementarias en forma de “expertos”. No hay casi nunca una información complementaria seria que las cuestione, por ejemplo, en forma de reportaje social.

3. Acentuar la neutralidad de los medios públicos.

Estamos atrapados con frecuencia en fuentes y conclusiones de las distintas administraciones. Falta información original, propia, sobre asuntos como la pobreza de los mayores, el desempleo, la precariedad laboral o el desarraigo juvenil. Hay más periodismo rutinario que esfuerzo por la propuesta de temas que requieran un cierto nivel de investigación, así que la audiencia tiende a no identificarse con lo emitido. Lo mismo sucede si hablamos de la cultura rural o urbana o de las iniciativas sociales y culturales de nuevo tipo.

4. Trabajar para alcanzar el equilibrio entre la tensión informativa (que tiende a la precipitación) y el esfuerzo de veracidad.

En los desastres humanitarios es frecuente hablar de grupos de personas concretando cifras y situaciones que no han podido ser confirmadas. No todas las fuentes son equivalentes en estos casos.

5. Más que nunca, en esta época las noticias de servicio público requieren oponerse a la polarización social creciente, acentuada por los  nuevos medios y por las redes sociales.

Los ejemplos posibles son múltiples. Los reportajes y la información de algunos extrarradios de las ciudades europeas tratan casi siempre de la violencia más que de la segregación social. En otros casos, los medios proponen una apresurada información de sociedad. No se concede el tiempo necesario para constatar las raíces de los problemas. En determinados conflictos relativos a las libertades públicas, se destacan los impactos inmediatos, los ataques ideológicos y personales, sin verdadera reflexión posterior.

6. En todos los medios, pero especialmente en los públicos, el cuidado por el bien público mayor y la exactitud deben prevalecer sobre la rapidez de la información.

Por ejemplo, durante los ataques terroristas en Francia en 2015 y 2016, circularon toda clase de rumores –muy variables- sobre víctimas y movimientos de los terroristas. Algunos directos en televisión ofrecieron imágenes susceptibles de poner en peligro a grupos de rehenes.

7. Los medios públicos deben evitar la obsesión por el impacto mediático a cualquier precio. Hay que contarlo bien y no hace falta siempre ser los primeros.

Hoy eso no tiene sentido, ser el primero. Siempre hay algo en cualquier punto digital que está antes. El tipo que habló de los helicópteros de la operación que acabaría con la vida de Bin Laden no sabía de qué estaba siendo testigo. La explicación de lo sucedido sólo fue el resultado de un cierto trabajo periodístico. Facebook es como el bastón de un ciego que apunta hacia cualquier punto oscuro de manera imprecisa.

8 . Pesar varias veces el lanzamiento de noticias que puedan causar un daño a terceros.

Recordé un par de casos en los que participé en la retención de informaciones que podían hacer daño a otras personas de manera grave o incluso irreparable.

9. Dar preferencia al planteamiento que deja preguntas abiertas, pero que sirven para acercarse a la verdad, sobre la insistencia en datos y cifras cuestionables y no suficientemente contrastadas.

Ah, las informaciones que dieron ganadora a Hillary Clinton durante buena parte de la noche electoral. Para algunos acelerados, Clinton fue presidenta casi hasta el final. Confundían deseos con la realidad.

10. Considerar que son igualmente serias y relevantes todas las secciones informativas.

La información política no debe pesar siempre más. Pero prevalece por la proximidad de muchos directores a los dirigentes de los partidos o a influyentes cargos administrativos.

severnyi_krai-600x343 Algunos retos de las noticias del servicio público

11. Hay que recuperar toda nuestra desconfianza hacia la publicidad oculta, subyacente o que se nos muestra bien empaquetada como si fuera información.

Ahí está siempre esa agenda que imponen los intereses cinematográficos, musicales o literarios (el libro que sale, el disco que se publica, etcétera). ¿Por qué la pieza de los viernes sobre las películas que se estrenan está tan pegada a Hollywood? Y la información deportiva (más que otras) se ha relajado tanto que parece un cruce de información personal de las estrellas mezclado con el cóctel de campañas publicitarias en marcha. No hay apenas información de deportes minoritarios y no demasiado de  competiciones femeninas. ¿El jiu-jitsu masculino o el rugby de las mujeres no existen?

12. Las noticias del servicio público audiovisual deben reflejar el pluralismo cultural y lingüístico, pero respetar también el idioma en el que informamos.

¿Por qué se ha infiltrado por todas partes -hasta la intoxicación- esa jerga en inglés (congelado en pildoritas) propia de los gabinetes de economía financiera, de los entrenadores de conciencias o de los comercios baratos? En muchas ocasiones, aparte de las capas urbanas habituales que están en el ajo, la audiencia no sabe de qué se habla. Es una jerga para pretenciosos, esnobs y para determinadas clases. Por otro lado, deberían ser más corrientes los subtítulos, especialmente de los idiomas de nuestro entorno (catalán, euskera, gallego, pero también portugués, italiano o francés). Esa subtitulación es informativa y tiene un impacto pedagógico. En España, hay mucha ignorancia del multilingüismo propio del norte y del Mediterráneo, pero -al norte- sucede lo mismo con un cierto desprecio e ignorancia de las modalidades y hablas del sur.

13. Todos los periodistas son flexibles por necesidad y deben serlo por oficio, pero deben tender hacia su especialización, especialmente quienes trabajan en el servicio público.

No se puede hablar de literatura sin leer, sin conocer la historia literaria. Tampoco se puede describir bien un partido de cricket sin tener presente la geopolítica planetaria de ese deporte. Por ejemplo, un partido India-Pakistán de cricket está lleno de pasión y eso lo explica el deporte específico; también su historia en la Commowealth. ¿Y en la información internacional? Nada más pobre y descorazonador que la mayoría de los tertulianos habituales analizando el fenómeno Trump o las elecciones francesas.

 14. En los medios, las noticias son un producto colectivo, aunque un periodista determinado firme el texto y lo consideremos su autor. Debe haber un debate colectivo de los editores con la redacción (cuando exista) y con quienes trabajan en el exterior.

La edición puede ser progresiva y no siempre instantánea. No tiene por qué existir una jerarquización autoritaria de las redacciones desde primera hora hasta la edición final. Las reuniones de planificación de los medios deben ser lo más abiertas que sea posible.

15. La redacción como órgano colectivo debe tener voz ante los cambios de puesto de los periodistas o ante las modificaciones estructurales de las secciones.

Un ejemplo son los llamados votos de confianza-desconfianza que hay en algunos medios europeos. Recordamos uno reciente en Euronews y en varios medios franceses. La reacción de los colegas de TV3 ante el nombramiento repentino de Vicent Sanchís u otras advertencias surgidas en la redacción de TVE. Son fenómenos propios de la democracia. Asimismo, revelan la necesidad de defender las libertades democráticas en los medios, especialmente en los públicos; pero no sólo en ellos.

16. Fomentar el debate crítico diario sobre las noticias ya emitidas. Desconfiar de las rutinas informativas. La reunión posterior autocrítica es tan necesaria como la planificación inicial.

Los consejos de redacción son necesarios y pueden contribuir a esa autocrítica. Deberían existir siempre, tener carácter electivo y es deseable que tengan un cierto apoyo en la normativa interna y –si es preciso- en la legislación. Es sintomático que en la excadena pública francesa TF1, una de las primeras cosas que hicieron los jefes editoriales y su propietario (Bouygues) fue maniobrar hasta suprimir la Société de journalistes (que tiene gran importancia en otros medios de Francia, públicos y privados como Le Monde).

17. Resaltemos las diferencias entre las noticias y los programas que emite la radiotelevisión pública y que no están en las televisiones comerciales.

Siempre me acuerdo de las radios públicas que me acompañan siempre. En España, Radio Clásica, Radio 3, Radio 5, Radio Extremadura, etcétera; en Francia, France-Info, France-Inter, sobre todo; en otros lugares, BBC-World o NPR. Y en televisión, ¿por qué no existen en las teles privadas programas como En Portada, La Noche Temática o Agrosfera? Seguramente porque su rentabilidad no puede ser económica. Así que no olvidemos la rentabilidad social. Ésta tiene que ser preferente en los medios públicos.

18. Reflexionar una y otra vez para distinguir la información y el entretenimiento. Resulta elemental, pero esa distinción casi se ha abandonado del todo.

Ni siquiera en los telediarios de cualquier día se evitan las gracietas mayoritarias. Se imponen como obligatorias. No lo son. Ah, y abundan en exceso las informaciones rituales tranquilizadoras (que si las fiestas de no sé donde, que si las tonterías repentinas de cualquier grupo de imbéciles, el abuso hasta la extenuación de la información meteorológica, etcétera.

19. Desconfiar de las ‘imágenes impactantes’ que brotan por todas partes. No siempre tienen interés informativo, ni constituyen en sí noticia digna de ese nombre.  

Nada por aquí, nada por allá. Una vez es un niño que se cae de algún lugar y otras un accidente menor que parece mayor; pero una parte de la audiencia está acostumbrada a compartir esa debilidad de ciertos editores que bajan los brazos cuando dicen «qué curioso, vamos a incluirlo». El aumento de los contenidos banales presiona hacia la baja del espacio destinado a las noticias de verdadero interés.

20. Defender a los periodistas y a todos los trabajadores de los medios contra la precariedad contractual y salarial. 

Nada más dañino para la calidad del periodismo que la falta de seguridad personal o laboral de quienes trabajan en los medios de comunicación. La precariedad aumenta la sumisión y las redacciones sumisas son lo contrario del periodismo libre. A recordar siempre el lema de la Federación Internacional de Periodistas: “No puede haber libertad de prensa si los periodistas ejercen su profesión en un entorno de corrupción, pobreza o temor”. Nada más cierto en este oficio.

Paco Audije
Periodista. Fue colaborador del diario Hoy (Extremadura, España) en 1975/76. Trabajó en el Departamento Extranjero del Banco Hispano Americano (1972-1980). Hasta 1984, colaboró en varias publicaciones de información general. En Televisión Española (1984-2008), siete años como corresponsal en Francia. Cubrió la actualidad en diversos países europeos, así como varios conflictos internacionales (Argelia, Albania, Kosovo, India e Irlanda del Norte, sobre todo). En la Federación Internacional de Periodistas ha sido miembro del Presidium del Congreso de la FIP/IFJ (Moscú, 2007); Secretario General Adjunto (Bruselas, 2008-2010); consejero del Comité Director de la Federación Europea de Periodistas FEP/EFJ (2013-2016); y del Comité Ejecutivo de la FIP/IFJ (2010-2013 y 2016-2022). Doce años corresponsal del diario francófono belga "La Libre Belgique" (2010-2022).

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