La exigencia de Adfolfo Suárez Illana, autor de la archifamosa ‘foto del Toisón’ del rey y Suárez, a Pilar Urbano de que retire de la circulación los ejemplares de La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar vuelve a poner sobre el tapete el no fácil asunto de la conciliación de los derechos de autor y editor. Al hilo de mi artículo en torno a la foto El Rey con Suárez: misión cumplida, José Vicente Bolta pregunta si Pilar Urbano tiene derecho a reproducir la foto en su libro a la vista de la reclamación que ha hecho Suárez Illana.
A falta de conocer más datos que los que los medios han recogido de la exigencia del autor de la foto a la autora del libro y los facilitados por ésta a la prensa -no he tenido ocasión todavía de verlo impreso; en concreto, el tratamiento que a la foto se le haya podido dar, aunque presumo que habrá sido correcto- esta es la respuesta que en buena ley puedo dar:
Con ocasión de la entrega del Premio Ortega y Gasset de periodismo a la mejor fotografía informativa, Adolfo Suárez Illana publicó en su blog el 28 de febrero de 2009 la historia de “la foto del Toisón”. El hijo de Adolfo Suárez cuenta su relato personal de la sesión –La foto de El Rey y Suárez-, que arropa con la reproducción de un artículo de José Luis Gutiérrez publicado en “El Mundo” el 19 de julio de 2007 tras la libre disponibilidad de la fotografía por la Casa Real a los medios –Intrahistoria de una foto para la Historia-.
La fotografía del rey y Suárez, confirmaba Suárez Illana, había sido tomada para ser “ofrecida en alta resolución (1,53 Mb) a todo el que deseara reproducirla, en la página Web de la Zarzuela (www.casareal.es)”.
Sobre las normas de uso, entre los textos de Adolfo Suárez, hijo, y José Luis Gutiérrez figuraba -y sigue figurando- esta leyenda destacada en negritas:
RESTRICCIONES DE USO: Esta fotografía tiene restricciones de uso establecidas por el autor, propietario de todos los derechos de la imagen. No puede ser utilizada fuera de contexto, ni con un enfoque ofensivo, desfavorable o irrespetuoso, ni en campañas publicitarias o informativas de ningún tipo. Es necesaria la autorización expresa del autor, Adolfo Suárez Illana, en caso de duda.
El texto dice… lo que dice:
En primer lugar, que el uso de la foto no está “prohibido” (prohibir: “vedar o impedir el uso o ejecución de algo”, DRAE), sino sujeto a “restricciones” (restringir: “ceñir, circunscribir, reducir a menores límites”, DRAE).
Para ello, el texto recuerda que el autor es propietario de todos los derechos.
Esta frase es imprecisa, pues hay dos tipos de derechos de propiedad intelectual: morales y patrimoniales. Al ser ofrecida para su uso libre de derechos -patrimoniales, léase económicos-, cabe -y procede- sobreentender que las restricciones se refieren a los derechos morales, entre los que figura lógicamente el uso que vaya a darse a la fotografía.
El propio texto especifica cuáles son las restricciones de uso: [la publicación] “fuera de contexto”, “con un enfoque ofensivo, desfavorable o irrespetuoso” [o su uso] “en campañas publicitarias o informativas de ningún tipo”.
El tercer párrafo establece que es necesaria “la autorización expresa de su autor. ¿Cuándo? “En caso de duda.”
Esta puntualización deja la pelota en el tejado de quien se disponga a publicar la foto… o en su defecto de terceros, incluidos, llegado el caso, los tribunales de justicia. El texto tampoco indica a qué sistema de arbitraje se acoge el autor “en caso de duda”, ni qué medidas legales se reserva.
Por tanto, si el uso que se pretende dar a la archifamosa foto del Rey con Suárez -“ya está en la historia del mejor fotoperiodismo español de todos los tiempos”, decimos en el artículo de ella- no es para publicarla “fuera de contexto”, “con un enfoque ofensivo, desfavorable o irrespetuoso” o “en campañas publicitarias o informativas de ningún tipo”, por supuesto que es libre. Al final, Suárez Illana renunció a los derechos -patrimoniales- de la imagen y la cedió a Efe.
De la Casa Real, institución que liberó en su día la fotografía para su publicación en los medios -por cierto, con la firma de las iniciales del autor: “Foto: A. S. I.”-, no consta que haya revocado tal medida. La procedencia de la foto del Rey y Suárez que aparece en páginas interiores en el libro de Pilar Urbano La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar es, según manifestó la propia autora, de la agencia Efe, que la distribuye dentro de paquetes de fotografías a precio simbólico -el costo operativo (38 euros por 38 fotos en este caso, según manifestó la propia autora y así recogieron los medios)-, con el aviso arriba citado de restricciones de uso.
Más llamativo que el uso de la foto del Toisón en páginas interiores en el libro de Pilar Urbano fue su uso como imagen de portada en el libro de Abel Hernández Suárez y el Rey, Premio Espasa Ensayo 2009. Entonces, los editores accedieron voluntariamente a la petición de Suárez Illana de que la foto no figurase en la portada y cambiaron la fotografía de la cubierta, con lo que los volúmenes de la primera edición se convirtieron en ejemplares de coleccionista.
Una de las propuestas desestimadas que proponíamos algunos vocales de la Comisión Redactora del anteproyecto de Ley de Propiedad Intelectual de 1987 era justo la de la articulación de una disposición final por la que se crease una comisión de seguimiento de la ley integrada por representantes de los sectores implicados en el proceso de creación intelectual: autores, gestores, editores y lectores.
Los políticos, que entienden de todo, abortaron la propuesta, dejando al albur de la interpretación de cada juez qué pueda ser, llegado a mayores en este caso, “enfoque ofensivo”, “desfavorable” o “irrespetuoso”.
Otra propuesta desestimada fue la que hice en mi condición de vocal por el sector de la Fotografía sobre el “derecho al arrepentimiento”, esto es, el derecho del autor a retractarse de un cesión que hubiera dado de derechos de uso de una imagen de su autoría cuando considere que esta está siendo objeto de un uso distinto al que autorizó en origen.
Entonces podía palparse cierta inquietud en ciernes entre algunos fotoperiodistas por averiguar el destino de archivos fotográficos de medios con los que habían colaborado o a cuyas plantillas habían pertenecido y habían sido cerrados. Hoy, aquella inquietud es lamentablemente batalla perdida ante la proliferación de fotografías de prensa en manos de entidades y particulares sin conocimiento alguno, mucho menos autorización de sus legítimos autores.
Dicho lo dicho, si alguna ley es merecedora de revisión permanente no es otra que la de Propiedad Intelectual.
Podemos tener millones de leyes y normas en esta materia, y ser todavía insuficientes. Más vale la buena fe y el sentido común (¿¿??).
Yo simplemente, jamás utilizaría una fotografía actual, vigente, en publicación alguna, si el autor manifestó expresamente su intención de cuidado para su uso por terceros. Antes que buscar un resquicio legalista, y estando vivo el autor, alguien bien conocido por lo demás, etc., sencillamente le consultaría a él mismo y le solicitaría su estar de acuerdo.
Especialmente como en este caso, en que se trata de una fotografía emblemática de un estado y dos líderes de su pasado cercano y presente.