Wilhelm Steinitz (1836-1900) fue el primer campeón del mundo oficial del juego-ciencia entre 1886 y 1894. Pero su importancia es debida a ser el denominado padre del ajedrez moderno, basado en un estilo posicional, cambiando la manera de entender el juego.
Nacido en Praga, entonces parte del imperio austrohúngaro, se formó en Viena, ciudad que era una de las capitales del ajedrez.
Ya antes de ganar el primer campeonato se autoproclamó campeón del mundo tras derrotar a Adolf Anderssen (1818-1879) –siempre recordado por dos partidas, ambas amistosas, por cierto, la inmortal y la siempreviva, esta última ‘bautizada’ por el propio Steinitz- en 1866 y triunfar en el trofeo de Londres de 1872. Esa autoproclamación precipitó precisamente la creación del primer campeonato oficial del mundo de ajedrez.
Estados Unidos albergó el primer campeonato mundial, que además fue el país de adopción de Steinitz, pidió su nacionalidad en 1883 (cambió su nombre a William). Entonces no había federación internacional y se decidió que ganaría quien llegara a las diez victorias. Su rival, con el que tuvo un fuerte enfrentamiento, fue el polaco Johannes Zukertort (1842-1888) quien le ganó las primeras cuatro partidas pero curiosamente todo cambió con el nuevo escenario del juego.
Aunque iniciado en Nueva York luego se jugaría en San Luis y Nueva Orleans y fue donde Steinitz se tomó la revancha terminando ganando por diez victorias a cinco derrotas con cinco tablas. Como curiosidad la bolsa del campeonato ascendía a los mil dólares.
Defendió tres veces el título ganando dos veces al ruso Mijail Chigorín (1850-1908) en la misma ciudad, La Habana en 1889 y 1892 y al inglés de origen húngaro, Isidor Gunsberg (1854-1930) en un campeonato disputado en Nueva York entre 1890 y 1891, y que motivó su abandono de la competición ajedrecística tras la derrota.
Steinitz que no tenía gran altura, cojeaba y en fotos se puede ver su pierna adelantada, poseía cierto carácter serio y hosco, por ejemplo, escupía durante las partidas. En su legado dejó una obra sobre ajedrez, ‘The modern chess instructor’ en 1889, además de colaborar en dos revistas, The Field en Londres desde 1873 hasta 1882, y ya en Nueva York, desde 1885 hasta 1891 en la Revista Internacional de Ajedrez que él mismo fundó. Como curiosidad era un devoto de la música de Richard Wagner (1813-1883).
Pero el primer campeón llegó a su ocaso ya con casi 60 años y cuando se enfrentó a un entonces joven Enmanuel Lasker (1868-1941) en tres escenarios, Nueva York, Filadelfia y Montreal. De hecho, es el campeonato donde hubo más diferencia de edad entre el campeón y el aspirante, 32 años los separaban. Es curioso también comentar que Steinitz no salió de Estados Unidos y países del entorno como Cuba y Canadá para defender el título.
Lasker, de origen judío como Steinitz, le ganó diez partidas, perdió cinco y hubo cuatro tablas. Es hasta la fecha el campeón del mundo que más tiempo ha tenido el título, un total de un cuarto de siglo, 25 años, hasta que le arrebató el trono el único campeón de habla hispana, el llamado Mozart del ajedrez, el cubano José Raúl Capablanca (1888-1942).
Además Lasker fue el primer campeón justo antes del inicio de la creación de la federación internacional, la FIDE en 1924 en París que no tomó el protagonismo en la elaboración del campeonato mundial hasta después de la II Guerra Mundial. Hay que aclarar que entonces era el campeón vigente quien determinaba cuando, cómo y con quién ponía el título en juego, además de unas garantías económicas muy elevadas. Por ejemplo, Alexander Alekhine (1892-1946) siempre tuvo el miedo de volver a enfrentarse de nuevo a Capablanca y por eso nunca hubo revancha.
Steinitz tras la pérdida del campeonato siguió jugando torneos y aunque intentó recuperar el trono mundial no lo logró, Lasker le volvió a derrotar a finales de 1896, principios de 1897, en Moscú de manera más contundente, diez victorias por solo dos derrotas y cinco tablas.
Asi, fue cuesta abajo y aunque siguió jugando nunca más volvió a brillar, a eso se añadió la pérdida de salud y sus problemas económicos y sobre todo mentales que dieron con él en un hospital psiquiátrico –estuvo también ingresado en Moscú, tras perder con Lasker- en la isla de Ward en Nueva York donde falleció. En sus delirios llegaba a desafiar a Dios a una partida ofreciéndole un peón de ventaja o un movimiento y también pedía una nueva revancha a Lasker.
Su escuela ajedrecística creó huella tras su muerte, basada, entre otras cuestiones, en aperturas de dama y largas maniobras tácticas de juego posicional con un sistema de juego cerrado, el denominado tacticismo, que promueve muchas tablas, ya lejos de la faceta romántica que impregnó casi todo el siglo XIX.
[…] «nunca refuerces los puntos débiles sino los fuertes» y entre los que seguía se encontraban Wilhelm Steinitz (1836-1900), Paul Morphy (1837-1884), Emanuel Lasker (1868-1941), Alexandre Alekhine (1892-1946) y […]