Cuando los sudaneses salieron a las calles el 19 de diciembre de 2018 a protestar contra la carestía de la vida y el hundimiento de la economía del país, pocos daban crédito a que se estaba iniciando una revolución, ni siquiera el entonces presidente Omar Al Bashir, quien respondió con desdén y desprecio primero, luego con amenazas y descalificaciones, para terminar rogando el perdón y prometiendo cambios profundos en su gobierno, para entonces era demasiado tarde.
El día 11 de abril pasado, el ejército sudanés derrocó al caudillo y en su comunicado ha prometido el traspaso de poderes a un gobierno civil en dos años, la reestructuración de las instituciones de seguridad y la depuración de responsabilidades por el saqueo de las arcas del país.
Doce días después, la Junta Militar al mando y las organizaciones participantes de la revolución ciudadana reunidas bajo nombre de la Alianza del Comunicado por la Libertad y el Cambio, que reagrupa a cincos fuerzas sociales y políticas, entre las cuales destacan la Unión de los Profesionales de Sudán, las Fuerzas de la Llamada de Sudán, y algunos partidos de la oposición a Al Bashir, no alcanzan un acuerdo para el nombramiento del gobierno de transición, lo que ha llevado a la parte civil a renunciar a las negociaciones con la Junta y trabajar por acordar los nombramientos de forma negociada entre sus componentes y sin contar con la aprobación de los militares.
La desconfianza entre los revolucionarios y el ejército no es nueva, pero la presencia de antiguos altos mandos de Al Bashir en la Junta Militar y las sospechosas relaciones entre ésta y el eje Abu Dabi – Riad – El Cairo, que amenaza con convertir Sudán en otro conflicto regional, ha llevado a la Alianza por la Libertad y el Cambio a tensar la cuerda y aumentar sus exigencias recurriendo a la calle.
El portavoz de la Alianza y miembro de la Unión de los Profesionales Sudaneses, Mohamed Al Amin Abdelaziz, anunciaba el domingo ante los manifestantes: “Hemos decidido endurecer nuestra posición con la Junta Militar, no reconocer su legitimidad, continuar la concentración e intensificar las manifestaciones en las calles”.
La Alianza por la Libertad y el Cambio acusa a la Junta de querer “entorpecer la realización de los objetivos de la revolución” y “reproducir el régimen con las mismas caras y los mismos cuerpos perecederos”, en referencia a los generales Omar Zail Al Abidin, quien preside la Junta Militar, y Al Taieb Babker, miembro también de la Junta, quienes habrían participado en el deterioro del país y practicado tortura.
Al mismo tiempo, Omar Zail Al Abidin hace un llamamiento a las fuerzas armadas a permanecer del lado del pueblo sudanés.
El ejército sudanés responde a este pulso con amenazas, denunciando el corte de algunas calles de la capital Jartum por los manifestantes, lo que impide la circulación de los ciudadanos, así como la asunción de “algunos jóvenes de funciones propias de la policía y los cuerpos de seguridad en una clara violación de las leyes”, en referencia a los cacheos que hacen a quienes se unen a ellos en la concentración, procedimiento, aseguran, para impedir la infiltración de agentes que puedan utilizar la violencia y justificar una intervención de los militares para disolver las protestas.
Tras un día de mucha tensión, los revolucionarios han hecho públicas nuevas condiciones para retornar a la mesa de negociaciones. Entre estas, se exige a la Junta Militar reconocer a las Fuerzas por la Libertad y el Cambio como representantes de la movilización popular, el traspaso inmediato de los poderes para formar un consejo presidencial, y el cese de tres miembros de la Junta.
Asimismo, las fuerzas del cambio, que tenían la intención de anunciar el gobierno el pasado domingo, lo han pospuesto a esta jueves para dar oportunidad a más negociaciones en dos frentes, uno interno, con el fin de permitir a los colectivos integrantes consensuar sus propuestas; y otro con el ejército, para darle tiempo para aceptar sus condiciones y traspasar los poderes sin mayores dificultades.
Entre tanta tensión, parece haber espacio para la esperanza, puesto que el bando del cambio ha anunciado su acuerdo sobre el carácter tecnócrata y apartidista de los candidatos, para lo cual cada parte aportará siete nombres, uno por cada provincia, lo que haría un total de 35 candidatos, de los cuales siete serán los elegidos para el Consejo Soberano.
Por otro lado, la Junta Militar, que había manifestado su interés y estudio de las distintas propuestas y fórmulas el día de ayer, lunes 22 de abril, en boca de su presidente en una entrevista televisada, parece hacerse a la idea de un gobierno civil tecnócrata.
Esta misma mañana del martes 23 de abril, el vicepresidente de la Junta castrense y comandante de las Fuerzas de Intervención Rápida, Mohamed Hamdan Deklo, ha expresado a la prensa que el ejército quiere evitar el caos en Sudán y que el gobierno transicional tiene que estar compuesto por gente competente y que no excluya a nadie, expresando la preferencia porque no tenga color de ningún partido político.