En la década de los años ochenta los procesadores de textos revolucionaron el mundo de la comunicación al facilitar la redacción y la corrección de los textos a medida que se escribían, permitiendo finalmente imprimir copias limpias de tachaduras que enviar a la imprenta.
Este paso fundamental de la máquina de escribir al procesador de textos se completo poco después con los primeros programas de Reconocimiento Óptico de Caracteres, los «OCR», con un fabuloso ahorro de tiempo para que los redactores de los medios pudieran digitalizar la información recibida y darle formato periodístico.
Y el ciclo se cerró cuando otros departamentos de la empresa pudieron disponer de programas que de forma inteligente eran capaces de capturar datos de documentos económicos o contables para su tratamiento posterior, en lo que podemos denominar la OCR contabilidad, que permite trabajar con facturas digitales.
Los departamentos financiero y contable de las empresas han utilizado desde el inicio la tecnología OCR para escanear y digitalizar documentos como facturas, órdenes de compra o albaranes de entrega, pero la tecnología actual amplía esas funciones a extraer datos relevantes y convertirlos a un formato legible para los sistemas de contabilidad y otro software de análisis o procesamiento de datos.
La complejidad de la globalización supuso otro reto para la tecnología OCR, al ser necesario incorporar datos de documentos formalizados en distintas lenguas o con diseños gráficos muy diferentes. No se trata solo de reconocer el término «factura» u otros habituales en español, inglés, francés, ruso o chino; sino de identificarlos aunque no aparezcan en los lugares tradicionales, para poder situar correctamente los datos obtenidos en el sistema propio.
A su vez, herramientas como los teléfonos y tabletas inteligentes se han impuesto sobre otros dispositivos al permitir visualizar y tomar decisiones desde cualquier localización conectada. Las empresas y las administraciones públicas permiten actualmente que se les envíe una fotografía de un certificado, de una factura o de un recibo como justificante, porque disponen de la tecnología OCR necesaria para incorporar los datos económicos a sus procesos administrativos y contables.
Todo ello hace necesario que estas tecnologías estén en constante actualización, que el acceso a la información tenga que ser más rápido y que los espacios de almacenamiento sean no solo más amplios, sino también más eficientes para facilitar la búsqueda y el intercambio entre las partes interesadas.
La OCR cultural y deportiva
Aunque nos hayamos centrado en los beneficios de la tecnología OCR en los procesos productivos, también son notables las soluciones que aporta en los ámbitos de la cultura, ya que su uso no solo permite preservar documentos originales del deterioro por su uso y generar copias de seguridad, sino captar imágenes que pueden recuperarse en diferentes formatos adecuados al estudio o la investigación.
Si el comienzo de la digitalización se produjo por la necesidad de recoger, almacenar y transmitir información en distintos soportes editables, la mejora de la efectividad conseguida en su evolución la hace ahora imprescindible para reconocer caracteres contenidos en documentos manuscritos históricos, diagramas, partituras u otros simbolismos, en un proceso de aprendizaje facilitado por la inteligencia artificial.
Aunque no sean tecnologías OCR en su origen y desarrollo, las nuevas tecnologías digitales de Inteligencia Artificial (IA) que se aplican en el deporte vienen de una filosofía similar, observar, captar la imagen y poder procesarla mediante diferentes programas de análisis que permiten tomar decisiones sobre entrenamientos para perfeccionar rutinas y estilos, evitar lesiones, analizar tácticas o proponer soluciones, al permitir captar gran cantidad de datos y procesarlos de forma inmediata.