Hoy se ha cometido un nuevo detestable atentado, ahora en Bélgica, con tres detonaciones en el margen de una hora, en el que han muerto decenas de inocentes. La cifra definitiva de muertos y heridos aún se desconoce, en estos momentos van 37 fallecidos, mientras escribo estas líneas.
Y de nuevo, aparecen los falsos demócratas, con el cinismo que les caracteriza, lloriqueando por los decesos, al tiempo que reivindican y justifican la exacerbación de sus políticas xenófobas y represivas contra la emigración.
“Quien siembra vientos recoge tempestades”. Esos falsos demócratas, que durante años han estado marginando y maltratando a la emigración, fundamentalmente magrebí y del resto de Africa y Oriente Medio, ahora recogen lo que han sembrado. Lo lamentable es que sus efectos solo lo padecen gentes inocentes, que no son responsables de las políticas desarrolladas por los dirigentes de sus países.
Sin ir más lejos, esta misma semana la “democrática” Unión Europea, los falsos demócratas europeos, para hacer frente a la oleada de emigrantes que vienen huyendo de las guerras promovidas por ellos mismos en Siria, Afganistán, Libia, etc…, han aprobado un acuerdo que es una auténtico “pogromo” (devastación) contra la pobre gente, niños, ancianos, mujeres y hombres, que vienen huyendo de sus guerras, las promovidas por los falsos demócratas. Un pogromo que tiene más parecido con los del fascismo alemán, que con las ideas democráticas de la Europa que venció aquel fascismo.
Los que cometen los atentados son emigrantes de tercera generación, o más, que en todas esas décadas no han sido integrados en los países de acogidas de sus padres y abuelos, países en el que ellos han nacido, y que hoy se rebelan, en nombre del Islam, contra la marginación padecida. De nuevo aparece la religión como opio del Pueblo, tan bien manipulada por los poderes fácticos de los falsos demócratas.
Primero fue Madrid, luego fue París, ahora es Bruxelas. ¿Donde será el siguiente?
Mientras las falsas plañideras lloran por los muertos que sus políticas han provocado, aprovechan la situación para seguir manipulando a la opinión pública internacional en favor de sus intereses.
Yo no voy a poner la bandera belga, como ayer no puse la francesa por los asesinados de París, y voy a seguir reivindicando otra Europa, la Europa de los Pueblos, de los que sufren y padecen las políticas de explotación y expoliación promovidas por los falsos demócratas.
Solo una Europa de los Pueblos, solidaria, democrática y antineoliberal, podrá acabar con la lacra del fanatismo islámico y demás opios del pueblo, y podrá ser solidaria con los pueblos oprimidos de Europa, de África y Oriente Medio, y del mundo.