Dos conciertos reseñables del Festival Internacional de Jazz de Madrid 2016 en el Teatro Fernán Gómez. Muy distintos, The Stanley Clarke Band, una acertada mezcla de instrumentos acústicos y eléctricos, que vimos el pasado martes 15 de noviembre y un John Scofield que ya vemos por tercer año consecutivo en Jazz Madrid, hace dos años con el trío Medesky, el año pasado a dúo con Joe Lovano y este miércoles 16 de noviembre con su última producción Country for Old Men.
El cuarteto de la Stanley Clarke Band está compuesto por él mismo con su contrabajo protagonista, por Beka Gochiashvilli (piano acústico y eléctrico), georgiano de veintiún años, que a los diecisiete fue presentado en el Festival de Jazz de Tblisi nada menos que por Chick Corea en su cuarteto. Fue su introducción en el jazz de Estados Unidos. Un jovencísimo virtuoso que hace virguerías sobre el piano y que de aquí a diez años Dios sabe como evolucionará. Cameron Graves, jovencísimo pianista y compositor nacido en Los Angeles, que a sus veintidós años ya tiene toda una historia como miembro fundador del West Coast Get Down (WCGD) Jazz Collective, junto a compañeros de sus tiempos de instituto. Una joven leyenda, en suma. El batería tejano Michael Mitchell es un trotamundos prodigioso que a sus treinta y dos años ha ganado más premios de la revista Down Beat de los que puede recordar. Claro que viene de una familia musical y empezó a ‘jugar’ con los tambores con sus primos a los dos añitos. A los catorce ingresó en la Booker T. Washington Escuela Superior de Artes Escénicas y Visuales, de la que han salido un buen puñado de artistas de primera categoría y de la que Mitchell piensa que es la mejor de la nación. Es decir, que Stanley con este cuarteto de jóvenes estrellas se ha propuesto aumentar su leyenda que comenzó junto al grupo de Chik Corea Return to Forever.
Se presentó en el Fernán Gómez con un repertorio de lujo: Goodbye Pork Pie Hat , una de las mejores composiciones de Charles Mingus, versionada múltiples veces. La presenta como una de las canciones de su juventud y haciendo gala de su buen sentido del humor añade: ‘Yo ya tengo cien años’. Él siempre está en el centro del escenario, alterna sus solos de bajo con protagonismos que él se ocupa de señalar, ya sea de Rochiashvilli a su derecha, que en este concierto dispone de piano acústico y teclado eléctrico; para el Goodbye toca el acústico. O hacia Cameron Graves, a su izquierda, que en esta ocasión actúa solo con piano eléctrico. Termina con uno de sus impresionantes solos secundado por la inmensa batería de Mike Mitchell.
Luego siguen tres composiciones suyas: School Days de 1976, su cuarto álbum de jazz fusión; Lopsy Lu una hermosa y melancólica melodía en versión blues/ jazz contemporáneo, con protagonismo y virtuosismo bajista asombroso; se hacen vivas las palabras sin palabras de su instrumento, acompañado suavemente por pianos y batería poderosa cuando hay que apoyar los énfasis. Cuando tanto la música como la ejecución son preciosas el resultado es sencillamente emocionante. Sigue su tercera canción en este concierto, Song to John, dedicada al maestro John Coltrane, el mago del saxo tenor y saxo soprano, en su álbum The Rite of Strings. Sin duda es una canción creada para emocionar, en dos partes, 1 y 2, con fuerte aporte de aires sinfónicos. En esta canción la aportación del piano acústico tiene un protagonismo extraordinario del que se encarga el joven georgiano Gochiashvilli. Notas líquidas a dúo o en alternancia con el bajo que transportan fácilmente hacia el Love Supreme del maestro homenajeado.
La segunda parte del concierto está protagonizada por la canción de Chik Corea No Mistery del álbum del mismo nombre en estilo jazz-rock fusión que grabó con la banda Return to Forever en la que Stanley Clarke era el bajista, en un doble homenaje a Corea y a sí mismo. La producción obtuvo un Grammy en ‘Mejor actuación instrumental de Jazz, individual y en grupo’ en 1975. Los recuerdos vuelven y se actualizan aquí esta noche que va para inolvidable. Viviendo y escuchando este jazz se entienden las fusiones con el flamenco. Son dos modos únicos de hacer sentir hasta el fondo del alma.
Mothership Connection, cuarto álbum producido por George Clinton en 1975 fue parte integral de la mitología Funk que existió tanto como vehículo de ficción de este estilo jazzístico como de propuesta fisica y central de sus conciertos. Se convirtió en su primer disco de oro y posteriormente de platino. Es el álbum más influyente y popular de la historia del Funk durante el último cuarto del siglo XX y sigue en el XXI, esta noche aquí, por obra y gracia del cuarteto de Stanley Clarke que en este final concede protagonismo por igual a todos sus componentes, piano, teclados, bajo y batería y como despedida o guinda un extraordinario bis a cargo de Stanley y Cameron Graves. Un contundente solo de batería final pone a la sala en pie.
John Scofield en Country for Old Men
Tiene razón cuando para presentar el título de su espectáculo, el maestro de la guitarra eléctrica John Scofield se señala a sí mismo y a su bajista Steve Swallow, de 66 y 76 años respectivamente. Los ‘jóvenes’ del cuarteto, el baterista Bill Stewart ya cumplió el medio siglo y el organista y pianista Larry Goldings, el joven del grupo, 48 años. Un universo de sabiduría, este Country for old men.
Scofield pasa meses en España actuando en varios de los festivales de jazz ya tan populares en este país. En el de Madrid ya va por el tercer año consecutivo. Y es que si entendemos el jazz como un vehículo para sentir emociones, si se trata de John Scofield la emoción se multiplica por dos, porque la emoción que él siente, la sienten al unísono sus públicos.
Confeso adorador de Jimmy Hendricks, tuvo la fortuna de entrar aún estudiante, en los setenta, en una banda dirigida por Gerry Mulligan y Chet Baker. Fue el guitarrista de las últimas bandas de Miles Davis. Ahora, señor de sus producciones y de la elección de sus artistas vive su etapa dorada. Con este concierto recuerda a los héroes del country y el bluegrass.
El concierto da comienzo con un homenaje a Kenny Rogers con su canción The Gambler, Grammy por Disco del Año 1978. Lo curioso es que la canción original es de Don Schlitz, un joven escritor de canciones de New Hampshire, que la grabó con éxito moderado en 1978. Kenny fue el primero en versionarla con tal éxito que por un tiempo llevó como apodo el título de la canción. Su deliciosa melodía continúa cosechando admiración como en el inicio de este concierto.
Mr. Fool de George Jones, una canción en la que se echa de menos la letra que John Scofield trata de reemplazar con su vibrante guitarra que ilumina todo el espacio escénico cada vez que interviene. Scofield hace vibrar esas palabras con sonidos eléctricos: So I’keep smilin’ although you’re leavin’ – but I won’t beg you not to go- because I ‘ve always been – a fool to cry for you…I know this time it’s really over – for there’s no happiness in store – and I will never be the fool I was before – No one can ever call me Mr. Fool no more. Dulces canciones country de la América profunda, sabiamente elegidas para la ocasión.
John Scofield ha elegido una sabia composición instrumental, eléctrica a excepción del órgano. Un cuarteto veterano, de grandes solistas y compositores, como él mismo. Impresionante ese joven septuagenario, Steve Swallow, nacido en Nueva York, músico, compositor y catedrático de universidad. A los catorce años descubrió el jazz y al jazz ha dedicado su carrera. Fue alumno de la universidad de Yale para estudiar composición. No tardó en dedicarse al contrabajo, primero acústico y desde 1970 adopta el bajo eléctrico para siempre. Su conocimiento de las posibilidades musicales de su instrumento no es mejorable más que por él mismo, su performance en concierto, sobre todo sus solos, emocionan con sus vibraciones a veces insólitas. Larry Goldings, pianista, organista, compositor, arreglista y productor. Estudió piano clásico pero no tardó en ser irremisiblemente atraído por el jazz. Sin esperar a acabar estudios se fue de gira mundial con John Hendricks durante un año y hasta ahora no ha parado, se ha diversificado, eso sí, dedicando temporadas a la composición, pero siempre en activo. Y Bill Stewart, baterista, tablista, compositor de estilo jazz postmoderno, ha grabado discos propios y con otros artistas. Es hijo de artistas de jazz, actuó mientas estudiaba en todos los niveles de enseñanza. Precisamente fue con un cuarteto de John Scofield con quien empezó a consolidar su reputación poco después de salir de la universidad….ahí estaba ya también Larry Goldings. Su estilo es melódico, polirrítmico, afín a un vocalista, saxofonista o pianista. Sus composiciones tienen un sabor vanguardista, nunca repite lo hecho por otros…
Sigue el concierto con Jolene, una preciosa canción de Dolly Parton y después esa canción de culto que es Just the girl I used to know de Jay Clemons que Scofield ha incluido en este proyecto en recuerdo de una muchacha marroquí de la que anduvo enamorado hace tiempo…Otra canción preciosa en la que su solo de guitarra es toda una declaración de amor y los sones graves de Swallow al fondo ponen un énfasis idílico, de amor imposible. There’s a picture that I carry – one we made some time ago – if they ask who’s in the picture with me –I say just a girl I used to know…Versionada por todos los grandes country singers. Algo más que un regalo para el oído.
John musita las letras de estas hermosas y tristes canciones y se emociona como un adolescente, transmitiendo de pleno su emoción. También ahora con I am so lonesome I could cry de Hank Williams: Hear that lonesome whippoorwill – He sounds too blue to fly – The midnight train is whining low – I’m so lonesome I could cry. I’ve never seen a night so long – When time goes crawling by – The moon just went behind the clouds – To hide its face and cry…
La segunda parte del concierto comienza con otra canción de Hank Williams, You win again de 1952. Una blues ballad de desamor, versionada por cantantes tan variados como Jerry Lee Lewis, Roy Orbison, Bob Dylan o los Rolling Stones. Aquí las palabras las dicen una genial batería que hace crecer la canción y una guitarra a la que Scofield hace de nuevo hablar y sentir. Su expresión facial lo dice todo.
Luego You’re still the one dedicada por la cantante Shania Twain a su marido mucho mayor que ella, el productor Mutt Lange, para deshacer críticas y ratificar que el amor está por encima de la edad. En este concierto a mayor gloria y emoción suprema de Scofield. Wildwood Flower, canción folk de culto en Estados Unidos y la tradicional Wayfarin Stranger, una bellísima y antigua canción country anónima, que Johnny Cash incluyó en su álbum American III: Solitary Man.
Scofield ha seleccionado un bellísimo ramillete de canciones folk country para esta producción recién estrenada y con largo éxito asegurado, porque nada emociona e identifica más que la nostalgia del recuerdo de los amores vividos. Scofield ama lo que hace, se hace sentir en sus pausas y cuando entra de nuevo ilumina toda la escena. Los dúos de su guitarra con la batería de Bill Stewart son indescriptibles, belleza, ritmo, palabras y melodía se funden. En la última canción, Wayfarin’ Stranger hay un solo de teclado de Larry Goldings que le transforma en instrumento de culto. Es para primero enmudecer y luego explotar en larguísimo aplauso.