Existe en la literatura en gallego y también en la de los escritores gallegos que escriben en castellano una larga tradición del cuento como género literario, que va de Valle-Inclán a Torrente Ballester, de Álvaro Cunqueiro a Manuel Rivas, de Eduardo Blanco Amor a Neira Vilas.
El relato corto ha aportado a nuestra literatura una riqueza narrativa comparable a la de la novela. Casi todos los escritores gallegos han practicado en algún momento la narrativa corta, cuyo desarrollo y estructura, contra lo que algunos puedan pensar, no son menos complejos que los de la novela, sea ésta una novela-río o una ‘nouvelle’, novela corta o nivola, como la llamaba Unamuno.
Leemos cada semana en Faro de Vigo los artículos de Xosé Ramón Pena sobre las cuestiones más diversas de la actualidad. Lo hace con una expresión propia del periodismo de opinión a la que aplica un estilo narrativo bajo el que se advierte una vocación literaria que ya ha mostrado sus valores en títulos como «Para despois do adeus», «A batalla do paraíso triste» o «Fado de princesa».
Xosé Ramón Pena, profesor de Literatura y autor de una voluminosa «Historia da Literatura galega», publica ahora «Todas las vidas» (De Conatus), donde recoge cinco de los ocho cuentos publicados originalmente en gallego con el mismo título. La selección obedece a la necesidad de establecer una peculiaridad común a todos ellos. Los protagonistas de estas historias son seres marginales o marginados por la sociedad en la que viven, maltratados por la vida y arrastrados por las circunstancias hasta los límites unas veces del drama y otras de la tragedia.
Un exlegionario que no encuentra acomodo en su reingreso a la vida civil, un anarquista drogadicto con una dolorosa historia de amor a sus espaldas, un boxeador aspirante a un título internacional engañado por la mafia que rodea este deporte, una belleza de pueblo acusada de un crimen de dudosa autoría… son los personajes excluidos de la normalidad, inadaptados, a veces arrojados de forma despiadada de los círculos sociales en los que se mueven. En su afán por lograr una vida mejor caen en las trampas que les tiende la sociedad y que frustran sus deseos y sus esperanzas hasta la desesperación.
Hay en «Todas las vidas» un esfuerzo por entender las causas que llevan a algunas personas a la exclusión social y hay también un deseo de rescatarlas de las situaciones por las que atraviesan. Un cura liberal, una abogada progresista, un periodista en busca de historias, una esposa celosa, unos niños idealistas… se esfuerzan en devolver a las víctimas de injusticias y de errores a esa normalidad a la que se resisten a incorporarse, conscientes de que la sociedad en la que quieren integrarlos ya no es la suya, ya sea porque la perciben ajena a sus vidas o porque están en desacuerdo con los valores que la rigen.
Hay, finalmente, en estos cuentos de Xosé Ramón Pena, un aura de misterio, un componente enigmático propio de las narraciones más tradicionales de Galicia, que sobrevuela algunas de estas historias, que se insinúa en «La más chula del barrio» y que protagoniza «Anciano en Shangri-La», que cierra el volumen, en mi opinión el más conseguido de los relatos.
Aquí la imaginación y el misterio se entreveran con un asesinato en la guerra civil, un topo republicano a quien esconde una mujer del pueblo, la sombra del maquis en una zona rural de Galicia, los personajes de la serie de televisión «Bonanza» y la figura de Miguel Strogoff, el correo del Zar, que reaviva la imaginación de unos niños que sitúan en el pueblo una estación secreta del Transiberiano como las que describe Julio Verne en su novela, desde donde un día ha de llevarlos a Moscú y a Irkutsk.