La Ley trabajo, no gracias: la movilización se amplía en Francia

Mas de un millón de personas –según fuentes sindicales- en las manifestaciones en 250 ciudades de Francia han reclamado este jueves 31 de marzo de 2016 la retirada de la denominada “Ley trabajo”, en la cuarta jornada de movilización masiva desde el pasado 9 de marzo. Entre ellos mas de 200.000 mil jóvenes.

Paris, protesta sindical contra la reforma laboral el 31 de marzo de 2016

 

Las cifras oficiales de la policía indican una movilización de 400000 personas, es decir el doble de las contabilizadas por esa misma fuente en la primera manifestación. La movilización de la juventud inquieta particularmente al gobierno Valls-Hollande. En París, pese a una fuerte lluvia, entre 30.000 y 50.000 personas enarbolaban pancartas y paraguas desde la plaza de Italia, a la plaza de la Nación.

Después del 9M, siguieron las manifestaciones del 17 y 24 de marzo, alimentadas por el movimiento estudiantil y las organizaciones sindicales, que obligaron al gobierno Hollande-Valls a dar marcha atrás en la primera versión de dicha ley. Las concesiones sobre algunos detalles de la propuesta, para dividir el campo sindical, han permitido al gobierno obtener el aval de la central sindical pro socialista CFDT, que considera aceptable la nueva versión.

Las otras tres principales centrales obreras: CGT, FO y SUD, persisten firmes en su rechazo de esa restauración de fachada que no modifica esencialmente el objetivo de dicha ley, a saber: el desmantelamiento paulatino del actual código laboral en Francia. La UNEF, principal sindicato estudiantil, mantiene así mismo la movilización y rechaza un proyecto de ley que busca, con el eufemismo de la “flexibilidad”, la precarización cada vez mayor del trabajo y en particular de la juventud, haciendo más difícil su acceso a un CDI (contrato de duración indeterminada).

Conviene explicar que según cifras oficiales el 80 % de los asalariados en Francia se encuentran protegidos por un CDI, es decir un contrato de trabajo digno y no precario que permite, entre otras cosas, acceder al alquiler de una vivienda a una persona o a una familia. El CDI es para la organización patronal la madre de todos los vicios del código laboral francés, que –nos dicen- protege demasiado bien a los asalariados. Juzgando ese contrato demasiado protector, los empresarios solo crean nuevos empleos en CDD, de duración determinada, o empleos precarios y fácilmente eyectables, privilegiando de forma escandalosa las prácticas y pasantías.

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París, 31 de marzo de 2016, protesta contra el proyecto de ley «El Khomri»

Con la misma argumentación que la organización patronal, Hollande, Valls y Macron, dicen con su proyecto de ley El Khomri (nombre de la ministra del Trabajo), que para reducir el desempleo que afecta al 10’5 % de la población activa, hay que precarizar a todo el mundo, pues así los empresarios se sentirán estimulados para crear empleos. Para estos señores en el poder que acumulan altos salarios, prebendas y privilegios, el CDI de un asalariado normal y corriente es hoy un gran privilegio que hace insoportable “el costo del trabajo”.

Leyendo el libro de Eloi Laurent “Nuestras mitologías económicas”, hecho de menos la opinión de economistas que nos expliquen cuál es el costo actual del capital, es decir del fraude fiscal de las grandes empresas, de los paraísos fiscales, y el costo de los beneficios de los accionistas y especuladores financieros, que no son reinvertidos en la economía real.

La población francesa espera sin embargo, todavía hoy, la creación de empleos prometida por el patrón de los patrones Yvon Gattaz a cambio de los 50 mil millones de euros que Francois Hollande concedió a las empresas en su llamado Pacto de responsabilidad social.

No obstante el apoyo de la CFDT al gobierno Valls-Hollande, la movilización sindical, estudiantil y de la sociedad civil, con un millón trescientos mil firmantes de la petición “Ley trabajo, No gracias”, no se ha desinflado, sino que persiste y se amplifica. Dos nuevas jornadas de huelga y manifestación han sido anunciadas ya para el 5 y el 9 de abril próximos, y numerosas iniciativas se desarrollan en liceos, universidades y en las redes sociales para reclamar la retirada total de dicho proyecto de ley.

El actual gobierno de Manuel Valls y el presidente Hollande, se encuentran hoy más aislados que nunca, pues la organización patronal que aplaudió a la primera versión de la ley Trabajo, se alza hoy contra la nueva versión, que consideran vaciada de su contenido. La derecha francesa por su parte arremete contra las vacilaciones de Hollande, y espera sacar provecho electoral en 2017.

En la izquierda, más de la mitad del electorado que llevó al poder a Francois Hollande está hoy en la calle para denunciar el abandono de sus promesas electorales y esta tentativa de desmantelar el código del trabajo. En el seno mismo del Partido Socialista se alzan cada vez más las voces contra un proyecto de ley que “incluso Sarkozy no se atrevió a hacer…”. En París, Toulouse, Rennes, Nantes, las principales ciudades francesas mantienen tres semanas después su voluntad movilizadora.

La defensa del código del trabajo en Francia es un ejemplo a seguir en nuestro viejo continente, es y será un eslabón decisivo en la construcción de una Europa generosa y solidaria, capaz de combatir la austeridad, la miseria y la cada vez mas creciente desigualdad social.

Si Francois Hollande retira su proyecto de ley trabajo, la izquierda francesa y europea saldrá reforzada de esta nueva prueba de fuerza. Si por el contrario se obstina en mantenerlo, un maremoto amenaza al Partido Socialista cara al ya cercano 2017, que hará sobre todo el juego de la extrema derecha francesa.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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