El 18 de febrero de 2014, el presidente turco Abdüllah Gül promulgó la ley que establece un grado más de control de Internet en el país. La primera consecuencia, según la información publicada por Camille Guillot en el digital Myeurop, ha sido que en pocas horas han desaparecido 80.000 seguidores de la cuenta del presidente.
Tras varias semanas de interminables discusiones y encendidas protestas en la calle, y en las redes sociales, el gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan ha redactado un texto de ley que rechazan las asociaciones de defensa de las libertades individuales, y contra el que también se han pronunciado responsables políticos europeos y estadounidenses.
A partir de ahora, la Autoridad de regulación de las telecomunicaciones (TIB) tiene competencias para bloquear páginas que «atenten contra al vida privada» o publiquen contenidos «insultantes o discriminatorios», lo que en el lenguaje represivo de las autoridades turcas puede aplicarse a cualquier comentario. Una última enmienda ha conseguido finalmente que la medida tenga que autorizarla un juez con 48 horas de antelación; pero tampoco la justicia turca se caracteriza precisamente por defender las libertades de opinión y expresión: baste como ejemplo que, según Reporteros sin Fronteras, Turquía es el país donde hay más periodistas encarcelados por su trabajo.
La otra disposición de la nueva ley que más alarma a las organizaciones que defienden loo derechos humanos es la obligación que tienen ahora los servidores de Internet de conservar durante dos años los «históricos» de navegación de cada internauta, y entregárselo a las autoridades siempre que lo soliciten.
Siempre según la información de Myeurop, los 34 millones de internautas turcos están participando en una campaña simbólica que consiste «en desabonarse de la cuenta twitter del presidente Gül, particularemnte activo en las redes sociales, con la dirección #UnfollowAbdullahGu”, lo que ha dado como resultado la pérdida de 80.000 seguidores.
Erdogan no debe de entender, aún, uno de los principios básicos de la red de Internet: que los servidores pueden situarse fuera de la circunscripción turca. Además este frentismo contra ‘la libertad de decir’ se solapa con su vocación europeista, (aunque aquí, en Europa, no se diga mejor) o por lo menos mejor, en cuanto en tanto que la ‘Agenda Digital Europea’ no se acerque a los parámetros de Erdogan…
Aquí en España se habla de la ‘Tasa Google’.