Titulada «Comedian», la obra del italiano Maurizio Cattelan consistente en un simple plátano sujeto a la pared con una tira autoadhesiva y expuesto en la feria de arte contemporáneo Art Basel de Miami Beach, había sido adquirida por un coleccionista francés que pagó por ella 120 000 dólares.
El sábado 7 de diciembre de 2019, cuando el plátano empezaba a adquirir un tinte poco apetitoso, otro artista llamado David Datuna, georgiano que vive en Nueva York, decidió darse un homenaje y ante el estupor de los visitantes despegó el plátano de la pared, lo pelo y se lo comió.
A continuación explicó que se trataba de una “performance” que ha bautizado como “Hungry Artist (artista con hambre), y se despidió de los curiosos escoltado por el servicio de seguridad de la feria. En la cuenta de Instagram de Datuna puede verse el espectáculo en su totalidad. Pocos minutos más tarde había otro plátano sujeto a la pared de la feria.
Según el responsable de la galería, Emmanuel Perrotin, quien fue quien vendió “Comedian”, el perjuicio ha sido solo relativo: “No ha destruido la obra. El plátano es la idea”, ha explicado su director de relaciones con los museos Lucien Terras, al diario Miami Herald. De hecho, estaba previsto sustituir el plátano de vez en cuando, para evitar que los visitantes se encontraran con un fruto podrido.
El autor de “Comedian”, Maurizio Cattelan, de 59 años, un artista famoso por sus provocaciones, se ha dado a conocer en Estados Unidos por su inodoro en oro de dieciocho kilates, titulado “América” y cuyo valor se cifraba entre cinco y seis millones de dólares, que funcionaba normalmente y desapareció tras ser robado en septiembre de 2019 del palacio de Blenheim, un castillo ubicado en Woodstock, en el sur de Inglaterra.
Anteriormente realizó una escultura de Hitler arrodillado, titulada “Him”, que la famosa casa de subastas Christie’s vendió en subasta en 2016 por más de quince millones de euros, así como otra del papa Juan Pablo II, abatido por un meteorito y titulada “La Nona Ora”.
Una discusión sobre la obra de arte siempre cae bien….un buen motivo para pensar sobre que es eso que define una estética y afina un momento artístico. El pensar es lo esencial; un poco más allá, pongo la mirada fría sobre el costo puesto sobre este banano, indefenso en su orfandad, y cuyos orígenes quizás muestren una realidad atroz de un cultivo de plátanos en un pobre rincón del mundo y con miles de seres humanos que mueren de hambre alrededor de la plantación; pero eso es otro asunto también. El mercado que circula la lado de la producción de objetos artísticos, materiales o inmateriales, nada o muy poco tiene que ver con la esencia artística, la parafernalia del capital que somete la obra a la condición de mercancía, es una muestra del poder destructor del dinero, una sumisión que impone un valor a algo que nace más allá del valor, en el círculo ardiente de la imaginación. El hecho artístico relevante aquí, es el de David Datuna, y sí, en lo más pragmático es un performance, y la acción asume desacralizar ese encumbramiento de la estupidez que reina en la pobreza creativa de una cultura del espectáculo y en la carencia del pensamiento crítico que domina en esta sociedad automatizada. Podemos imaginar los otros dueños de la obra, no el afiebrado demente que la compró, sino aquellos que, antes del trágico canibalismo de Datuna, grabaron con sus móviles la obra, son los mismos que van a los conciertos, y a los espectáculos artísticos y cuya incapacidad para ver o disfrutar, los lleva a grabar lo que nunca más verán. Aquí, ni siquiera podrán tragarse el potasio de la fruta. Extrañamos a Duchamp, por supuesto, el acto original del cuestionamiento, pero ese discurso ya está dicho, su repetición no es más que una muestra de pobreza, una indigencia artística para provocar ingenuos y engañar a coleccionistas cuyo único don es la plata malgastada.