Tomás Gómez se morirá el pobre chico queriéndose subir al tranvía del poder; ese que describía con cierta envidieja cuando Esperanza Aguirre tomaba mando en plaza en aquellos años de gloria para la Comunidad de Madrid. Luego vino su sucesor, y todos llegan, son elegidos, son designados, pero él no acaba de llegar. Para ello decidió tomar su propio tranvía e hizo que su afán de poder y notoriedad saliera de las lindes de Parla. Su Parla natal en donde ha construído un personaje que quería ser presidente de la comunidad, y va a acabar como Juan Cuesta, siendo presidente de su comunidad.
Pedro el cruel, se ensaña con él y no digo que no tenga razón, por el famoso tranvía de Parla; por lo que viene y lo que vendrá. Su corrupción está por demostrar pero el pesoe no puede permitirse tener el halo de la desgracia de estar en entredicho. Bastante tenemos con Podemos que ha estrenado la plaza con unos cuantos euretes no reconocidos en el monedero del tal Monedero; esos que te aparecen en la cuenta sin tú saber bien de dónde vienen. Y Pablo Iglesias, el hombre sin marketing, al que todos le han hecho la campaña por relatar el arte del choriceo español, ha subido como la espuma en un año de dimes y diretes a favor de su morada y posible gestión.
El tandem, Tania-Pablo, Pablo-Tania, da luz a la casposa política de los de siempre y uno más, para hacer ver que todos son carne fresca, y verán, ellos, los nuevos, también tienen algo que esconder porque ya no vale, el todo vale. De un país que está en crisis, que permanece en crisis y seguirá en crisis, con seis millones de parados y trece millones de pobres, no podemos jugar a ver si hacemos políticas, ni con tranvías, ni con cursos de formación, ni con ilusiones de historietas para no dormir. La política es una cosa muy seria que da lugar a una sanidad, a una educación, a una política social, etc, etc, no al juego entre varones que quieren sentarse en la butaca con vistas a la diosa Cibeles o en la poltrona de la Comunidad. España no es Madrid y Madrid, no es la suma de España. Es la punta del iceberg del despropósito de este tranvía al que no nos acabamos de subir porque nos da vértigo que se llama deseo de paz.
Mientras eso sucede, el hombre que por derecho es rey de todos los españoles, da ejemplo y predica con el ejemplo bajándose el sueldo. En su sencillez, educación y savoir faire, Felipe VI da lo mejor de si mismo en estos ocho meses de reinado en donde todo no han sido nada más que zancadillas. Atrás quedaron los años de vino y rosas en donde su padre, sí estuvo a la altura en el 23 F, pero por derecho iba, venía y en el camino, se entretenía. Poco tenía que demostrar porque era el rey y lo había dicho Franco, así que nadie le tosía. A este pobre, con la desfachatez que habita en el lugar llamado España todos le juzgan, todos le dicen, todos comentan cuando es excepcional su saber estar, su cultura y su magnífica educación; ejemplo de muchos si quisieran formarse llegado el caso.
A menos de dos meses de las elecciones en Madrid no sabemos a quién hay que votar, no podemos conocer un programa porque todo se deja en manos de la improvisación y la palabra que no deja de salir en los medios es corrupción. Todos los nombres dicen que si no robaron es porque no pudieron más, pero nunca fue por falta de ganas. Entre todos la mataron y ella sola se murió. Lo he dicho muchas veces, pero en una gran nación como es España, con grandes personas como somos los españoles, los políticos se encargan de hacer que todo huela a mierda y solamente salga a la luz lo mejorcito de cada casa. Pedro Sánchez, el hombre que momentáneamente perdió sus letras nada más llegar, ha recuperado el sentido y ha dicho basta.
Con él comienza la nueva era del ordeno y mando y el que se mueva no sale en la foto, como se hable de su posible corrupción a la «rue», que para estar en la silla, siempre hay gente. No sé si será el principio de sus recortes; han recortado en todo pero no en personas non gratas. Si usted conoce que existe corrupción a su alrededor, si conoce si hay fraude fiscal, ¿lo denunciaría?
Si fuera así, España sería otra, y otro gallo nos cantaría. Y eso que Antonio Carmona ponía las manos en el fuego por Tomás. Que se las vaya cortando porque le han hecho bajarse en marcha. Su afirmación rotunda de que va a ser el próximo alcalde de Madrid es tan grotesca que no sé si pensar que no tiene abuela o está con unas infulas que pá qué, porque a pesar de que el sucesor de la del Relaxing Cup of Café con Leche, alias Botella, no sabe, no contesta, no tiene fácil sentarse a ver el Banco de España en breve.
Dicho esto, de paso, ésto solamente pasa aquí; a menos de dos meses de las elecciones no hay candidatos…¡manda huevos! ¡Y luego nos dicen en qué nos parecemos a Grecia!
Mientras todo pasa, esperemos el tranvía que alguna vez se llamó deseo. Es curiosamente lo que tenemos todos; un deseo de cambio ya, pero que sea para bien y que sea de verdad. Llegado el tranvía, claro.
Muy buen artículo, pero a mi parecer lo de Felipe VI habría que matizarlo: casi 700.000 euritos cobran al año los cuatro de la familia sin contar con los extras (que haberlos haylos). Con ese dinerito por hacer turismo y hacer discursitos ñoños, que ni él se los cree (como aquel en el que en un párrafo señalaba «que los jóvenes preparados debían ser valientes y emigrar»)… ¿Qué podríamos hacer en esta malherida y asaeteada España con lo que nos cuesta la Casa Real?
Hala! a la yugular directamente…