Era un viernes cualquiera. La capital parisina estaba llena de ocio, humor, color; primero uno, luego todos los demás. Entre el caos y la sinrazón de nuevo Alá apareció entre todos. Personas que adiestradas en nombre de su dios atentaron contra la libertad, contra personas inocentes que acaso bailaban en una noche de un viernes de otoño.
128 muertos, 180 heridos y un país colapsado, impactado, sobrecogido por lo que pudiera suceder después. La expansión del terrorismo se ceba de nuevo en un país que ya ha visto morir a sus compatriotas como decía Hollande en manos de la locura. Charlie no fue suficiente, Je Suis Charlie pasó a ser Je suis vendredi. El estado islámico reinvindica los atentados ante la estupefacción de millones de ciudadanos que condenan el mismo. «No todos somos iguales», dicen los musulmanes residentes en Paris.
No estamos en un estado de sitio pero la alerta existe en los países miembros de la Unión Europea. Unión es lo que nos falta para entender que la vida se termina el día en el que el mundo carece de coherencia. El dolor de Francia es el dolor de España dicen los Reyes. No sabemos si a esto pasado el tiempo lo llamaremos la guerra fría del comienzo del siglo XXI o tal vez la tercera guerra mundial.
Hablamos del terror y vivimos dentro de él y quizá, no somos conscientes de que ellos, todos los que nos amenazan viven entre nosotros. Tenemos que estar unidos y dejarnos de majaderías de secesionismo. Esto se termina el día que ellos hayan decidido. Por un dios que no entiende de dolor, porque ellos vencen cuando la democracia, la libertad, la fraternidad y la legalidad se van al traste.
La atrocidad humana que ha sido preparada para que un viernes 13 suceda. Un día cualquiera, ¡qué más da!
Por todos los que creen en la democracia. Por los atentados de aquel viernes que hicieron temblar de nuevo al mundo.
Por todos vosotros, todos, somos Paris aunque estemos en un país que no sabe si está unido o no. Pensemos cuáles son las cosas importantes y luchemos todos juntos a favor de la paz. La ciudad de la luz hoy es un lugar triste y silencioso.
El Estado Islámico ha reivindicado los atentados; todos han sido organizados fuera de París, pero la sala de conciertos fue testigo del horror. Tres explosiones en el estadio de fútbol, otros tantos en las calles, en un restaurante; seis ataques simultáneos y ocho terroristas inmolados en nombre de Alá.
Era viernes 13.