Si hablamos del conflicto en Yemen, no podemos dejar de pensar en los niños; esos que desde hace tres años conviven con la pobreza, la inseguridad y la falta de salubridad, datos que han sido reflejado en Naciones Unidas durante las charlas del día mundial de la paz. Cerca de once millones de niños necesitan ayuda humanitaria y son números ante los ojos del mundo.
La prensa refiere otras guerras, otros conflictos que son igual de importantes pero no se detienen ante la crueldad de un país azotado por la guerra en pleno siglo XXI. Las cifras que ya no se escuchan suponen que cerca de 18 millones de persona sufran hambre y pobreza, 22 millones dependan de la ayuda humanitaria para seguir y cerca de 17 millones no dispongan de servicios médicos que les atiendan. Millones de niños siguen muriendo cada día ante los ojos del mundo occidental que ya no relata su vida.
Gracias a UNICEF algunos niños han tenido suerte y han llegado a tomar agua potable, han podido restablecer sus heridas y se mantienen a diario con un mendrugo de pan. Niños que no tienen elección porque no disponen de una educación que les haga aprender lo necesario.
La petición ha sido clara en el día mundial de la paz en donde en Naciones Unidas se ha pedido encarecidamente que el conflicto pare de inmediato. La población civil es la que está sufriendo las consecuencias de la guerra que no cesa en los alrededores de Al Hudayda que sigue viendo a los niños morir.
La realidad va más allá de las cifras dado que al estar colapsado el sistema sanitario, no existe agua potable y se están propagando las enfermedades como el cólera. Una situación sanitaria que pone en riesgo a toda la población que ya contrae otras enfermedades y por su falta de recursos, muere por inanición.
Los niños, al no tener opción de ir a la escuela, hablamos de cerca de cuatro millones, no podrán elegir el día de mañana y se conformarán con ser soldados porque se les ha empoderado con un arma. Niños que han aprehendido la vida desde la falta de desarrollo emocional, desde la más tierna infancia; en donde no han jugado sino han aprendido a matar, manipulados por los insurgentes, ya han matado.
En este lado de la realidad hacemos responsables a los hutíes, la milicia que han conseguido adiestrar a la población infantil privandola de los recursos necesarios, haciendo de su causa un crimen y violando los derechos humanos y la ley internacional que protege a las personas. Ataques indiscriminados tanto a hospitales como a periodistas que han estado contando la verdad; esa, que el mundo ignora.
De acuerdo con los principios de París,
un niño tiene el derecho a ser protegido y cuidado dado que es un derecho de todos los niños y niñas que son afectados por el conflicto armado y está consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño (artículo 38); esto incluye la prevención y la respuesta al reclutamiento de niños y niñas. Sin embargo, a pesar de la creciente atención internacional y de la amplia condena a esta práctica, el reclutamiento y utilización de niños y niñas en los conflictos continúa en todo el mundo. Los niños y niñas son utilizados de diversas maneras, incluso como combatientes directos y en roles de apoyo activo como espías, porteros, informantes, o para propósitos sexuales. Muchos niños y niñas reclutados en grupos armados mueren o quedan discapacitados permanentemente como resultado de sus experiencias. Para la mayoría, el daño físico, emocional y de desarrollo es perdurable.
En algunas situaciones, los niños y niñas toman parte “voluntariamente” en el conflicto cuando son vulnerables a las falsas promesas de alistamiento y no son conscientes de los peligros y abusos a los que serán sometidos. En otras situaciones son obligados a entrar en grupos armados a través de amenazas y violencia. En cualquier caso, las consecuencias son perjudiciales y duraderas. Niñas y niños corren el riesgo de ser estigmatizados y marginados de sus comunidades y familias, y pierden la oportunidad de asistir a la escuela y desarrollarse intelectualmente.
Esto que es un derecho, está alienado por los hutíes que practican todo tipo de violaciones de derechos humanos contra los niños. Los efectos de la malnutrición, de su crecimiento estancado, de su retraso cognitivo, del estrés postraumático vivido tras la guerra, de las enfermedades mentales que acarreen después, puede hacer que sea el comienzo de su crudo futuro, ese que no está previsto porque son personas invisibles; otras más, que están en manos de los houthis ahora. Niños que hoy obedecen, que no comprenden pero que están explotados con el pensamiento de que todo lo hacen para lograr el paraíso, el camino más corto para alcanzarlo, matar.